domingo, 17 de mayo de 2015
sábado, 16 de mayo de 2015
REGRESO AL CENTRO
Si sientes que oscilas un poco a izquierda y derecha y no sabes dónde está tu centro, eso simplemente demuestra que ya no estas en contacto con tu hara (el punto que está cinco centímetros por debajo del ombligo), de modo que debes crear ese contacto.
Por la noche, cuando te vayas a dormir, échate en la cama, apoya las dos manos cinco centímetros por debajo del ombligo y presiona un poco. Luego empieza a respirar, respira hondo, y sentirás cómo ese centro sube y baja con la respiración. Siente toda la energía que tienes ahí como si te encogieras y existieras como un pequeño centro, como una energía muy concentrada. Hazlo durante diez o quince minutos, y luego quédate dormido.
viernes, 15 de mayo de 2015
LOS DOS ÁRBOLES (Fábula)
Érase una vez un niño de diez años, muy listo para su edad. Un día, aquel niño fue a visitar a su abuelo, acudió a su casa con una idea fija en mente: quería triunfar en la vida y estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para lograrlo.
Su abuelo había sido una persona exitosa, por lo que si había algún secreto, sin duda se lo contaría. Sin más, le preguntó:
- Cuando crezca, quiero tener mucho éxito, como tú. ¿Puedes darme algún consejo para alcanzarlo?
El abuelo no le respondió, cogió al niño de la mano y lo llevó al vivero donde solía comprar las plantas. Entonces le pidió que eligiera dos árboles.
Al llegar a casa, los plantaron. Colocaron uno en el jardín y otro en una maceta, dentro de casa.
- ¿Cuál de los dos árboles crecerá mejor? – preguntó entonces el abuelo.
El niño se tomó unos minutos para pensar y respondió:
jueves, 14 de mayo de 2015
EL ANILLO ESPECIAL (Fábula)
Un alumno de una aldea rural llegó donde su maestro con un problema.
—Estoy aquí, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Dicen que no sirvo para nada, que no hago nada bien, que soy tonto e idiota. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?
El maestro, sin mirarlo, le dijo:
—Lo siento mucho, joven, pero ahora no puedo ayudarte. Primero debo resolver mi propio problema, tal vez después...
Y haciendo una pausa continuó:
—Si tú me ayudas, y puedo resolver mi problema rápidamente, quizás pueda ayudarte a resolver el tuyo.
—Claro, maestro —murmuró el joven. Pero de nuevo se sintió disminuido.
miércoles, 13 de mayo de 2015
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