miércoles, 21 de agosto de 2013
MUJERES GORDAS
Muy peculiar punto de vista de Osho sobre las mujeres gordas:
En Occidente ha arraigado la idea estúpida de que la gordura está mal. De hecho, en Oriente gustan más las mujeres gordas.
Observad a las actrices hindúes. En la India, gustan más las mujeres gordas. Una mujer delgada no es natural. Puede estar a dieta y forzándose a tratar de permanecer flaca, pero no es natural.
Deja que la naturaleza siga su curso y todas las mujeres engordarán. Tienen que hacerlo, porque una mujer ha de acopiar más grasa para el niño. Un hombre no puede acumular tanta grasa. Carece de espacios vacíos en su interior, pero una mujer tiene muchos. Los necesita; son reservas de energía. Cuando el bebé llegue al útero, necesitará mucha energía, grasa, alimento, y la mujer no podrá comer, de modo que esa reserva ayuda. Solo una mujer gorda puede ser una buena madre.
Pero en Occidente ha surgido un concepto estúpido. No te preocupes por él. No para de cambiar. Se modifica en cada época. A veces a la gente le encantan las mujeres gordas, otras las delgadas; es como una moda. Y las mujeres jamás han expresado qué es lo que realmente les gustaría ser. Siempre miran al hombre y lo que a este le gusta.
Si observas las antiguas estatuas hindúes, los templos Khajuraho, Konark y Puri, siempre encontrarás mujeres gordas, porque en la India siempre han honrado la maternidad de la mujer. Así que no te preocupes. ¡Disfrútalo! ¡Hazte hindú!
Del libro:
DÍA A DÍA
Osho
Día 164
DÍA A DÍA
Osho
Día 164
martes, 20 de agosto de 2013
¿EXISTE REALMENTE LA LIBERTAD?
Ser libre es poder hacer lo que uno quiere.
Y entonces, la pregunta que se dibuja es: ¿Existe realmente la libertad?
Porque sabemos que nadie puede hacer “todo” lo que quiere...
Nadie puede, por lo tanto, ser totalmente libre.
Si nos detenemos brevemente no podremos evitar llegar hasta esa horrible conclusión:
Que no podemos ser libres. Por lo menos no absolutamente libres.
Y nos consolaremos pensando que, por lo menos, podemos conquistar algunas libertades.
Por ejemplo, la libertad de pensamiento.
Acaso un poquito limitados por nuestra educación, y un poco más aún restringidos por las influencias de
la publicidad, creo que podríamos acordar que tenemos la libertad absoluta de pensar lo que se nos venga en
ganas, sin restricciones, sin censuras, sin impedimentos.
Sin embargo, cuando nos preguntamos si somos libres, sinceramente, ¿nos referimos a esta idea de
libertad? Parece ser que no. Porque al reducir el concepto de libertad al pensamiento, estaríamos omitiendo
una serie de aspectos importantes que tienen que ver con lo fundamental de nuestra vida, afortunadamente
mucho más ligada a la acción que al pensamiento. Si algo me define en mi relación con el universo, esto es
mucho más lo que hago que lo que pienso, y en el mejor de los casos, lo que hago con lo que pienso.
Llegados aquí, el asunto es el siguiente:
¿Para qué me sirve pensar libremente si no puedo actuar?
Conformarme sólo con la libertad de pensamiento conduce a no tener el espacio en el cual vivir mi vida.
Sería como armar un mundo virtual de infinitos “como si” computados y programados. Un mundo de fantasía
sin sorpresas con el propio intelecto como protagonista. Un “mundo feliz”, como el de Huxley, absolutamente
previsible y tedioso.
Una obra de teatro con infinitos ensayos pero nunca estrenada.
La libertad de pensar es muy importante, pero no ganamos nada si no somos capaces de hacer algo con
lo que pensamos, si no podemos convertirla en acción, aunque sea una pequeña acción para nosotros mismos.
La acción, en cambio, puede cambiar nuestra inserción en el mundo, puede sorprendernos con lo
imprevisto y, a su vez, terminar modificando lo que pensamos.
En una de mis charlas sobre este tema, una joven dijo:
“Eso pasa mucho con la gente grande, están todo el tiempo pensando”.
Y hay mucho de verdad en esta afirmación.
Yo no tengo nada en contra de pensar, sencillamente digo que la libertad de pensar, sola, no conduce a
nada y no es una libertad de la cual uno se pueda ufanar.
Lo que importa del ejercicio de la libertad tiene que ver con la acción, con la libertad de hacer.
Al respecto, si confirmamos que Nadie puede hacer Todo lo que Quiere, debemos aceptar con resignación
que la libertad absoluta no existe.
Del libro:
El Camino de la Auto-Dependencia
Jorge Bucay
SER HERIDO
Millones de personas han decidido no ser sensibles. Han desarrollado pieles gruesas a su alrededor para evitar que alguien los hiera. Pero a un gran precio. Nadie los puede herir, pero nadie los puede hacer felices tampoco.
Cuando empiezas a abrirte, habrá dos cosas disponibles: a veces estará nublado y otras resplandecerá el sol. Pero si permaneces cerrados en tu cueva, entonces no habrá nubes ni sol. Es bueno salir, bailar con el sol, y, sí, también sentirse a veces triste con las nubes... y a veces soplará un viento fuerte.
