Maestro
Discípulo
Meditación
Tiempo
Cada vez que un discípulo está preparado, el maestro lo llama y le dice: Ahora, ¡ve! El discípulo no necesita que se lo anuncien; si necesita anunciarlo, es porque no está preparado, porque el yo está allí.
Pero depende. No todo discípulo está preparado en diez años; algunos ni siquiera lo estarían en diez vidas, y otros estarán listos en diez segundos. No es algo mecánico. Depende de la calidad, de la intensidad de la conciencia del discípulo. A veces se da: basta una mirada del maestro, y el discípulo está listo. Si está abierto, si no hay barrera, si se ha abandonado, entonces un solo momento alcanza. Ni siquiera eso es necesario, porque la cosa se produce por fuera del tiempo.
Pero, si estás calculando, pensando cuándo sucederá, porque crees que ya has esperado bastante -pasó un año, pasaron dos años, pasaron diez años y esperas, mientras nada sucede (calculas por dentro)-, entonces estás perdiendo el tiempo. Un discípulo debe abandonar la conciencia del tiempo. El tiempo pertenece al yo; corresponde a la mente. La meditación no tiene tiempo.