lunes, 20 de febrero de 2017

TOCAR LOS MILAGROS


Según el Buda, mi maestro, la vida sólo está disponible en el aquí y el ahora. El pasado ya se ha ido y el futuro no ha llegado aún. Sólo hay un momento que puedo vivir, el momento presente. Lo que hago, es regresar al momento presente. Haciendo esto toco la vida profundamente. Mi inhalación es vida, mi exhalación es vida. Cada paso que doy es vida. El aire que respiro es vida. Puedo tocar el cielo azul y la vegetación. Puedo oír el sonido de las aves y el sonido de otro ser humano. Si somos capaces de regresar al aquí y al ahora, seremos capaces de tocar muchas maravillas de la vida que están a nuestra disposición.

YO ME OBSERVO A "MI" PERO NO PIENSO EN "MI"


domingo, 19 de febrero de 2017

AMOR


Amor
Miedo 
Religiosidad 
Aquí 
Ahora

La persona que se guía por el amor es el religioso. Una persona guiada por el amor es alguien que no le tiene miedo al futuro, que no le teme al resultado ni a las consecuencias, alguien que vive aquí y ahora.

Por eso, Krishna le dijo a Arjuna en el Gita: "No te preocupes por el resultado. Eso es lo que hace una mente que se guía por el miedo. No pienses en qué resultará de ello. Sólo quédate allí y actúa en forma íntegra. No calcules. Un hombre que se guía por el miedo está permanentemente calculando, planificando, haciendo arreglos, protegiéndose. Y así malgasta toda su vida."

He oído la historia de un viejo monje zen. Estaba en su lecho de muerte. Había llegado su último día, y declaró que esa noche dejaría de existir. Entonces, los seguidores, los discípulos, los amigos comenzaron a llegar. Se reunía gente de lugares lejanos y remotos.

Uno de sus viejos discípulos, al oír que el maestro iba a morir, corrió al mercado. Alguien preguntó:

-El maestro está muriendo en su cabaña, ¿por qué corres hacia el mercado?

SÓLO LO SABRÁ CUANDO LLEGUE AHÍ


sábado, 18 de febrero de 2017

RESIGNACIÓN NORMATIVA: «NADA VA A CAMBIAR»


El pensamiento normativo se alimenta de una serie de mandatos aparentemente irrevocables (y se esconde detrás de ellos) para justificar su conformismo y evitar la entrada de lo nuevo en escena. 

Tres de estas distorsiones que fomentan la resistencia al cambio: 

1) resignación normativa: «Nada va a cambiar»;
 2) fatalismo conformista: «El cambio no es conveniente»; y 
3) baja autoeficacia: «No seré capaz de enfrentarme a lo que viene.»

RESIGNACIÓN NORMATIVA: «NADA VA A CAMBIAR» 

La resignación normativa tiene que ver con un pesimismo de línea dura frente al cambio: «Si todo va a seguir igual, ¿para qué intentar modificar lo inmodificable?» Los resignados normativos no mueven un dedo ni colaboran, y utilizan tácticas pasivoagresivas para reafirmar su resistencia al cambio. Pero si el cambio que, supuestamente, no podía ocurrir empieza a concretarse, no saben cómo reaccionar. Algunos hacen mutis por el foro y unos pocos, a regañadientes, aceptan que la modificación ha sido posible. Duela a quien duela: las personas cambian (no todas, pero sí muchas), las organizaciones cambian (lo hacen o desaparecen), los gobiernos cambian (o los cambian), los gustos cambian, los amores sufren mutaciones o se agotan, el sexo se transforma (aunque algunos siguen ensayando la misma posición, a la misma hora, en el mismo lugar y luego preguntan qué estará fallando en la relación), el paisaje se altera, la piel cambia. En fin, la vida misma es un movimiento profundamente variable; y en esa variación constante ella nos enseña que nada permanece igual, tal como afirmaba Buda.

QUE FÁCIL ES AMAR


jueves, 16 de febrero de 2017

TAO TE KING: PRINCIPIO 16


¡Crea en ti la perfecta vacuidad!
¡Guarda la más completa calma!

Entonces, todo puede surgir a la vez,
contempla su cambio.

Cada cosa, por muchas que haya,
retorna a su raíz.

El regreso a la raíz significa calma.
La calma significa encomendarse al destino.

Entregarse al destino significa eternidad.
Conocer la eternidad significa claridad.

LA COMPASIÓN ES MUCHAS COSAS


miércoles, 15 de febrero de 2017

EL BÚNKER DEFENSIVO DE LA NORMATIVIDAD: EL CONFORMISMO COMO ESTILO DE VIDA


Para los individuos ultrarrígidos, aceptar ciegamente las normas y no incomodar a nadie (personas, grupos o instituciones) es casi un ideal de vida. Aun así, hay veces en que la irracionalidad de las normas es tal que no tenemos más remedio que actuar en defensa de nuestros derechos. 

Hace unos meses fui a pagar una cuenta que debía por el alquiler de unas películas. Eran las diez de la mañana de un sábado, y cuando extraje el número que indicaba mi turno me di cuenta de que era el 117. Me impresionó la cantidad de personas que esperaban ser atendidas. Una señora se sentó a mi lado y comentamos que era una locura tener que esperar todo ese tiempo para efectuar un pago (no tratábamos de obtener un préstamo ni estábamos buscando empleo: ¡sólo queríamos pagar!). A la conversación se sumaron otros dos vecinos de asiento y el problema de la lentitud en la atención quedó claro: había solamente dos cajas habilitadas, de nueve disponibles. Al cabo de media hora, el grupo «disidente» fue haciéndose cada vez más grande, y las protestas también. De repente la señora que estaba a mi lado se puso sobre la silla e invitó, con voz de político en campaña electoral, a la protesta activa. Un guardia de seguridad quiso hacerla callar, pero los gritos de los demás asustaron al hombre, que se limitó a decir que él solamente cumplía órdenes. Y así empezaron las consignas y las arengas pidiendo la presencia del gerente, que estaba dentro «atendiendo una llamada internacional». Finalmente, entre tembloroso y envalentonado, hizo su aparición el mandamás ante los silbidos de los afectados. La señora y otro hombre hicieron de portavoces y solicitaron que pusieran a funcionar las otras cajas. El gerente dio una explicación ridícula que incrementó aún más la indignación de la gente: «No es costumbre de la empresa que los sábados se habiliten más de dos cajas de pago.»
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