Cuando sales de la cueva, todas las cosas son posibles, y una de ellas es que la gente te puede herir... pero esa es solo una de ellas. No pienses mucho en ello, de lo contrario te volverás a cerrar. Hay millones de cosas; piensa también en eso. Serás más feliz, más cariñoso. Estarás más disponible, y la gente estará más disponible para ti. Serás capaz de reír, podrás celebrar. Piensa en mil y una cosas. ¿Por qué elegir solo una, que la gente te herirá?
Cuando sales de la habitación, ahí afuera está todo el universo, ¿y no piensas en la Luna y las estrellas, sino solo en infecciones? Entonces sentirías un temor desproporcionado. Sí, hay infecciones. Pero cuando sales al exterior, sales al exterior; el sol te aportará sus vitaminas y el viento podría arrastrar algunas infecciones. Todo es posible, pero eso es la vida.
Del libro:
DÍA A DÍA
Osho
Día 163
DÍA A DÍA
Osho
Día 163
lunes, 19 de agosto de 2013
HACER LO QUE UNO QUIERE
Hay una anécdota de la vida del Dr. Fritz Perls que siempre me fascinó.
Fritz era ya un reconocido terapeuta en los Estados Unidos.
Un sábado en el centro de conferencias del Centro Evangelista de Big Sur, en California, se organiza una conferencia entre cuatro representantes emblemáticos de las escuelas terapéuticas en los Estados Unidos.
Estaban allí convocados Rogers, Skinner, Wittaker y el propio Perls.
La cita era para las diez.
Un poco más tarde y pidiendo disculpas (como siempre) llega Fritz. Está vestido con su clásica cazadora beige arrugada (decía que no tenía mucho sentido sacarse la ropa cuando uno va a acostarse si piensa volver a ponérsela a la mañana siguiente), y un par de sandalias de cuero; lleva su larga barba de profeta desarreglada y el poco pelo despeinado por el viento.
Los organizadores anuncian el comienzo de las ponencias y Carl Rogers empieza a hablar.
Muy interesado por lo que escucha, Fritz se apoya en el escritorio y automáticamente saca un papel de cigarrillo del bolsillo superior de la chaqueta, se arma un cigarrillo, lo enciende y sigue atentamente la exposición mientras exhala grandes bocanadas de humo blanco.
De pronto, un hombre de la comunidad se acerca y le susurra:
—Disculpe Dr. Perls, éste es un templo y aquí no se permite fumar, perdone.
Fritz apaga el cigarrillo enseguida en una hoja de papel y dice:
—Perdone usted. Yo no lo sabía.
Unos minutos después, discretamente, Fritz sale en dirección al hall.
Rogers termina de hablar. Quinientos médicos y psicólogos aplauden sus palabras. Skinner empieza su presentación y el hombre de la comunidad se da cuenta que el Dr. Perls no ha vuelto a entrar. Sale al hall a buscarlo; ya debe haber terminado su cigarrillo, pero no lo ve. Va a los baños y no lo encuentra. Sale a la calle pero el invitado ha desaparecido. Preocupado, llama a la casa del Dr. para avisar de lo ocurrido.
Atiende el propio Dr. Perls.
—Hola.
El hombre reconoce su típica ronca voz.
—Dr. Perls, ¿qué hace usted ahí?
—Yo vivo aquí —contesta Fritz.
—Pero usted debería estar aquí, no en su casa —argumenta el hombre un poco enardecido.
—Perdón, ¿no fue usted el que me dijo que allí no se puede fumar?
—Sí. ¿Y?
—Yo fumo. De hecho soy un fumador. Los lugares donde está prohibido fumar no son para mí.
—Bueno, doctor. Si para usted es tan importante...
—No. Yo soy incapaz de contrariar la decisión del lugar. No me parece justo.
—Tampoco es justo que la gente que quería escucharlo no lo escuche.
—Es verdad, pero ésa no es mi responsabilidad. Las personas que me invitaron debieron advertirme que yo no podría fumar, entonces les hubiera avisado que no contaran conmigo. Ahora no tiene remedio.
Y me parece ver en esta actitud un canto a la libertad individual, pero también un himno al respeto por las decisiones de los demás.
Porque si soy autónomo, no puedo elegir más que desde mi libertad, aunque muchas veces tenga que pagar un precio por ello.
Parece que nuestro planteo se desplaza. Definida la autonomía, nos queda saber a qué vamos a llamar libertad.
Cuando uno empieza a pensar en este tema, la primera idea que aparece es casi siempre la misma:
Ser libre es poder hacer lo que uno quiere.
Del libro:
El Camino de la Auto-Dependencia
Jorge Bucay
ABANDONAR TODO JUICIO SEVERO
Para entrar de lleno en el reino de la creatividad,
es necesario abandonar todo juicio severo,
cualquier discriminación acomplejada
y acallar las críticas asfixiantes,
ninguno de estos ingredientes forma parte del sano criterio
que tu cuerpo y tu corazón expresan
con absoluta certeza y claridad cuando los escuchas.
*
Tubi Tubau en “La tirada del mes, agosto 2013“
Tomado del blog: Plano Creativo
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)









