lunes, 8 de julio de 2013
ACCESO AL AUTOCONOCIMIENTO
El autoconocimiento consiste, sobre todo, en ocuparme de trabajar sobre mí para llegar a descubrir —más que construir— quién soy, tener claro cuáles son mis fortalezas y cuáles mis debilidades, qué es lo que me gusta y qué es lo que no me gusta, qué es lo que quiero y qué es lo que no quiero.
El “conócete a ti mismo” es uno de los planteos más clásicos y arquetípicos de los pensadores de todos los tiempos. El asunto —de por sí desafiante— es en verdad muy difícil, y está en el origen de una gran cantidad de planteos filosóficos, existenciales, mora-les, éticos, antropológicos, psicológicos, etc.
Tomar conciencia de quién soy es, para mí, el resultado de una desprejuiciada mirada activamente dirigida hacia adentro para poder reconocerme.
Este reconocimiento de quién soy adquiere aquí el sentido de saberse uno mismo, no el de las cosas que pienso o creo que soy.
Porque hay una diferencia importante entre creer y saber.
Pensemos. Si digo: “Yo creo que mañana vuelvo a Buenos Aires”, necesariamente estoy admitiendo que pueden pasar cosas en el medio, que acaso algo me lo impida. Pero si digo: “Yo sé que mañana va a salir el sol”, tengo certeza de que va a ser así. Aunque el día amanezca nublado, mañana va a salir el sol. Lo sé.
Siempre que digo “sé” estoy hablando de una convicción que no requiere prueba ni demostración.
Cuando digo “creo” apuesto con firmeza a eso que creo.
En cambio, cuando digo “sé”, no hay apuesta.
Claro, uno puede saber y puede equivocarse, puede darse cuenta que no sabía, que creía que sabía y aseguraba que era así con la firmeza y la convicción para decir “sé” y descubrir más tarde el error cometido. No hay contradicción; cuando yo hablo de “saber” me refiero a esa convicción, no al acierto de la aseveración.
El autoconocimiento es la convicción de saber que uno es como es.
Y como dije, esto implica mucho trabajo personal con uno mismo.
¿Cuánto? Depende de las personas, pero de todos modos, siempre estamos sabiéndonos un poco más.
A mí me llevó mucho tiempo y mucho trabajo empezar a saber quién era (debe ser por la gran superficie
corporal para recorrer...). Otros lo hacen más rápido. Pero no es algo que se haga en una semana.
Hay que trabajar con uno.
Hay que observarse mucho.
Evidentemente, esto no quiere decir que haya que mirarse todo el tiempo, pero sí mirarse en soledad y en
interacción, en el despertar de cada día y en el momento de cerrar los ojos cada noche, en los momentos más
difíciles y en los más sencillos.
Mirar lo mejor y lo peor de mí mismo.
Mirarme cuando me miro y ver cómo soy a los ojos de otros que también me miran.
Mirarme en la relación con los demás y en la manera de relacionarme conmigo mismo.
Misteriosamente, para saber quién soy, hace falta poder escuchar.
Uno puede mirarse las manos, el dorso y el anverso; uno puede, con un poco de esfuerzo, mirarse los codos
o los talones; algunos la planta del pie. Pero hay partes de uno que nos definen, como por ejemplo la cara,
que nunca podremos ver a ojo desnudo. Para verla necesitamos un espejo, y el espejo de lo que somos es el
otro, el espejo es el vínculo con los demás.
Cuanto más cercano y comprometido es el vínculo, más agudo, cruel y detallista el espejo.
Del libro:
El Camino de la Auto-Dependencia
Jorge Bucay
SIN OPUESTO
En sánscrito tenemos tres términos: uno para el sufrimiento, uno para el gozo y uno que trasciende ambos... que es anand, felicidad
Anand no es ni sufrimiento ni el así llamado gozo: es un gozo totalmente diferente que carece de recuerdo alguno de sufrimiento, que no está contaminado por el opuesto. Es una pura unicidad donde no existe la dualidad.
Por lo general, resulta difícil incluso concebirlo. A menos que lo pruebes, incluso es complicado entenderlo. Porque todo lo que podemos entender necesita al menos dos cosas; el opuesto es una obligación. Podemos entender la figura solo gracias al fondo. Este momento lo llamamos noche por el día, llamamos alguien bueno por el malo, alguien hermoso por el feo. El opuesto es imprescindible, lo define.
Pero anand significa el estado en el que no hay opuesto, cuando has llegado a la unidad, cuando no existe la posibilidad del otro.
El océano de la felicidad solo tiene una orilla. Es totalmente ilógico, porque ¿cómo puede haber únicamente una orilla? El estado de felicidad es ilógico. Aquellos que están demasiado vinculados a la lógica jamás pueden alcanzarlo, solo le abre su puerta a la gente loca.
