Un hacendado coleccionaba caballos y sólo le faltaba un ejemplar de una determinada raza. Un día se enteró de que su vecino tenía tal ejemplar y trató, día tras día, de persuadir a su vecino para que se lo vendiera. Cuando pudo hacerse al animal, un mes después el caballo enfermó y hubo necesidad de llamar al veterinario quien diagnosticó:
—Su caballo está con un virus y es necesario administrarle este medicamento por tres días consecutivos; luego de los tres días veremos si ha mejorado. Si no lo ha hecho entonces, no quedará más remedio que sacrificarlo.