El mundo es vasto y el hombre está desamparado. Es difícil, muy difícil, pero una vez que aceptas el sufrimiento humano básico te invadirá una calma absoluta.
Es más fácil aceptar la desdicha propia que la de otro. Incluso resulta posible aceptar el sufrimiento de otro, pero la desdicha de un niño: inocente, desvalido, que sufre sin ninguna causa aparente; no puede replicar, tampoco protestar o defenderse. Parece tan injusto, feo, horrible, que es difícil de aceptar.
Pero recuerda que no solo el niño está desamparado, sino tú también. En cuanto entiendas tu propio desamparo, la aceptación llegará como una sombra. ¿Qué puedes hacer? También tú estas desamparado. No digo que te vuelvas duro como una piedra. Siéntelo, pero sabe que estas desamparado. El mundo es vasto y el hombre está desamparado. En el mejor de los casos, podemos sentir compasión. Y aunque hagamos algo, no hay certeza de que nuestra acción vaya a ayudar... quizá cause más desdicha.