La práctica del tonglen nos conecta con el sufrimiento, el nuestro propio y el que nos rodea, allí donde vayamos. Es un método para superar el miedo al sufrimiento y disolver la tensión de nuestros corazones. En primer lugar, es un método para despertar la compasión innata en todos nosotros, por muy crueles o fríos que parezcamos.
Empezamos a practicar asumiendo sobre nosotros el dolor de una persona que sabemos que sufre y a la que queremos ayudar. Por ejemplo, si sabemos de un niño que está sufriendo, inspiramos con el deseo de apartar de él todo el miedo y el dolor. A continuación, en la espiración, le enviamos felicidad, alegría o cualquier otra cosa que le alivie. Este es el núcleo de la práctica: inspirar el dolor del otro para que pueda sentirse bien y tener más espacio para relajarse y abrirse; y espirar, enviándole relajación y lo que sintamos que le aporta alivio y felicidad.
Sin embargo, a menudo somos incapaces de realizar la práctica porque nos encontramos cara a cara con nuestro propio miedo, con nuestra propia resistencia e ira, o con cualquier otro dolor personal del momento.