lunes, 15 de octubre de 2018

ATRIBUTOS DEL MOMENTO


EL ERMITAÑO Y EL BUSCADOR


Se trataba de un genuino buscador extranjero. Llevaba muchos años de búsqueda incansable, rastreando inquebrantablemente la Verdad. Había leído las escrituras de todas las religiones, había seguido numerosas vías místicas, había puesto en práctica no pocas técnicas de autodesarrollo y había escuchado a buen número de maestros; pero seguía buscando. Dejó su país y se trasladó a la India. 

Viajó sin descanso. Había ido de un estado a otro y de ciudad en ciudad, indagando, buscando, anhelando encontrar. Un día llegó a un pueblo y preguntó si había algún maestro con el que entrar en contacto. Le comunicaron que no había ningún maestro, pero que en una montaña cercana habitaba un ermitaño. El hombre se dirigió a la montaña con el propósito de hallar al ermitaño. Comenzó a ascender por una de sus laderas. De súbito, observó que el ermitaño bajaba por el mismo sendero por el que él subía. Cuando estaban a punto de cruzarse e iba a preguntarle el mejor modo para acelerar el proceso hacia la liberación, el ermitaño dejó caer en el suelo un saco que llevaba a sus espaldas. Se hizo un silencio profundo, estremecedor, total y perfecto. El ermitaño clavó sus ojos, sutiles y elocuentes, en los del buscador. ¡Qué mirada aquélla! 

Luego, el ermitaño cogió de nuevo el saco, lo cargó a su espalda y prosiguió la marcha. Ni una palabra, ni un gesto, pero ¡qué mirada aquélla! El buscador, de repente, comprendió en lo más profundo de sí mismo. No se trataba de una comprensión intelectual, sino inmensa y visceral. Deja el fardo de juicios y prejuicios, conceptos y actitudes egocéntricas, para poder evolucionar. 

***

El Maestro dice:

LO QUE ERES, LO QUE TIENES


domingo, 14 de octubre de 2018

LOS ORFEBRES


En una localidad de la India había un negocio de orfebrería donde trabajaban cuatro hombres que eran tenidos por muy piadosos y que siempre eran vistos con los signos del dios Vishnú pintados en la frente, un collar de semillas sagradas al pecho, un rosario en la mano y el nombre del Divino repitiéndose en sus labios. Las gentes de la localidad, impresionadas por tanta santidad, se habían convertido en generosos clientes del establecimiento. A éstos les agradaba mucho comprobar que cuando llegaban a la tienda, los cuatro orfebres repetían los nombres de distintas divinidades hindúes. Al llegar un cliente, uno de ellos exclamaba: “Keshava, Keshava”; un poco después, otro entonaba: “Gopal, Gopal”; a continuación, el tercero recitaba: “Hari, Hari”. Entonces los clientes, muy satisfechos con tanta santidad, hacían una buena compra, en tanto el cuarto orfebre decía fervorosamente: “Hara, Hara”.

Todos estos términos son nombres de deidades del panteón hindú, pero los orfebres eran bengalíes y en su lengua tienen un segundo significado. Keshava quiere decir: “?Quiénes son”?, que es lo que pregunta el primer orfebre; Gopal significa: “Un rebaño de vacas”, que es lo que contesta el segundo; Hari es: “?Puedo robarles?”, que pregunta el tercero; Hara quiere decir: “Sí, róbales”, que es lo que declara el cuarto.

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El Maestro dice: Los falsos maestros aparentan santidad para enmascarar sus perversas intenciones*.

OTROS ENCANTOS


viernes, 12 de octubre de 2018

TODO LO PUEDES


Dos peligrosos mitos responsables del aprendizaje social del varón. Estos criterios formativos, o mejor, deformativos, son malas traducciones culturales de los viejos y prehistóricos parámetros de dominancia biológica. 

Ellos son: a) "Vales por lo que tienes", y b) "Todo lo puedes".

