martes, 20 de marzo de 2018
lunes, 19 de marzo de 2018
domingo, 18 de marzo de 2018
UNA CARTA
Vera Carnevale, que tenía once años, escribió una carta a su padre enfermo.
Te digo: querete, cuidate, protegete, mimate, sentite, amate, disfrutate. Te digo: te quiero, te cuido, te protejo, te mimo, te siento, te amo, te disfruto.
Con la carta de su hija bajo la almohada, Héctor se fue en el sueño.
sábado, 17 de marzo de 2018
MIRAR LOS OBSTÁCULOS
Un reconocido maestro hindú, Osho, decía que nuestra forma de pensar se congela y nos quedamos recorriendo siempre los mismos caminos, pues la mente se fija a las cosas que pensamos. Hoy en día este fenómeno se conoce como "paradigma".
Osho daba un ejemplo. Imaginemos que vamos en bicicleta por una carretera: el aire fresco golpeándonos el rostro; los árboles, las nubes, la naturaleza, las aves, los montes lejanos... Imaginemos que de pronto vemos una gran piedra en medio del camino. Si fijamos toda nuestra atención en la piedra -es decir, en el obstáculo por más que sólo ocupe un breve espacio en la carretera, terminaremos chocándonos con ella.
Pensemos cuántas veces descubrimos un obstáculo en la vía y, al asumirlo, como si fuera lo único, hacemos desaparecer todas las demás opciones (los árboles, las nubes, el resto del camino), dirigiéndonos irremediablemente hacia él, hacia la piedra.
viernes, 16 de marzo de 2018
EL ARTE DE CONVENCER AL SÚBDITO
Esta guerra psicológica por tener el control e imponer la soberanía personal a cualquier coste se sustenta en cuatro esquemas altamente nocivos y disfuncionales: inculpación: «Muerte al vil villano»; prerrogativa: «Debes tratarme siempre como yo quiero»; Argumentum ad hominen; y el arte de convencer al súbdito.
EL ARTE DE CONVENCER AL SÚBDITO
No es más que un lavado de cerebro. De tanto oír que somos imbéciles podemos creernos el cuento y satisfacer a nuestros evaluadores. Ya no se trata de la obligación que genera la pirámide de mando, sino de un Disneyworld personalizado donde los subalternos son felices al asumir el papel que les asigna el poderoso. El sujeto autoritario busca que la ley del gallinero haga feliz a los de abajo, no importa cuántos excrementos reciban en honor a la causa. Dos premisas que se incrustan en el cerebro: «Te he elegido entre muchos» y «tienes el privilegio de servirme y de estar en mi equipo.» Es decir, ¡tienes la suerte de estar bajo mi mando!
Una de las estrategias preferidas de las personas autoritarias es la aplicación de la gota malaya, que consiste en aplastar el yo de sus subordinados de manera lenta y sistemática, hasta que se convenzan de que no pueden aspirar a más. Destruir la autoestima y aniquilar la voluntad. Es la táctica de idiotizar a las multitudes o a las personas para consolidarse en el poder y seguir allí bajo los auspicios de aquellos que ya no ejercen el derecho de pensar libremente.
jueves, 15 de marzo de 2018
TRABAJANDO EL CAOS
Hemos estudiado tres maneras muy prácticas de trabajar con el caos: no lucha, veneno como medicina y considerarlo todo como una manifestación de la sabiduría. En primer lugar hemos de aprender a abandonar las líneas arguméntales. Ralentízate lo suficiente como para estar simplemente presente, olvida toda esa multitud de juicios y esquemas y deja de luchar.
En segundo lugar, podemos utilizar cada día de nuestra vida para tomar una actitud diferente hacia el sufrimiento. En vez de apartarlo de nosotros, podemos inspirarlo con el deseo de que todo el mundo se libere de él, con el deseo de que la gente de todas partes experimente la alegría en sus corazones. Podemos transformar el dolor en alegría.
En tercer lugar, podemos reconocer la existencia del sufrimiento, la existencia de la oscuridad. El caos de aquí dentro y el caos de ahí fuera son básicamente energía, son el juego de la sabiduría. Depende de nuestra percepción considerar nuestra situación como un cielo o como un infierno.
Por último, ¿no podríamos relajarnos un poco y aligerarnos? Cuando nos despertamos por la mañana, podemos dedicar el día a aprender estas actitudes. Podemos cultivar nuestro sentido del humor y darnos un descanso. Cada vez que nos sentemos a meditar podemos pensar que es una ocasión de aligerarnos, de cultivar el sentido del humor, de relajarnos. Como dijo un estudiante: «Rebaja tus criterios y relájate en lo que es.»
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