En esencia, la ley de la atracción procede de las siete leyes del Universo, atribuidas principalmente al egipcio Hermes Trismegisto, considerado el fundador de la filosofía hermética.
Según dicha escuela de pensadores, estas leyes rigen el Universo y nos vemos subyugados a ellas —como nos ocurre con la gravedad— aunque nunca hayamos oído hablar de su existencia. Por esta razón los herméticos afirmaban que quienes comprenden las siete leyes y las aplican en su día a día pueden cambiar su vida por completo y atraer todo lo que siempre habían deseado.
De acuerdo con esta visión, a veces nos preguntamos por qué nos ocurren ciertas cosas o por qué no conseguimos lo que merece nuestro trabajo y esfuerzo, cuando la respuesta es muy simple y se trata de que hemos nadado siempre a contracorriente.
El legendario Hermes Trismegisto fue considerado por los suyos el padre de la sabiduría. Por ello le llamaban Trismegisto, que significa «tres veces sabio». Sus seguidores lo consideraban el descubridor de la alquimia y el fundador de la astrología como tal.
Sus enseñanzas en un principio fueron transmitidas oralmente. Corrieron de boca en boca, como también fue el caso de Sócrates, pero más tarde tres de sus iniciados decidieron recopilar sus axiomas y máximas en el libro llamado El Kybalión, en el que se conservaron las siete leyes del Universo, las cuales se enumeran en siete principios:
1. Principio de mentalismo.
2. Principio de correspondencia.
3. Principio de vibración.
4. Principio de polaridad.
5. Principio de ritmo.
6. Principio de causa y efecto.
7. Principio de generación.