Por eso os digo: ¡Cuidado al leer la Biblia!. Leerla con lógica, teniendo presente la cultura de las gentes que la escribieron, cuya iluminación que transmiten nada tiene que ver con el contexto desde donde la escriben. Una cosa es el mensaje y otras el tiempo y las formas. Hay que leerla con apertura, sin apegarte a las formas, sabiendo comprender su esencia. También a Jesús le rechazaron por hereje. Cuando leáis las Escrituras tened en una mano la Biblia y en la otra el telescopio.
Nota: De Mello hace alusión sobre el telescopio, por la negativa de la iglesia de hacer uso de él cuando Galileo se los pedía. Decían era dudar de dios.
Buscar siempre la verdad. La verdad es lo importante, venga de donde venga, si de la ciencia, si de Buda o de Mahoma, lo importante es descubrir la verdad en donde todas las verdades coinciden, porque la verdad es una. No se puede tener miedo a mirar por el telescopio.
Hay muchos santos que, sin conocer la Biblia, se han encontrado con la realidad. El verdadero texto es la vida. La Biblia nos refiere la vida, y por ello es un medio, pero también es un mito, que trata de expresar lo inexplicable en palabras, en forma de historias, para que de ella saquemos el significado de la vida que es el mensaje de Dios.
Algunos mitos son históricos y otros no. La vida de Jonás no es histórica, la de Jesús sí. Nuestra mente humana no está preparada para ver la realidad de la vida y se queda en los conceptos que tratan de expresar el mensaje de esos mitos. La vida histórica de Jesús se ha convertido en un mito y hay que desmitificarla para recobrar la frescura de un mensaje que está vivo.
Dejar fuera de la Biblia los fanatismos, los límites culturales, costumbres y prejuicios del pueblo judío de aquella época.