lunes, 21 de abril de 2014
VIDA Y MUERTE
Las meditaciones de vida y de muerte te pueden ayudar tremendamente.
Por la noche, antes de irte a dormir, realiza esta meditación de quince minutos. Es una meditación sobre la muerte. Túmbate y relaja el cuerpo. Siente como si te estuvieras muriendo y que no puedes mover el cuerpo porque estas muerto. Crea la sensación de que estas desapareciendo del cuerpo. Hazlo durante diez, quince minutos, y a la semana empezaras a sentirlo. Quédate dormido meditando de esa manera. No lo interrumpas. Deja que la meditación se convierta en sueño y, si el sueño te vence, entra en él.
domingo, 20 de abril de 2014
LA DECISIÓN DE AMAR
Un individuo fue a visitar a un consejero para decirle que ya no quería a su esposa y que pensaba separarse.
El consejero lo escuchó, lo miró a los ojos y solamente le dijo una palabra:
—Ámala. —Luego se calló.
—¡Pero es que ya no siento nada por ella!
sábado, 19 de abril de 2014
EL ÚLTIMO ABRAZO
Esta es la narración de un anónimo conductor de taxi, en alguna ciudad del mundo:
Hace veinte años yo manejaba un taxi para vivir. Lo hacía en el turno nocturno y mi taxi se convirtió en un confesionario móvil. Los pasajeros se subían, se sentaban atrás y me contaban acerca de sus vidas. Encontré personas cuyas vidas me asombraban, me ennoblecían, me hacían reír o me deprimían. Pero ninguna me conmovió tanto como la mujer que recogí muy tarde en una noche de agosto.
viernes, 18 de abril de 2014
LA SOLEDAD, ¿EL ENEMIGO?
Generalmente, la soledad nos parece un enemigo. El dolor de corazón no es algo que elijamos invitar a nuestra vida.
jueves, 17 de abril de 2014
DAR ES LA MEJOR COMUNICACIÓN
Puede ser un sueño, pero el vídeo no deja de ser un momento de reflexión.
CURANDO AL NIÑO HERIDO QUE HAY EN TU INTERIOR
Muchos de nosotros tenemos aún un niño herido viviendo en nuestro interior. Quizá las heridas nos las hayan producido nuestro padre o nuestra madre. O tal vez a nuestro padre le hirieran de niño. A nuestra madre también pueden haberla herido cuando era niña.
Como no supieron curar las heridas de su infancia, nos las han transmitido. Si nosotros no sabemos transformar y curar las heridas que hay en nosotros, las vamos a transmitir a nuestros hijos y nietos. Por eso hemos de volver al niño herido que hay en nosotros y ayudarle a curarse.
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