Recuerdo que hace unos años, durante un entrenamiento como terapeuta de familia, presencié detrás de un cristal una sesión de terapia de pareja manejada por un colega genial.
El y ella de unos veinticinco años cada uno, exponían sus puntos mas o menos similares:
“No va mas. Nos queremos separar... Se terminó”. El terapeuta preguntó por la edad de los hijos y la mujer contestó: “El mayor tiene tres años y la bebita seis meses”. Entonces el terapeuta sugirió que la separación podría dañar a los niños, y el marido dijo: “Es que no somos felices...”.