Haré referencia a tres aspectos claves que conforman la manera de pensar dogmática:egocentrismo (el mundo gira a mi alrededor), arrogancia / soberbia (lo sé todo) y ausencia de autocrítica e intolerancia a la crítica (nunca me equivoco).
3.- AUSENCIA DE AUTOCRÍTICA E INTOLERANCIA A LA CRÍTICA: NUNCA ME EQUIVOCO
Un pensamiento sin conciencia de sus limitaciones es un pensamiento incompleto. Mantener una saludable actitud crítica significa no aceptar ideas o doctrinas sin haberlas sometido antes a un análisis cuidadoso para evaluar su verdad, su falsedad o las dudas que de ellas puedan surgir. Las personas que no le temen a la crítica son inconformistas y poseen la dosis de incredulidad necesaria para acceder a todo tipo de información sin escandalizarse ni ofenderse.
«Dudar de todo, dudar frente a la afirmación y la negación», promulgaban los escépticos, quienes sostenían que todo pensamiento es incierto y que no tenemos acceso a la verdad definitiva. En el siglo II d. C., Sexto Empírico40 (quizá el mayor divulgador del escepticismo antiguo) sostenía que la «duda» y «cierto relativismo» no sólo eran el mejor antídoto contra los dogmáticos, sino que permitían alcanzar la «tranquilidad del alma», que para ellos no era otra cosa que la «indiferencia».
¿Qué es la autocrítica? Examinar las propias creencias, valores y comportamientos y descubrir, si lo hubiera, lo inútil, lo absurdo o lo peligroso de nuestra manera de pensar. Sospechar razonablemente de uno mismo permite rasgar el velo de las apariencias y ampliar el autoconocimiento. La autocrítica no debe ser siempre destructiva. No se trata de castigarse despiadadamente: abrir la mente a la autobservación y a la autoevaluación inteligente significa dejar entrar la duda razonable y someterse al fuero de la razón.