Testigo
Conciencia
Observación
Meditación
Hay un relato zen, muy absurdo, como son todos los relatos de la filosofía zen. Pero deben ser absurdos porque la vida misma lo es; retratan la vida tal como es.
Un maestro zen solía preguntarles a sus discípulos:
-Hace un tiempo puse un ganso en una botella. Ahora, el ganso creció y el cuello de la botella es demasiado angosto para que el ganso salga por allí. La botella es muy linda y no quiero romperla; así que ahora se produce un dilema. Si no se le permite salir al ganso, éste morirá. Puedo romper la botella y dejarlo salir, pero no quiero romperla: es muy linda. Tampoco quiero matar al ganso. ¿Qué harías?
¡Éste es el problema! El ganso está en la cabeza y el cuello es demasiado angosto. Puedes romper la cabeza, pero es linda. O puedes dejar morir al ganso; pero tampoco esto se puede permitir, porque tú eres el ganso.
El viejo maestro zen siguió preguntándoles a sus discípulos, agotándolos y diciéndoles que encontraran una forma... ¡pues no había tiempo!