sábado, 14 de marzo de 2015
viernes, 13 de marzo de 2015
LOS CINCO ANCIANOS CREAN AL HOMBRE
ANTES de que el cielo y la tierra se separaran, todo lo que existía era una esfera de vapor de agua, a la que se denominaba caos. En aquel tiempo se formaron los espíritus de los cinco componentes principales y de ellos surgieron cinco ancianos. El primero recibía el nombre del Anciano Amarillo y era el que reinaba sobre la tierra. El segundo era el Señor Rojo, el señor del fuego; el tercero, el Señor Oscuro, que reinaba sobre las aguas; el cuarto recibía el nombre de Príncipe de la Madera y era el señor de la madera. El quinto recibía el nombre de Madre de los Metales y era la señora de los metales. Los cinco ancianos pusieron sus espíritus en movimiento, de forma que el agua y la tierra descendieron. El cielo se quedó suspendido en las alturas y la tierra se quedó anclada en las profundidades. Las aguas se reunieron formando ríos y mares, de forma que las montañas y las llanuras quedaban sobre ellas. Luego se abrieron los cielos y la tierra se dividió. Aparecieron el sol, la luna y todas las estrellas; el viento, las nubes, la lluvia y el rocío. El Anciano Amarillo hizo que la fuerza en su estado más puro rodeara a la tierra y conjugó la acción del agua y del fuego.
Surgieron hierbas y árboles, pájaros, animales y la familia de las serpientes y escarabajos, de los peces y tortugas. El Príncipe de la Madera y la Madre de los Metales reunieron la luz y las tinieblas, y crearon a partir de ellos el género humano, dividiéndolo en hombres y mujeres. El mundo surgió así progresivamente.
En aquel tiempo existió una persona, al que se denominaba el verdadero Príncipe del Palacio de Jade. Había llegado a adquirir, gracias a sus cuidados, la fuerza de la magia. Los cinco ancianos le rogaron que reinara como la máxima divinidad. Vivía por encima del cielo trigésimo tercero, ocupando el palacio de jaspe de piedra nefrítica blanca con puertas de oro. Por delante de él se encontraban los administradores de las veintiocho moradas de la luna y los dioses del trueno y el gran oso, aparte de un tipo de dioses con malos influjos asesinos. Todos ellos ayudaron al verdadero Príncipe del Palacio de Jade a reinar sobre los mil géneros que existían bajo los cielos, y a repartir la vida y la muerte, la suerte y la desgracia. El señor del palacio de cristal es ahora el dios superior: el señor de la piedra nefrítica.
Los cinco ancianos se retiraron después de haber acabado su obra y vivieron desde entonces en una tranquila pureza. El Señor Rojo vive en el sur convertido en el dios del fuego, el Señor Oscuro vive en el norte y es el gran señor del oscuro cielo del Polo Norte. Vive en un palacio de agua cristalizada. Fue él quien envió en una época posterior a Confucio, hombre santo, a la tierra, por eso se le llama a este santo Hijo del cristal. En el este vive el Príncipe de la Madera. Es adorado como el señor verde y gobierna sobre la procreación y el nacimiento de todos los seres. Tiene la fuerza de la primavera y es el dios del amor. La Madre de los Metales vive al oeste del palacio de jade, también se la llama la Reina Madre del oeste.
Dirige las danzas de las hadas y domina los cambios y el crecimiento. El Anciano Amarillo vive en el centro, siempre está deambulando por el mundo, para ayudar y salvar en caso de cualquier necesidad. Cuando llegó por primera vez al mundo era el Señor Amarillo, el que enseñó todas las artes a los hombres. En una época posterior descubrió el sentido del mundo en la Montaña del Éter y se fue al sol. Bajo el reinado de la dinastía Dschou volvió a renacer como Li Oerl. Su madre estuvo veintiún años encinta antes de que le diera a luz. A su nacimiento tenía el cabello y la barba blancos, por lo que se le dio el nombre de Lao Tse (Viejo Niño). Escribió el libro del Pensamiento y la vida y extendió sus enseñanzas por el mundo. Es venerado como la más alta figura del taoísmo. Al comienzo de la dinastía Han volvió con figura de anciano al río (Ho Schan Gung). Extendió poderosamente la enseñanza del tao, de forma que en cada época el taoísmo produce importantes frutos. Su enseñanza se denomina hasta hoy en día con el nombre de la enseñanza del Anciano Amarillo, y también existe un dicho: «Primero fue Lao Tse; luego, después de él, el cielo». Esto hace justamente referencia a que Lao Tse era precisamente el Anciano Amarillo de los orígenes.
