lunes, 25 de julio de 2016
domingo, 24 de julio de 2016
EL VIAJE HACIA LA CIMA INVERTIDA
Accedemos a bodhichitta (corazón noble o despierto) en esos momentos en que cuidamos de las cosas, cuando limpiamos los cristales de nuestra gafas o cepillamos nuestro pelo. Está disponible en los momentos en que apreciamos las cosas, cuando percibimos el cielo azul o nos detenemos a escuchar la lluvia. Está disponible en momentos de gratitud, cuando recordamos un acto de bondad o reconocemos el coraje de otra persona. Está disponible en la música y en la danza, en el arte y en la poesía. Cuando dejamos de apegarnos a nosotros mismos y miramos al mundo que nos rodea, cuando conectamos con el dolor o con la alegría, cuando abandonamos el resentimiento y la queja, en esos momentos está presente la bodhichitta.
El despertar espiritual suele ser descrito como una viaje a la cima de una montaña: dejamos atrás nuestros apegos y nuestra mundaneidad y poco a poco vamos haciendo el camino hacia la cima, y al llegar a ella hemos trascendido todo dolor. El único problema de esta metáfora es que dejamos atrás a todos los demás: a nuestro hermano el borracho, a nuestra hermana esquizofrénica, a nuestros animales atormentados y a nuestros amigos. El sufrimiento continúa igual, nuestra huida personal no lo ha aliviado en nada.
CONSCIENTE DE TU VIDA II
18 CUENTO ZEN: Maestro, ¡dame otro ejemplo de cómo vivir con atención!
Hijo, otro ejemplo es estar plenamente consciente en todo momento de lo que hacen los demás y del por qué lo hacen. Por ejemplo, veo que me preguntas y me preguntas y me preguntas en lugar de estar haciendo tus deberes.
¡Deja de preguntar y ve a barrer tu cuarto, arreglar tu closet, y poner en orden tus cosas, granuja! Comienza por estar consciente de ti mismo y tus cosas.
Cuento zen #18
Cuentos Zen para la Vida Diaria y los Negocios
Diálogos para una aproximación zen a una vida plena
Mariano Merino
sábado, 23 de julio de 2016
viernes, 22 de julio de 2016
APELACIÓN A LA AUTORIDAD
La siguiente frase la he oído infinidad de veces: «¡Pero cómo se te ocurre dudar, si lo ha dicho el maestro!» Llámese «jefe», «dueño», «líder», «mayor accionista» o «gobernante», una de las claves defensivas de las mentes dogmáticas es recurrir al poder de la autoridad moral, política o religiosa para defender sus ideas.
En cierta ocasión, asistí por curiosidad a una sesión de un grupo que hacía regresiones por medio de hipnosis y cuyo fin era acceder a la sabiduría de un maestro ya fallecido. La médium, por decirlo de alguna manera, era la secretaria del líder, y a su vez era hipnotizada por él. Tras presenciar varios intentos de contacto con el supuesto médico en el plano astral, una señora, no muy convencida de lo que estaba observando, preguntó: «¿Cómo saben que el supuesto maestro ancestral no es un farsante o que la secretaria, de manera no consciente, está diciendo lo que el jefe espera que diga?» De inmediato, el ambiente adquirió un clima de profanación. La mujer que había hecho la pregunta insistió: «¿No hay posibilidad de que estén equivocados?» La respuesta de los organizadores no se dejó esperar: «¡Pero lo dijo el maestro desde la otra vida! ¿No alcanza a ver usted la importancia de esto?» La señora contestó con tranquilidad que no veía tal importancia. Entonces, la esposa del líder se paró y dijo en tono ceremonial: «No es posible que se trate de un farsante, porque nos habríamos dado cuenta... Además, si fuera una estafa nuestra vida dejaría de tener sentido, porque el maestro nos ha enseñado la misión...».
jueves, 21 de julio de 2016
LA «PERLA DE VIENTO»
Esta historia es ahora cosa del pasado. Hace muchísimos siglos, el rey de un minúsculo estado tenía un solo hijo. Ha-Xin era un príncipe hermoso y bien plantado, valiente, servicial y de carácter amable, pero tenía un grave defecto. Era lento, indolente, indeciso. Siempre era el último en las carreras, las justas, los torneos y las fiestas de la corte. Cuando el gran chambelán, el padre de la muchacha a la que amaba, organizaba todos los años el baile de la cosecha, dejaba que sus rivales se le adelantaran. Y la deliciosa Lin- Fang, de cabello negro de azabache, nuca de leche y ojos llenos de estrellas, danzaba toda la noche con otros.
Todo esto a la larga entristeció tanto a Ha-Xin que éste decidió ir a pedir ayuda al dios de la montaña. Partió a caballo y viajó largo tiempo. Pasó por mil peligros y atravesó noventa y ocho montañas. Finalmente llegó ante la montaña que hacía noventa y nueve. Sus laderas eran tan escarpadas que tuvo que bajar del caballo y trepar asiéndolo de la brida. Al llegar a la cumbre descubrió a una anciana que hilaba bajo un inmenso pino:
-¿Qué buscas, extranjero? -le preguntó la anciana.
-Vengo de muy lejos, honorable abuela -dijo con su cortesía habitual- para consultar al dios de la montaña y solicitar su ayuda.
miércoles, 20 de julio de 2016
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