Eso me lleva a otro tema, a otro tópico. Pero este nuevo tema se relaciona mucho con lo que he venido diciendo y con mi indicación de ser consciente de todas las cosas que le agregamos a la realidad. Miremos esto paso a paso.
El otro día un Jesuita me contó que hace varios años estaba dando una charla en Nueva York, en donde los puertorriqueños eran muy impopulares en ese momento debido a algún incidente. Todo el mundo decía toda suerte de cosas contra ellos. de manera que en la charla dijo: "Voy a leerles algunas de las cosas que la gente de Nueva York dijo sobre ciertos inmigrantes". Lo que les leyó fue realmente lo que la gente había dicho sobre los irlandeses, y sobre los musulmanes, y sobre todas las otras olas de inmigrantes que habían llegado a Nueva York años antes. Él lo dijo muy bien: Estas personas no traen la delincuencia con ellos; se convierten en delincuentes cuando se enfrentan con ciertas condiciones aquí. Debemos comprenderlos. Si ustedes quieren solucionar la situación es inútil que reaccionen con prejuicio. Ustedes tienen que comprender, no condenar". Así es como se logra el cambio en uno mismo. No condenando, no insultándose a sí mismo, sino comprendiendo lo que está sucediendo. No llamándose a si mismo un sucio pecador. ¡No, no, no, no!
Para obtener consciencia usted tiene que ver, y no puede ver si tiene prejuicios. Miramos con prejuicio casi todas las cosas y a casi todas las personas.