domingo, 29 de marzo de 2015

DESPIERTE PARA SIEMPRE


Sutra 30: Despierto para siempre.

Todo surge y desaparece. Pero quien despierta, lo hace para siempre.
(Budha).

Tienes 2 maneras de vivir: cayendo o creciendo. Caer es fácil porque te ayuda la gravedad, la sociedad, la multitud, los que te acondicionan. Para caer basta con dejarse estar, dejarse dirigir, ser obediente. Pero crecer es difícil. Para crecer hay que desobedecer, hay que vencer el ego, vencerse a uno mismo, evolucionar.

VIVIR SIN REGLAS, SIN PRISA


AFRONTAR EL DOLOR PROFUNDO


sábado, 28 de marzo de 2015

NO PIENSES EN EL DOLOR, SOLO EXPRÉSALO, SIÉNTELO


CUANDO NO HAY ESCAPATORIA, EXISTE UN CAMINO QUE PERMITE ATRAVESAR EL DOLOR; por tanto, no te alejes de él. Afróntalo. Siéntelo plenamente. Siéntelo, ¡no pienses en él! Exprésalo si es necesario, pero no crees un guión mental con el dolor. Pon toda tu atención en lo que sientes, no en la persona, evento o situación que parece causarlo.

No dejes que la mente use el dolor para crearse con él una identidad de víctima. Compadecerte de ti mismo y contar tu historia a los demás te mantendrá atrapado en el sufrimiento.

Como es imposible huir del sentimiento, la única posibilidad de cambio es entrar en él; si no lo haces, no cambiará nada.

VIVIR CON SABIDURÍA


viernes, 27 de marzo de 2015

TÚ ERES TUS HIJOS


En tu condición de padre o madre, has de escuchar a tu hijo o a tu hija; es algo muy importante porque tu hijo forma parte de ti, y tu hija también. Tu hijo es una continuación de ti. La tarea más importante que tienes es restablecer la comunicación entre tú y tu hijo. Si tu corazón no funciona bien, si tu estómago no está sano, no piensas en cortártelos y tirarlos. No puedes decir: «¡Tú no eres mi corazón, porque él no se comportaría así! ¡Tú no eres mi estómago, porque él no se comportaría así! ¡No quiero saber nada de ti!», porque sabes que no sería una conducta inteligente. Quizá sólo digas estas cosas a tu hijo o a tu hija, pero tampoco es inteligente.

Si eres una mujer, cuando concibes un hijo en el útero, consideras que tú y tu bebé constituís una unidad. A veces incluso conversas con él: «No te muevas, amorcito mío. Sé que estás ahí». Se lo dices con amor. Además te fijas en lo que consumes, porque sabes que cualquier cosa que comas o bebas, la estará ingiriendo también tu hijo. Sabes que tus penas y alegrías son las penas y alegrías de tu bebé. Que tú y él sois una misma cosa.

EL CAMINO A LA PLENITUD


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