Hay muchos seres humanos que son destruidos por la guerra, la represión política, las injusticias sociales y el hambre. Si no estamos motivados por la mente del amor, no sentiremos la fuente de la compasión que hay en nosotros, no tendremos el tiempo ni la energía para ayudar a rescatar a los seres vivos que están muriendo cada día. Para proteger la vida, evitar la guerra y ayudar a los seres vivos, hemos de cultivar la energía de la bondad incondicional que hay en nosotros cada día.
Practica la bondad incondicional en cualquier parte, con todos los seres y con todo. Todos necesitamos que nos protejan y rescaten. Cuanto más avanzamos en el camino de la bondad incondicional, más alegría, paz y amor recibimos del cosmos. Nuestra sensación de soledad desaparecerá.
Si nos sentimos solos, si creemos que la sociedad, la familia o cualquier persona no nos dan el amor que necesitamos, es porque no somos capaces de sentir la energía de la bondad incondicional que hay por doquier en el cosmos. Es como tener una radio sintonizada a la emisora que deseamos pero que está sin pilas.
Si vemos a un bichito ahogándose y no nos mueve el deseo de ayudarle, significa que la energía de la bondad incondicional no está en nosotros. Pero si le ayudamos, de pronto sentiremos que estamos ayudando al cosmos entero. La bondad incondicional se vuelve entonces real y experimentamos alegría, esta alegría surge porque hemos salvado a un insecto.
Estamos rodeados de sufrimiento. Si somos conscientes de él, podremos disminuirlo en gran medida. Cuando vemos a alguien sufriendo, no hemos de ignorarlo o cerrar los ojos, sino ayudarle. El hecho de sentir el sufrimiento aviva la energía de la compasión que hay en nosotros. Y la compasión nos produce alegría y paz.