Del libro:
DÍA A DÍA
Osho
Día 150
DÍA A DÍA
Osho
Día 150
domingo, 7 de julio de 2013
ENFOCARSE EN EL AHORA
En lugar de «Observar al Pensador», también puedes crear una apertura en la corriente mental por el simple hecho de dirigir el foco de tu atención al ahora. Basta con que te hagas intensamente consciente del momento presente.
Esto es algo por demás satisfactorio. De este modo retiras la conciencia de tu actividad mental y creas una brecha sin mente en la que estás muy alerta y consciente, pero no piensas. Ésta es la esencia de la meditación.
Del libro:
PRACTICANDO EL PODER DEL AHORA
Enseñanzas, Meditaciones y Ejercicios Esenciales
Eckhart Tolle
sábado, 6 de julio de 2013
CUANDO ESCUCHAS EL PENSAMIENTO
Cuando escuchas el pensamiento, sientes como si hubiera una presencia consciente —tu yo profundo— por debajo o detrás de él. De este modo el pensamiento pierde su poder sobre ti y se disuelve rápidamente, porque ya no energetizas tu mente mediante la identificación con ella. Es el principio del fin del pensamiento compulsivo e involuntario.
Cuando el pensamiento se aquieta, experimentas una discontinuidad en la corriente mental, una brecha de «no-mente». Al principio las brechas serán cortas, tal vez duren unos segundos, pero gradualmente se irán prolongando. Cuando ocurren estas discontinuidades, sientes cierta quietud y paz dentro de ti. Es el principio del estado natural de sentirte unido al Ser, generalmente nublado por la mente.
Con la práctica, la sensación de quietud y de paz se va ahondando. De hecho, esa profundidad no tiene fin.
También sentirás una sutil emanación de alegría elevándose desde lo más hondo de ti: la alegría de Ser.
En este estado de conexión interna estás mucho más alerta, más despierto que en el estado de identificación mental. Estás plenamente presente. Y también se eleva la frecuencia vibratoria del campo energético que da vida al cuerpo físico.
A medida que profundizas en este reino de la no-mente, como a veces se le denomina en Oriente, vas alcanzando el estado de conciencia pura. En ese estado sientes tu propia presencia con tal intensidad y alegría que, en comparación, todo pensamiento, toda emoción, tu cuerpo físico y todo el mundo externo se vuelven relativamente insignificantes. Sin embargo, no es un estado de egoísmo, sino de desprendimiento y generosidad. Te lleva más allá de lo que pensabas que era «tu identidad». Esa presencia es esencialmente tú, y al mismo tiempo es inconcebiblemente mayor que tú.
Del libro:
PRACTICANDO EL PODER DEL AHORA
Enseñanzas, Meditaciones y Ejercicios Esenciales
Eckhart Tolle
NO HACER DAÑO
No hacer daño abarca, evidentemente, no matar, no robar y no mentir a la gente. Pero también incluye no ser agresivos: no ser agresivos en nuestras acciones, en nuestro discurso o en nuestra mente. La más importante de las enseñanzas budistas sobre el poder curativo de la no agresión es aprender a no hacernos daño a nosotros mismos ni a los demás.
La base de la sociedad iluminada es no dañarnos a nosotros mismos ni a los demás al principio, en el medio y al final. Para crear un mundo sano, hemos de empezar creando ciudadanos sanos, y esos ciudadanos somos nosotros mismos. La agresión más grave hacia nosotros mismos, el daño más fundamental que podemos hacernos es permanecer en la ignorancia por no tener el coraje y el respeto de mirarnos a nosotros mismos honesta y delicadamente.
Del libro:
Cuando Todo Se Derrumba
Pema Chödron
viernes, 5 de julio de 2013
LIBÉRATE DE TU MENTE
La buena nueva es que puedes liberarte de tu mente, que es la única verdadera liberación. Y puedes dar el primer paso ahora mismo.
EMPIEZA POR ESCUCHAR LA VOZ QUE HABLA DENTRO DE TU CABEZA, y hazlo tan frecuentemente como puedas. Presta una atención especial a cualquier patrón de pensamiento repetitivo, a esos viejos discos de gramófono que pueden haber estado dando vueltas en tu cabeza durante años.
Esto es lo que llamo «observar al pensador», que es otra manera de decir: escucha la voz dentro de tu cabeza, mantente allí como presencia que atestigua.
Cuando escuches la voz, hazlo imparcialmente. Es decir, no juzgues. No juzgues ni condenes lo que oyes, porque eso significaría que la misma voz ha vuelto a entrar por la puerta de atrás.
Pronto te darás cuenta de esto: la voz está allí y yo estoy aquí, observándola. Esta comprensión Yo soy, esta
sensación de tu propia presencia, no es un pensamiento. Surge de más allá de la mente.
Así, cuando escuchas un pensamiento, no sólo eres consciente del pensamiento, sino también de ti mismo
como testigo del pensamiento. Ha hecho su aparición una nueva dimensión de conciencia.
Del libro:
PRACTICANDO EL PODER DEL AHORA
Enseñanzas, Meditaciones y Ejercicios Esenciales
Eckhart Tolle
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