miércoles, 14 de marzo de 2018

FRASES DE ANITA RODDICK (The Body Shop)


ALGUNAS INSPIRACIONES DE ANITA RODDICK

«Si eres capaz de crear un modo de vida honrado, donde utilices tus habilidades para vivir de ellas, gozarás de libertad y podrás llevar la vida que quieras.»

«A los consumidores aún no se les ha dicho de una forma eficaz que ellos tienen un gran poder y que sus compras implican una elección moral.»

«Creo en las empresas que se involucran en el pensamiento creativo. Si no tratamos de desarrollar el espíritu humano, nos hallamos ante un gran problema.»

«Quiero algo no sólo para invertir, sino para creer.»

«Si no puedo hacer nada para el bien público, ¿qué demonios estoy haciendo?»

«Si haces bien las cosas, hazlas mejor. Sé atrevido, sé el primero, sé diferente, sé justo.»

TANTO ROSAS COMO BASURA


martes, 13 de marzo de 2018

EL CIELO Y EL INFIERNO ESTÁN EN TI


Un hombre murió, llegó a las puertas del cielo, y San Pedro le indicó que pasara a la sala de espera. El hombre permaneció sentado allí, ansioso por saber si sería enviado al cielo o al infierno. 

Se abrieron las puertas y entró un santo muy famoso. El hombre se alegró: "Debo estar en el cielo!" Pero entonces las puertas se abrieron de nuevo y entró una prostituta famosa. El hombre quedó confundido. "En este caso, debo estar en el infierno", pensó. 

Mientras se lo preguntaba, el santo agarró a la prostituta y comenzó a hacer el amor con ella. Aterrado, el hombre corrió hacia san Pedro y le dijo: 

-Usted tiene que decírmelo: ¿Es esto el cielo, o es el infierno? 

-¿No se da cuenta? -contestó San Pedro-. Es el cielo para él y el infierno para ella. 

DETRÁS DE LAS COSAS


lunes, 12 de marzo de 2018

COMO LAS HOJAS DE UN BANANO


Un día me dediqué a contemplar un banano joven, lo torné como el objeto de mi atención, de mi concentración, de mi meditación. Era un banano muy joven que sólo tenía tres hojas. La primera era la hermana mayor, la segunda, la mediana y la tercera, la más reciente, estaba aún enrollada en el interior del tronco.

Al observar atentamente las hojas del banano, descubrí que la hermana mayor vivía su propia vida. Se desplegaba disfrutando del sol y la lluvia, era una hoja preciosa. Daba la impresión de preocuparse sólo de sí misma, pero al observarla con más profundidad, uno veía que no era así en absoluto. Mientras disfrutaba de su vida como la hermana mayor, al mismo tiempo estaba ayudando a la segunda y a la tercera hojas, e incluso a una cuarta que no era visible pero que ya se había formado en el interior del tronco. La hermana mayor era la que se encargaba de alimentar al banano entero.

La primera hoja practicaba respirando y sonriendo en cada minuto de su vida. De las raíces del banano recibía los nutrientes de los que se alimentaba. Luego los devolvía al banano y a todas sus hermanas menores y a las que iban a nacer en el futuro. Vivía su propia vida y, sin embargo su existencia tenía un significado, porque estaba ayudando a alimentar y a crecer a las generaciones futuras.

La segunda hoja hacía exactamente lo mismo. Vivía plenamente su vida como hoja y al mismo tiempo realizaba la labor de enseñar, alimentar y ayudar a crecer a sus hermanas menores. Pero si uno no lo observaba con atención, no se percataba de que la primera y la segunda hojas estaban haciendo exactamente lo mismo. La tercera hoja, la más joven, estaba a punto de abrirse. Pronto sería una bella hoja que se ocuparía de sus hermanas menores.

A ti también te ocurre lo mismo. Al vivir tu vida de una manera tan hermosa, estás alimentando a tus hermanos y hermanas y a las generaciones futuras. No es sacrificando tu vida, sino llevando una vida plena y feliz, como ayudarás a las generaciones futuras.

APROVECHAR LA DESILUSIÓN


domingo, 11 de marzo de 2018

LA GUERRA


Yo aprendí la guerra de España, veinte años después de la derrota, en Montevideo: en las vinerías, donde los vencidos cantaban, abrazados, sus canciones de las trincheras, y en los cafés, donde se peleaban como si la guerra estuviera ocurriendo. 

Uno de los exiliados, Abraham Guillén, me contaba la guerra en su casa, a la hora del desayuno. El me hablaba del marco geo-político y de las contradicciones tácticas y estratégicas del frente republicano. Después, las batallas ocurrían sobre el mantel. 

Las cucharitas, el azucarero y las tazas de café con leche señalaban las posiciones de los milicianos y las tropas de Franco. Inclinando un cuchillo, Abraham disparaba, y el cañonazo volteaba el tarro de mermelada, rojo de sangre. Los tanques, los vasos, avanzaban rodando y aplastaban las tostadas. Las tostadas crujían. Los aviones de Hitler arrojaban naranjas y panes que estremecían la mesa y provocaban tremendo desparramo entre los escarbadientes, que eran la infantería. Yo escuchaba los truenos de las bombas, la tormenta de la metralla y los aullidos de las víctimas. 

Desde la puerta de la cocina, la mujer de Abraham se secaba las manos con un repasador. Mirando aquella mesa sembrada de cadáveres, meneaba la cabeza y susurraba: 

—Pobrecillos. Pobrecillos.

EMOCIONES NEGATIVAS


sábado, 10 de marzo de 2018

DURMIENDO


ARGUMENTUM AD HOMINEN


Esta guerra psicológica por tener el control e imponer la soberanía personal a cualquier coste se sustenta en cuatro esquemas altamente nocivos y disfuncionales: inculpación: «Muerte al vil villano»; prerrogativa: «Debes tratarme siempre como yo quiero»; Argumentum ad hominen; y el arte de convencer al súbdito.

ARGUMENTUM AD HOMINEN

Esta falacia o distorsión de la información consiste en negar la fuerza lógica de un argumento injuriando a quien lo expone para que la conducta del opositor, o su manera de ser, desvirtúe sus ideas. 

Cuando era estudiante, le comenté a un profesor que no creía en la validez de una de sus teorías psicológicas y le expliqué por qué pensaba de ese modo. El hombre se indignó muchísimo. Su respuesta se tiñó con el argumentun ad hominen: no se molestó en discutir mis opiniones sino en hacer interpretaciones sobre mi persona: «Usted se resiste... Habría que analizar su pasado para ver qué le ocurrió realmente en la infancia para que ahora muestre semejante negación...» En otras palabras, no estar de acuerdo con tal o cual teoría me ubicaba automáticamente del lado de los traumatizados o los enfermos. 

La premisa autoritaria es en definitiva irracional: «Si me caes mal o pones en peligro alguno de mis privilegios o valores, todo lo que digas será considerado estúpido o peligroso. Pero si me caes bien, si no eres amenazante para mi statu quo o mis creencias, todo lo que digas será tomado positivamente.» En conclusión, cuando se rechaza una tesis no por lo que se dice sino por quién lo dice, estamos siendo dogmáticos y autoritarios.
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