¿Reír o llorar?: Heráclito «versus» Demócrito
La vida puede ser vista como un teatro donde interpretamos distintos papeles. Podemos actuar en una tragedia o en una comedia. La forma de afrontar la existencia te ubica en un género o en otro: reír o llorar, optimismo o pesimismo, satisfacción o melancolía, ilusión o desesperanza, burla o seriedad, informalidad o gravedad. La mayoría de nosotros fluctuamos entre un polo y otro, aunque es posible establecer una preferencia. Para aclarar este punto, consideremos un ejemplo que nos llega de la historia de la filosofía.
Un número considerable de pensadores han señalado a dos filósofos de la Antigüedad como representantes fidedignos de los extremos citados: Heráclito (desgarrado y quejica) y Demócrito (risueño y burlón).56 En su Ensayo I, Montaigne57 se refiere a ellos de la siguiente manera:
«Demócrito y Heráclito fueron dos filósofos, el primero de los cuales, estimando vana y ridícula la condición humana, no salía en público sino con semblante burlón y sonriente. Heráclito, sintiendo piedad y compasión de esa misma condición nuestra, tenía el semblante apenado continuamente y los ojos llenos de lágrimas.» (p. 371)