TODO LO PUEDES

Es lo mismo que decir: "Suicídate en el intento" o "No tienes el derecho a equivocarte". Los hombres debemos aprender a ser más humildes, y a desprendernos de esa estúpida autosuficiencia que nos ha caracterizado por siglos. Decir: "No sé" o "No soy capaz", es un acto liberador. Es un descanso para el alma y la mente. El prototipo de un varón sabelotodo, diligente y solucionador de problemas, lleva implícita la creencia de que los hombres debemos hacernos cargo de todo y brindar seguridad y protección por doquier. A veces, indudablemente nos gusta jugar el papel de salvadores, pero no siempre. La nueva masculinidad quiere disfrutar del privilegio de pedir ayuda sin sonrojarse y de reconocer los errores con honestidad. No queremos ser los mejores sino vivir en paz, aprendiendo y disfrutando del arte de saber perder.

En cierta ocasión me tocó confrontar al padre de un paciente varón adolescente. El muchacho no sabía realmente qué estudiar. Era un joven sensible e inteligente, más inclinado por el área humanista que por otras profesiones. Pero, como es sabido, para cualquier hombre la elección de la carrera no suele estar determinada por sus talentos naturales, sino más bien por las posibilidades económicas de la misma. Para una mayoría significativa, es preferible que el hijo sea un ingeniero mediocre a un genio de la poesía. En el caso que nos compete, el padre aceptaba algunas de las carreras y mostraba una posición aparentemente abierta. Sin embargo, mi paciente no quería herir sus sentimientos y, por tal razón, intentaba hallar soluciones intermedias. Había descartado la música (su verdadera vocación) y la antropología. La nueva decisión estaba entre diseño industrial y psicología, cosa que no agradaba mucho a su padre, sobre todo la segunda. Cuando conversé con el señor, entendí la carga de mi joven paciente. 

El padre, un hombre alto, vestido de manera impecable, de un andar; un hablar y un pensar francamente "exitista", resumió así su posición: "Yo no exijo mucho. Él puede elegir lo que realmente le guste, pero con dos condiciones: que sea rentable y que esté entre los mejores... Al menos entre los cinco primeros... Si las cumple, nada le faltará en la vida ..Yo no pretendo influir sobre él... Pero lo importante es producir... ¿De qué le sirve la profesión si no puede vivir de ella? ¿Acaso se le puede pedir menos?... la mundo es de los ganadores, y yo ' quiero que mi hijo lo sea". Cuando le contesté que algunos de esos ganadores perdían la alegría de vivir, no le gustó mucho. Luego de esa cita el muchacho no volvió. Al cabo de los años, en un concierto inaugural de la Orquesta Filarmónica, cuál sería mi sorpresa al ver a mi paciente, ya no tan joven, interpretando un solo para violín ante un auditorio extasiado. Si consideramos el salario de un músico en nuestro medio y su escasa proyección social, me pareció natural que su padre no estuviera presente entre los asistentes.

Tener aptitud organizadora, liderazgo y don de mando es virtud de algunos, pero no una obligación masculina contraída por nacimiento. Muchos varones son torpes, incapaces de ejercer un papel directivo y poco eficientes a la hora de tomar decisiones, pero tienen otros encantos. Ser eficaz es bueno y recomendable, pero no establecer márgenes resulta peligroso. El esquema de "límites insuficientes" crea en el varón la incapacidad de ser incapaz y la obligación de hacerse cargo exitosamente de las cosas. El ideal varonil de un reparador ambulante, con taller propio y caja de herramientas aerodinámica, no es para todos los hombres. Muchos no sabemos quitar un bombillo, no entendemos de mecánica, no tenemos taladro eléctrico y, lo que parece ser más grave, tampoco sabemos utilizarlo (afortunadamente los varones negados contamos con la desinteresada ayuda de las páginas amarillas del directorio telefónico).


¿PARA QUIÉN PUEDE SER ÚTIL EL BUDISMO ZEN?


jueves, 11 de octubre de 2018

ANSIA


Era un padre de familia. Había conseguido unas buenas condiciones de vida y había enviudado, después de que sus hijos se hicieran mayores y encauzaran sus propias vidas. Siempre había acariciado la idea de dedicarse a la búsqueda espiritual y poder llegar a sentir la unidad con la Conciencia Universal. Ahora que ya no tenía obligaciones familiares, decidió ir a visitar a un yogui y ponerlo al corriente de sus inquietudes, pidiéndole también consejo espiritual. 