Extraído del libro:
Cuentos chinos
Relatos populares de la mitología china
Richard Wilhelm
jueves, 12 de marzo de 2015
CENTRARSE EN LO BUENO Y EXAGERARLO
Cuatro maneras de idealizar al ser amado y distorsionar la realidad a favor del «amor»
2.- CENTRARSE EN LO BUENO Y EXAGERARLO
Es la otra cara de la ceguera amorosa: resaltar al máximo los aspectos positivos de la persona amada y exagerarlos. Felicitar y celebrar el buen comportamiento por encima de los negativos, aunque estos últimos sean muchísimos y considerablemente más graves. Es la compulsión por el refuerzo que se centra exclusivamente en lo «bueno» y lo multiplica hasta crear la impresión de que todo en la pareja es maravilloso.
De esta manera, el enamorado se dedica apremiar y elogiar al otro por cualquier cosa, aunque sea lo más normal del mundo: «¡Eres maravilloso!», «¡Eres genial!», «¡No hay nadie como tú!», «¡No pareces de este planeta!», y cosas por el estilo. No pienso que debamos ser rigurosamente objetivos con la persona amada (entre otras razones, porque el amor no nos deja), pero una cosa es el juego del embellecimiento romántico e inofensivo y otra, ver grandiosidad donde no la hay.
miércoles, 11 de marzo de 2015
LA MENTE
Interlocutor: Hay muchos libros interesantes escritos por gentes aparentemente muy competentes, en los que se niega la ilusoriedad del mundo (aunque no su transitoriedad). Según ellos, existe una jerarquía de seres, desde el más bajo al más alto; en cada nivel la complejidad del organismo permite y refleja la profundidad, la amplitud y la intensidad de la consciencia, sin ninguna culminación visible o cognoscible. Una ley suprema gobierna por todas partes: la evolución de las formas por el crecimiento y el enriquecimiento de la consciencia y la manifestación de sus potencialidades infinitas.
Mah: Esto puede ser así, o no. Incluso si es así, lo es solo desde el punto de vista de la mente, pero de hecho el universo entero (mahadakasha) existe solo en la consciencia (chidakasha), mientras que yo tengo mi estación en lo Absoluto (paramakasha). En el ser puro emerge la consciencia; en la consciencia el mundo aparece y desaparece. Todo lo que es, es mí mismo; todo lo que es, es mío. Antes de todos los comienzos, después de todos los finales —yo soy. Todo tiene su ser en mí, en el «yo soy», que brilla en todo ser vivo. Incluso el no ser es impensable sin mí.
Ocurra lo que ocurra, yo debo estar ahí para presenciarlo.
Int: ¿Por qué le niega usted el ser al mundo?
Mah: Yo no niego el mundo. Yo lo veo como aparece en la consciencia, que es la totalidad de lo conocido en la inmensidad de lo no conocido.
Lo que comienza y acaba es mera apariencia. El mundo se puede decir que aparece, pero no que es. La apariencia puede durar mucho en alguna escala de tiempo, y ser muy breve en otra, pero finalmente equivale a lo mismo. Todo lo que está sujeto al tiempo es momentáneo y no tiene ninguna realidad.
martes, 10 de marzo de 2015
DESILUSIÓN
Comprender que aquello a lo que hasta ahora habías llamado amor no era tal, es una de las percepciones más importantes. Cuando esto acontece, muchas cosas se hacen factibles.
La gente no deja de pensar que ama, y esa se convierte en su mayor ilusión... y cuanto antes se desilusione, mejor. El amor es algo tan raro que no puede estar tan fácilmente disponible para todos. Es tan raro como llegar a ser un Buda, nada menos.
La percepción de que no conoces el amor es buena, pero te entristecerá, te volverá taciturno. Sin embargo, no te preocupes, porque la mañana nace de una noche oscura. Cuanto más oscura es la noche, más cerca está la mañana.
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