viernes, 18 de enero de 2019

ACEPTAR A NUESTROS ANCESTROS


Práctica: aceptar a nuestros ancestros 

Para aceptar sinceramente a los demás tal como son, debemos empezar por nosotros mismos. Si no nos aceptamos tal cual somos, jamás podremos aceptar a los demás. Cuando me miro, veo cosas admirables y hasta extraordinarias, pero también sé que hay en mí aspectos negativos. El primer paso, pues, consiste en reconocerme y aceptarme tal cual soy. 

Inspira y espira, visualizando a tus ancestros y, viendo sus aspectos positivos y negativos, acéptalos sin vacilar. 

Ustedes están en mí, queridos ancestros, con todas sus fortalezas y con 
todas sus debilidades. Veo en ustedes semillas positivas y semillas 
negativas. Veo que han sido afortunados y que en ustedes se regaron 
semillas positivas como la amabilidad, la compasión y la valentía. Y 
también veo que, si no hubieran sido afortunados y se hubieran regado 
en ustedes semillas negativas como el miedo, el orgullo y los celos, las 
semillas positivas no hubiesen tenido la oportunidad de crecer. 

Que las semillas positivas de una persona se vean regadas en vida se debe, en parte, al azar y, en parte, al esfuerzo. Las circunstancias de nuestra vida pueden ayudarnos a regar las semillas de la paciencia, la generosidad, la compasión y el amor. Las personas que nos rodean pueden ayudarnos a regar esas semillas y lo mismo hace también la práctica de la plena conciencia. Pero si una persona crece en tiempo de guerra y en el seno de una familia y de una comunidad oprimidas, puede estar llena de desesperación y miedo. Los padres que sufren mucho y tienen miedo al mundo y a los demás riegan en sus hijos las semillas del miedo y de la ira. Los niños que, por el contrario, crecen envueltos en un clima de seguridad y amor fortalecen, en su interior, las semillas positivas. 

Si puedes mirar de este modo a tus ancestros, te darás cuenta de que eran seres humanos que sufrieron y trataron de hacer las cosas lo mejor que supieron. Esta comprensión borra todo rechazo y toda ira. 

Aceptar a tus ancestros, con todas sus fortalezas y todas sus debilidades, te ayudará a estar más en paz y a tener menos miedo. 

También puedes considerar ancestros, por haber nacido antes que tú, a tus hermanos y hermanas mayores. También ellos tienen, como nosotros, fortalezas y debilidades. 

Hacer las paces con tus ancestros requiere cierta práctica, pero si quieres acabar con el miedo, es importante que aprendas a reconciliarte antes con ellos. Y esto es algo que puedes hacer en cualquier lugar, ante un altar, un árbol, una montaña o en la ciudad. Lo único que necesitas es visualizar la presencia, en tu interior, de todos tus ancestros. Tú eres su continuación y solo puedes estar completamente presente cuando haces las paces con ellos.



Extracto del libro:
Miedo
Thich Nhat Hanh
Fotografía tomada de internet

DEFINICIÓN DE DESAPEGO


jueves, 17 de enero de 2019

EL REY DE LOS MONOS


Cuando el rey de los monos se enteró de dónde moraba el Buda predicando la Enseñanza, corrió hacia él y le dijo: 

--Señor, me extraña que siendo yo el rey de los monos no hayáis enviado a alguien a buscarme para conocerme. 

Soy el rey de millares de monos. 

Tengo un gran poder. 

El Buda guardó el noble silencio. 

Sonreía. El rey de los monos se mostraba descaradamente arrogante y fatuo. 

--No lo dudéis, señor -agregó-, soy el más fuerte, el más rápido, el más resistente y el más diestro. Por eso soy el rey de los monos. Si no lo creéis, ponedme a prueba. No hay nada que no pueda hacer. Si lo deseáis, viajaré al fin del mundo para demostrároslo. 

El Buda seguía en silencio, pero escuchándolo con atención. El rey de los monos añadió: 

--Ahora mismo partiré hacia el fin del mundo y luego regresaré de nuevo hasta vos. 

Y partió. Días y días de viaje. 

Cruzó mares, desiertos, dunas, bosques, montañas, canales, estepas, lagos, llanuras, valles... Finalmente, llegó a un lugar en el que se encontró con cinco columnas y, allende las mismas, sólo un inmenso abismo. Se dijo a sí mismo: “No cabe duda, he aquí el fin del mundo”. Entonces dio comienzo al regreso y de nuevo surcó desiertos, dunas, valles... Por fin, llegó de nuevo a su lugar de partida y se encontró frente al Buda. 

--Ya me tienes aquí -dijo arrogante-. Habrás comprobado, señor, que soy el más intrépido, hábil, resistente y capacitado. Por este motivo soy el rey indiscutible de los monos. 

El Buda se limitó a decir: 

--Mira dónde te encuentras. 

El rey de los monos, estupefacto, se dio entonces plena cuenta de que estaba en medio de la palma de una de las manos del Buda y de que jamás había salido de la misma. Había llegado hasta sus dedos, que tomó como columnas, y más allá sintió el abismo, fuera de la mano del Bienaventurado, que jamás había abandonado. 

***

El Maestro dice: ¿Adónde pueden conducirte tu engreimiento y fatuidad que no sea al abismo?



Tomado del libro:
101 Cuentos clásicos de la India
Recopilación de Ramiro Calle
Fotografía de Internet

VIVIR EN EL MUNDO REAL


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