lunes, 28 de diciembre de 2015
domingo, 27 de diciembre de 2015
DEJAR DE CULPARSE
En cada uno de nosotros hay mucha delicadeza, mucho corazón. El punto de partida tiene que ser conectar con ese lugar delicado, de eso trata la compasión. Cuando dejamos de culparnos el tiempo suficiente como para concedernos un espacio abierto en el que sentir nuestra delicadeza, es como si nos inclinásemos a tocar la gran herida que está justo debajo de la armadura que desarrollamos debido a la culpa. Algunas palabras budistas, como compasión y vacuidad, no significan gran cosa hasta que empezamos a cultivar nuestra capacidad innata de estar ahí en compañía del dolor, con el corazón abierto y la voluntad de no tratar de ponernos inmediatamente un suelo bajo los pies. Por ejemplo, si sentimos rabia, habitualmente asumimos que sólo tenemos dos formas de relacionarnos con ella: una es culpar a terceros, cargárselo a otros, dirigir la culpa hacia todos los demás; la otra alternativa es culparnos a nosotros mismos por la rabia que sentimos.
Culpar es una manera de solidificarnos, de agarrarnos a algo. Señalamos con el dedo porque algo es «incorrecto», pero también porque deseamos que las cosas se hagan de modo «correcto». En cualquier relación permanente (sea el matrimonio, la paternidad, la relación laboral, la pertenencia a una comunidad espiritual o cualquier otra) es muy posible que nos descubramos queriendo «mejorarla», porque nos sentimos un poco nerviosos.
Quizá esa relación no está respondiendo a nuestras expectativas, por eso la justificamos, la seguimos justificando y tratamos de que sea excelente. Decimos a todo el mundo que nuestro esposo o esposa, hijo, profesor o grupo de apoyo está haciendo algún tipo de acción antisocial por muy buenas razones espirituales. O salimos con alguna creencia dogmática a la que nos aferramos denodadamente(valientemente) para poder contar con un suelo bajo nuestros pies. Sentimos que tenemos que hacer las cosas bien según nuestros criterios. Si no podemos continuar con una situación dada, la tiramos por la borda y la demonizamos porque pensamos que ésa es nuestra única alternativa. Las cosas han de estar bien o mal.
sábado, 26 de diciembre de 2015
¿QUÉ TE IMPIDIÓ PONER LÍMITES?
Una ruptura afectiva, puedes sacar provecho psicológico de ella. La siguiente guía de seis pasos, te ayudará a pensar ordenadamente la cuestión.
3. ¿QUÉ TE IMPIDIÓ PONER LÍMITES?
En este punto debes tratar de determinar por qué negociaste lo que no era negociable y aguantaste lo inaguantable. Porque dejaste de ser tú. ¿Qué te lo impidió?
¿La culpa, la presión social, el miedo a la soledad, la dependencia, la sumisión, la falta de asertividad, la esperanza? En las relaciones sanas, se marcan límites constantemente (es normal hacerlo) y cuando uno se pasa de la raya, el otro le hace caer en la cuenta de que se ha extralimitado. Pero «quien calla otorga», así que cada vez que accedías abnegadamente a hacer lo que no deseabas, te convertías en cómplice de tu propio malestar. No estoy avalando una actitud incomprensiva y egocéntrica respecto a lo que piensa y siente la pareja, sino defendiendo un estilo de vida donde la infelicidad no sea la norma.
viernes, 25 de diciembre de 2015
AMOR: EL ESPÍRITU NO BLOQUEADO
Hay un proverbio chino que dice:
"Cuando el ojo no está bloqueado, el resultado es la visión. Cuando la mente no está bloqueada, el resultado es la sabiduría, y cuando el espíritu no está bloqueado, el resultado es el amor."
Ser transformado en amor, eso es amar a Dios.
¿Qué mérito tendrías si saludases tan sólo a los que te saludan? ¿Y si amases tan sólo a los que te aman? Tú tienes que ser amor total, como el Padre celestial es todo amor.
Cuanto más amas a los otros, más puedes hacer sin ellos. Cuanto más amas a los otros, más puedes hacer con ellos.
¡Sólo hay una necesidad! Esa necesidad es amar. Cuando alguien descubre eso, es transformado. Cuando la vida se vuelve oración... la espiritualidad se traslada a nuestros actos.
Cuando sabes amar es señal de que has llegado a percibir a las personas como semejantes a ti. Nadie hay mejor ni peor que tú.
jueves, 24 de diciembre de 2015
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