El yogui vivía cerca de un río, cubriendo su cuerpo con un taparrabos y alimentándose de aquello que le daban algunos devotos. Vivía en paz consigo mismo y con los demás. Sonrió apaciblemente cuando llegó hasta él el hombre de hogar. 

--¿En qué puedo ayudarte? -preguntó cortésmente. 

--Venerable yogui, ¿cómo podría yo llegar a percibir la Mente Universal y hacerme uno con Ella? 

El yogui ordenó: 

--Acompáñame. 

El yogui condujo al hombre de hogar hasta el río. Le dijo: 

--Agáchate. 

Así lo hizo el hombre de hogar y, al punto, el yogui lo agarró fuertemente por la cabeza y lo sumergió en el agua hasta llevarlo al borde del desmayo. Por fin permitió que el hombre de hogar, en sus denodados forcejeos, sacara la cabeza. Le preguntó: 

--¿Qué has sentido? 

--Una extraordinaria necesidad y ansia de aire. 

--Pues cuando tengas esa misma ansia de la Mente Universal, podrás aprender a percibirla y hacerte uno con ella. 

***

El Maestro dice: Aunque pienses en la palabra “lámpara” no se enciende la luz. Que la motivación de libertad interior sea real y seguida por la práctica y no se quede sólo en una idea.


Tomado del libro:
101 Cuentos clásicos de la India
Recopilación de Ramiro Calle
Fotografía de Internet

EL VARÓN INSEGURO


miércoles, 10 de octubre de 2018

CON LAS MANOS VACÍAS


LLEGAMOS CON LAS MANOS VACÍAS y nos iremos con las manos vacías, de modo que ¿para qué reclamar tanto entre medias? Pero eso es lo que sabemos, lo que nos dice el mundo: posee, domina, ten más que los demás. Puede ser dinero o puede ser virtud; no importa con qué clase de moneda comercies: puede ser mundana o espiritual. Pero debes ser muy listo, porque si no te explotarán. Explota y no te dejes explotar: ése es el sutil mensaje que te transmiten con la leche de tu madre. Y todos los colegios y las universidades están basados en la idea de la competición.

Una verdadera educación no te enseñará a competir; te enseñará a colaborar. No te enseñará a pelear para llegar el primero. Te enseñará a ser creativo, a ser cariñoso, a ser dichoso sin compararte con los demás.

No, te enseñará que sólo puedes ser feliz si llegas el primero: es una estupidez. No puedes ser feliz simplemente por ser el primero, y al intentar ser el primero sufrirás tanto que cuando lo consigas te habrás acostumbrado al sufrimiento.

Cuando llegues a presidente o primer ministro de un país habrás sufrido tanto que el sufrimiento será tu segunda naturaleza. No conoces otra manera de vivir; sólo la del sufrimiento. La tensión ha arraigado en ti; la angustia se ha convertido en tu modo de vida. No conoces otro modo. Así que aunque seas el primero seguirás angustiado, cauto, con miedo. Tu cualidad interna no cambiará en absoluto. 

Una educación de verdad no te enseñará a ser el primero. Yo te digo que disfrutes de lo que haces, no por los resultados, sino por el acto en sí.

Al igual que un pintor, un bailarín o un músico. 

Puedes pintar de dos maneras: para competir con otros pintores, porque quieres ser el mejor pintor del mundo, quieres ser un Picasso o un Van Gogh. Entonces tu pintura será de segunda categoría, porque a tu mente no le interesa la pintura en sí; le interesa que seas el primer pintor del mundo, el mejor. No profundizas en el arte de la pintura. No disfrutas de ella, sólo la utilizas como un peldaño. Te has metido en un viaje del ego, y el problema radica en que para ser pintor de verdad tienes que deshacerte por completo del ego. Para ser pintor de verdad, hay que dejar el ego a un lado. Sólo así podrá fluir por ti la existencia. Sólo así podrás utilizar tus manos, tus dedos y tus pinceles como vehículos. Sólo así puede nacer algo de esa magnífica belleza.


Bibliografía: 
Alegría: Osho
Fotografía tomada de internet
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