Había un chico de doce años que venía a Plum Village cada verano para practicar con otros jóvenes.
Tenía un problema con su padre, porque cada vez que cometía un error o se caía y se lastimaba, su padre en vez de ayudarle, le gritaba y le insultaba diciendo: « ¡Qué estúpido eres! ¿Cómo puedes hacerte algo así?». Le gritaba sólo porque se había caído y se había hecho daño. Así que para él su progenitor no era una persona afectuosa ni un buen padre. Se prometió que al crecer, casarse y tener hijos, nunca los trataría de ese modo. Si mientras estaba jugando su hijo se caía y se lastimaba sangrando un poco, en vez de gritarle le abrazaría e intentaría ayudarle.








