Érase una vez un niño de diez años, muy listo para su edad. Un día, aquel niño fue a visitar a su abuelo, acudió a su casa con una idea fija en mente: quería triunfar en la vida y estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para lograrlo.
Su abuelo había sido una persona exitosa, por lo que si había algún secreto, sin duda se lo contaría. Sin más, le preguntó:
- Cuando crezca, quiero tener mucho éxito, como tú. ¿Puedes darme algún consejo para alcanzarlo?
El abuelo no le respondió, cogió al niño de la mano y lo llevó al vivero donde solía comprar las plantas. Entonces le pidió que eligiera dos árboles.
Al llegar a casa, los plantaron. Colocaron uno en el jardín y otro en una maceta, dentro de casa.
- ¿Cuál de los dos árboles crecerá mejor? – preguntó entonces el abuelo.
El niño se tomó unos minutos para pensar y respondió:









