viernes, 2 de febrero de 2018
jueves, 1 de febrero de 2018
¿OBEDECER O DESOBEDECER? LA LECCIÓN DE ANTÍGONA
La tragedia Antígona, de Sófocles,114 permite que nos cuestionemos en profundidad la controversia obediencia / rebeldía. La obra trata sobre una mujer que decide sepultar a su hermano y rendirle honras fúnebres contraviniendo una orden proferida por el rey Creonte, tío de Antígona. La historia se centra en una profunda reflexión del derecho a la desobediencia cuando la dignidad de las personas se ve afectada. La heroína le responde a Creonte que no podía encontrar «más gloriosa gloria que enterrando a mi hermano» (aunque viole la prohibición), y luego agrega:
«Todos éstos te dirían que mi acción les agrada, si el miedo no les tuviera cerrada la boca; pero la tiranía tiene, entre otras muchas ventajas, la de poder hacer y decir lo que le venga en gana.» (p. 93)
Creonte actúa como un dictador cruel al prohibir la sepultura del finado, pues conocía el sentido que daban los griegos al acto funerario. Para Antígona, simplemente era inaceptable aunque le costara la vida. Pero el rey no da su brazo a torcer. Su hijo Hemón, prometido de Antígona, increpa y apela a la razón de su padre tratando de salvar a su amada:
«Para un hombre que sea prudente, no es nada vergonzoso si no se mostrase en exceso intransigente; mira en invierno, a la orilla de los torrentes acrecentados por la lluvia invernal, cuántos árboles ceden para salvar su ramaje; en cambio, el que se opone sin ceder acaba desaguado. [...] Por lo tanto, no me extremes tu rigor y admite el cambio.» (p. 100)
Pero el rey hace oídos sordos y provoca la muerte de Antígona e, indirectamente, la de su propio hijo, quien luego se suicida. La intransigencia de los dictadores no tiene límites porque para ellos el cambio de parecer es síntoma de debilidad o inferioridad. Es mejor morir con las botas puestas.
La buena autoridad, la que es flexible y dialogante, respeta la autonomía y los derechos de los demás. La mala autoridad, la que es rígida e impositiva, la que es incapaz de revisarse a sí misma y crear excepciones a las reglas, restringirá al extremo la autonomía de los demás. No estoy diciendo que debamos pasarnos los semáforos en rojo cada vez que nos venga en gana para defender el «desarrollo libre de la personalidad». Lo que propongo es moverse entre estas dos preguntas existenciales: ¿Cómo he de vivir? (ética) y ¿qué debo hacer? (moral). La primera es más personal; la segunda, más social: derechos y deberes. Sin reglas de convivencia, el mundo sería un caos, pero si no pudiéramos elegir o decidir con libertad, el mundo sería una experiencia psicológicamente aterradora.
Tanto en la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano (París, 1789) como en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (Nueva York, 1948) se resalta explícitamente el «derecho a rebelarse contra la tiranía y a resistir a la opresión». Este derecho a la resistencia (el que ejerce Antígona) encuentra su mejor manifestación en el concepto de «desobediencia civil o legítima», que consiste en negarse a cumplir una ley cuando se piensa que hay suficientes razones morales para abolirla. Una vez agotados los recursos legales tradicionales para inhabilitar la norma jurídica en cuestión, queda el camino que utilizaron personas no violentas como Ghandi o Martin Luther King, entre muchos otros.
miércoles, 31 de enero de 2018
EL AMOR COMO ADICCIÓN
El corazón enamorado permanece suave y sensible. Pero cuando usted está empeñado en conseguir esto o lo otro, se vuelve despiadado, duro e insensible. ¿Cómo puede amar a las personas cuando las necesita? Solamente puede utilizarlas. Si yo lo necesito a usted para que me haga feliz, tengo que utilizarlo, tengo que manipularlo, tengo que buscar la manera de ganármelo. No puedo dejarlo ser libre. Solamente puedo amar a las personas cuando he liberado mi vida de las personas. Cuando muero a la necesidad de las personas, entonces estoy en el desierto. Al principio se siente horrible, se siente solitario, pero si puede soportarlo por un tiempo, de pronto descubrirá que no está en absoluto solo. Está con la soledad, con el aislamiento, y el desierto comienza a florecer. Entonces por fin sabrá qué es el amor, qué es Dios, qué es la realidad. Pero, al principio renunciar a la droga puede ser muy duro, a menos que usted comprenda muy bien o haya sufrido lo suficiente. Haber sufrido es una gran cosa. Sólo entonces puede cansarse de todo. El sufrimiento debe usarse para acabar con el sufrimiento. La mayoría de las personas sencillamente siguen sufriendo. Esto explica el conflicto que tengo a veces entre director espiritual y el de terapeuta. Un terapeuta dice: "Aliviemos el sufrimiento". El director espiritual dice: "Dejémosla sufrir; se cansará de esa manera de relacionarse con la gente, y, finalmente decidirá escapar de esta prisión de dependencia emocional de otros". ¿Ofreceré un alivio o extirparé el cáncer? no es fácil decidir.
Una persona arroja airadamente un libro sobre la mesa. Déjela que siga arrojándolo sobre la mesa. No le recoja el libro y no le diga que todo está bien. La espiritualidad es consciencia, consciencia, consciencia, consciencia, consciencia, consciencia. Cuando su madre se disgustaba con usted, no decía que algo le pasaba a ella, decía que algo le pasaba a usted; de otra manera no se habría disgustado. Pues bien, hice el gran descubrimiento de que si tú estabas disgustada, mamá, algo te pasa a ti. De manera que es mejor que controles tu ira. Es tuya, no mía. Si a mi me pasa o no me pasa algo, lo analizaré independientemente de tu ira. No me voy a dejar influenciar por tu ira.
martes, 30 de enero de 2018
lunes, 29 de enero de 2018
LA PERSONA NORMAL
Cuando enseñaba en la universidad, a un famoso siquiatra le preguntó uno de sus estudiantes:
-Señor, usted nos ha descrito la persona anormal y su comportamiento; pero qué puede decimos sobre la persona normal?
-Cuando encontramos una -respondió el siquiatra-, la curamos.
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