Un hombre de ciencia es un filósofo pobre.
(Albert Einstein)
Los filósofos de la Grecia clásica se ocupaban de todas las disciplinas del conocimiento, desde los entresijos del alma humana hasta los misterios del universo, mientras que la ciencia actual tiende a estrechar constantemente su campo de estudio. Como decía un sabio anónimo: «Cada vez sabemos más de menos, hasta que al final lo sabremos todo de nada».
Einstein admiraba a los viejos filósofos por su capacidad de abordar múltiples cuestiones y problemas. Tal vez por eso Lou Marinoff, autor de Más Platón y menos Prozac, fundó hace un par de décadas el asesoramiento filosófico como terapia para analizar y superar las dificultades a partir de fragmentos filosóficos.
Marinoff, como ya hicieron Platón y Sócrates en su día, utiliza el diálogo como terapia, realizando un intercambio de ideas para llegar al centro de la cuestión, y aprovecha a los grandes pensadores de la historia para dar orientación a sus pacientes.
Pero más allá del asesoramiento está la acción. Si estás molesto porque tienes una piedra en el zapato, el asesoramiento te ayudará a lidiar con ese sentimiento y a entenderlo, pero no a quitarte la piedra del zapato; eso lo tendrás que hacer tu mismo.
El autor también comenta que el asesoramiento filosófico es complementario. Si el paciente sufre algún trastorno psíquico importante es recomendable que visite a un psicólogo.