(INICIO DEL CAPÍTULO 7)
«YO MANDO AQUÍ Y EN TODAS PARTES»
DE UN PENSAMIENTO AUTORITARIO A UN PENSAMIENTO PLURALISTA
«No trates de imponer la autoridad donde sólo se trata de la razón.»
VOLTAIRE
¿Quién dijo que toda autoridad es buena y respetable? La autoridad en manos de un delirante termina convirtiéndose en una secta; y en manos de un estúpido, en vientos de guerra. El arte de ejercer el poder democráticamente es un don que no todos ostentan. ¿Quién no ha sentido alguna vez el impulso de decirle al jefe de turno que no es merecedor del mando o del poder que tiene? Creo que nadie está en contra de la sana autoridad o del buen dirigente que organiza eficiente y humanamente los recursos disponibles.
El poder está para usarlo bien.
Durante una consulta, una niña de seis años que asistía a un parvulario posmoderno, manejado por profesoras posmodernas con un criterio educativo posmoderno, le reclamaba a su madre en tono airado: «¡Tú no eres igual a las otras mamás! ¡Tú no sabes mandar!» Al oír esto, la señora me miró pidiendo ayuda. Entonces le dije: «Intentemos educar a su hija con algo más de autoridad y disciplina, ¿le parece?», mientras la niña asentía con la cabeza y esbozaba una sonrisa de oreja a oreja. A veces no ejercer el poder cuando se dispone de él es tan contraproducente como abusar del mismo.
Erich Fromm104 hacía una diferenciación interesante entre autoridad racional (legítima, genuina) y autoridad irracional (autoritarismo). Respecto de la primera decía:
«La autoridad racional no solamente permite constantes escrutinios y críticas por parte de los individuos a ella sujetos sino que requiere de ellos; es siempre de carácter temporal y la aceptación depende de su funcionamiento.» (p. 21)
Sobre el despotismo de la autoridad irracional, afirmaba:
«Tal sistema no se basa en la razón y en la sabiduría, sino en el temor a la autoridad y en el sentimiento de debilidad y dependencia del sujeto.» (p. 22)
Un buen ejemplo de autoridad racional lo encontramos en la película El club de los poetas muertos, en la que los alumnos respetaban y admiraban al maestro por su manera de ser. Los mejores líderes no hablan tanto. Impacta más la coherencia de sus actos que el discurso. Recordemos una de las máximas de François de la Rochefoucauld:105
«Es característico de los grandes ingenios dejar entender muchas cosas con pocas palabras; las mentes estrechas, al contrario, tienen el don de hablar demasiado sin decir nada.» (p. 77)