Existe una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad.
Contrariamente a lo que muchos piensan, la fuerza de voluntad no es una virtud innata, sino una capacidad que se adquiere y se ejercita con la práctica. Se trata de un puente entre el «pienso» y el «hago», la pieza clave que transforma la idea en acto, convirtiéndola en realidad.
Solo son necesarios pequeños cambios en nuestros hábitos cotidianos para fortalecer nuestra voluntad.