miércoles, 16 de agosto de 2017
martes, 15 de agosto de 2017
LA PAZ PERFECTA
Cierto rey prometió un gran premio a aquel artista que pudiera captar en una pintura la paz perfecta. Muchos lo intentaron. El rey observó y admiró todas las obras, pero solamente hubo dos que en verdad le gustaron.
La primera mostraba un lago muy tranquilo espejo perfecto donde se reflejaban las montañas circundantes. Sobre ellas se encontraba un cielo azul con tenues nubes blancas. Todos los que miraron esta pintura estuvieron de acuerdo en que reflejaba la paz perfecta.
La segunda también tenía montañas, pero estas eran escabrosas. Sobre ellas había un cielo oscuro, del cual cala un impetuoso aguacero con rayos y truenos. Montaña abajo parecía retumbar un espumoso torrente de agua.
Esta imagen no se revelaba para nada pacifica. Pero cuando el rey analizó el cuadro más cuidadosamente, observó que tras la cascada, en una grieta, crecía un delicado arbusto. En él había un nido y allí, en medio del rugir de la violenta calda de agua, un pajarito.
¿Cuál cree usted que fue la pintura ganadora?
lunes, 14 de agosto de 2017
domingo, 13 de agosto de 2017
LA LEYENDA DEL CUCLILLO
El gallo francés cacarea en francés: «[Cocorico!», el gallo alemán, en alemán: «¡Kire-kiki!», y el gallo inglés, como es debido, en inglés: «¡Cook-e-doodle-do!». Los gallos hablan la lengua de sus países respectivos, ¿o quizá son los humanos quienes interpretan a su manera el grito inocente de las gallináceas? La cuestión hace sonreír, pero hay un canto que uno no puede, ciertamente, modular a su gusto: ¡el del cuclillo! En efecto, ¿cómo transformar esa música binaria, repetitiva, de una claridad tan evidente: «cucú ... cucú.,»? El que ha oído una vez la voz bien timbrada del volatinero de la primavera sabe muy bien que el cuclillo hace «cucú» y nada más. Sin embargo, en el país del Sol Naciente se afirma que el cuclillo no dice «cucú ... cucú ... », sino «kakkó ... kakkó ... » Añaden, incluso, que para ello tiene una razón excelente.
Hace muchísimo tiempo, papá cuclillo pidió un día a su hija que le rascara la espalda, cosa que él no podía hacer a pesar de sus intentos vanos y desesperados de retorcer el pico. La señorita atravesaba las tormentas de la adolescencia. Se negó a hacerlo, con el pretexto de que a papá no le gustaba cierto cuclillo juvenil que exhibía una vestimenta pardorojiza de muy mal efecto y que le hacía parecer un cernícalo hembra.
-¡Grotesco! -fulminaba papá- ¡ Un cuclillo gris se viste de gris!
-¡Tú no sabes nada, es la última moda! -replicaba su hija.
sábado, 12 de agosto de 2017
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