domingo, 16 de junio de 2013

ME QUIERE, PERO TIENE IMPEDIMENTOS EXTERNOS

Distorsión cognitiva: Excusar o justificar el poco o nulo amor recibido, impiden alcanzar la posición realista mencionada, y fortalece irracionalmente la conducta del apego.

CUARTA EXCUSA. “Me quiere, pero tiene impedimentos externos”

De acuerdo con la ciencia moderna, los hombres somos especialmente sensibles al estrés. A esta causa se le han achacado todo tipo de incompatibilidades con el normal desarrollo del amor, desde la impotencia (lo cual es cierto) hasta el desamor (lo cual no es cierto). Trabajo excesivo, sobregiros, agresión o cansancio crónico, cualquier excusa es buena para explicar (en el fondo, para justificar) la lejanía afectiva. De acuerdo con lo que sabemos en psicología, los problemas externos pueden producir irritabilidad, cansancio y algo de mal humor, pero no necesariamente desamor. Uno no deja de querer a la pareja porque está cansado, más bien la busca para acurrucarse. Cuando un individuo está preocupado e intranquilo, el compañero o compañera puede ser el soporte, el oasis donde reposar. Pero si el afecto es débil, la pareja puede convertirse en un condena más.

Las vicisitudes de la vida diaria pueden alterar y destemplar un poco el amor, pero no lo anulan. Eso es puro cuento. Si solamente te aman cuando no hay problemas, tu amor ya entró a cuidados intensivos. Se recomienda atención inmediata.

Del libro:
AMAR O DEPENDER
Walter Riso

sábado, 15 de junio de 2013

MI RELIGIÓN Y MI FE


Mi corazón puede adoptar todas las formas.

Es pasto para las gacelas.

Y monasterio para monjes cristianos

y templo para ídolos,

y la Kaaba del peregrino,

y las tablas de la Torá, y el libro del Corán.

Yo sigo la religión del Amor.

Cualquiera que sea el camino que recorran

los camellos, ésa es mi religión y mi fe.

IBN EL ARABI

Del libro:
La Sabiduría de los Idiotas
Idries Shah

LA MUJER PERFECTA


Me contaron que hubo un hombre que permaneció soltero toda su vida porque estaba buscando a la mujer perfecta. Cuando tenía setenta años, alguien le preguntó:

—Llevas mucho tiempo viajando; has estado buscando desde Nueva York a Katmandú, de Katmandú a Roma, de Roma a Londres. ¿No lograste encontrar a una mujer perfecta? ¿Ni siquiera a una?

El anciano se puso muy triste y contestó:
—Sí, en una ocasión la encontré. Una vez, hace mucho tiempo, conocí a una mujer perfecta.

La otra persona insistió:
—Entonces, ¿qué pasó? ¿Por qué no os casasteis?

Con gran tristeza el anciano respondió:
—¿Qué le vamos a hacer? Ella estaba buscando a un hombre perfecto.

Recuerda: cuando dos seres son perfectos, su necesidad de amor no es igual a tu necesidad de amor. Es totalmente distinta.

Tú ni siquiera entiendes el amor que es posible en ti, de modo que no serás capaz de entender el amor de Buda, o el amor que fluye desde un Lao Tzu hacia ti; no serás capaz de entenderlo.

En primer lugar tienes que entender el amor que nace como un fenómeno natural. Ni siquiera has logrado eso. Primero tienes que entender el natural, después el trascendental. Así que lo segundo que debes recordar es que nunca busques al hombre perfecto o a la mujer perfecta. Esta también es una idea que te han inculcado; que a menos que encuentres al hombre o a la mujer perfecta, no serás feliz. De modo que continúas buscando la perfección, pero como no la encuentras, eres infeliz.

Del libro:
Aprende a Amar
Osho

ESA ES SU MANERA DE AMAR


Distorsión cognitiva: Excusar o justificar el poco o nulo amor recibido, impiden alcanzar la posición realista mencionada, y fortalece irracionalmente la conducta del apego.

TERCER EXCUSA. “Esa es su manera de amar”

Nadie niega que hay estilos personales en la manera de amar, pero algunos son francamente sospechosos. Por ejemplo, si la “manera de amar” de mi pareja incluyera antipatía, indiferencia, egoísmo, agresión e infidelidad, no me interesaría acoplarme a su modo afectivo. Más aún, si fuera capaz cuestionaría seriamente la relación. Una de mis pacientes llevaba seis meses de casada. En ese tiempo el marido había accedido a tener solamente dos relaciones sexuales, incluido el período de luna de miel. Las dos experiencias habían seguido la misma rutina: él se acostaba boca arriba, no movía un dedo, se tapaba la cabeza con las sábanas, y sollozaba e insultaba mientras ella tenía que hacer toda la faena, obviamente sin muchos resultados. Aunque habían estado tres años de novios, la señora se había casado virgen y no era muy experta en la materia. Luego de explicarle que el comportamiento de su esposo distaba bastante de una conducta sexualmente funcional y aceptable, le sugerí que hablara con él para expresarle su inquietud y para invitarlo a las citas. Ella temía confrontarlo con el tema, pero aceptó. A la otra consulta llegó más contenta y tranquila. Cuando le pregunté por su tarea, me dijo que estaba mucho mejor porque el marido le había explicado que ésa era su “manera de amar”, que no había nada de qué preocuparse y que muchos hombres hacían el amor de ese modo. Traté de hacerle comprender que la escasa frecuencia, la ausencia de contacto físico, la incapacidad de eyacular y la falta de deseo configuraban un estilo que no la iba a satisfacer, ni sexual ni afectivamente. Le agregué que, a mi entender, estábamos ante una alteración psicoafectiva o ante un problema sexual que requería de tratamiento. Luego de meditar al respecto unos instantes, decidió tapar el sol con la mano: “Quizás usted tenga razón, pero quiero darme la oportunidad de acoplarme a su estilo, a ver qué ocurre…A lo mejor no fui lo suficientemente buena para él o la equivocada soy yo…Si no soy capaz, le prometo que vuelvo a las citas”.

A veces, sobre todo si la pareja es perezosa y pasiva, poner el problema en uno y asumir la responsabilidad total de las fallas afectivas crea una extraña sensación de alivio. Sentirse culpable es muy desagradable, pero asumir la carga genera una ganancia secundaria: “Si yo soy la causa del problema, la mejoría de la relación dependerá de mí y sólo de mí”. Mi paciente volvió a los dos años, con un nuevo motivo de consulta. Había tenido relaciones sexuales con otro hombre y estaba decidida a no seguir engañándose a sí misma: “Mi marido está enfermo…Ya me di cuenta de que su comportamiento no es normal, pero se niega a recibir ayuda”. Las comparaciones no siempre son odiosas.

Del libro:
AMAR O DEPENDER
Walter Riso

viernes, 14 de junio de 2013

ES UN ERROR VIVIR ESPERANDO


Dices: “Haré esto, haré aquello, pero después de los estudios, después de la hipoteca, después de los hijos, cuando me jubile…” Vivimos esperando: es un error.

Buscamos excusas para no hacer cosas nuevas. Si propones hacer algo nuevo, te dicen: “Esto no va a funcionar, ¡ni lo intentes!”. Si lo haces y no funciona: “¡Ya te lo dije!” Y si funciona, te dicen: “Has tenido suerte”. En otros sitios, si fracasas se considera que has acumulado experiencia, y si triunfas se te aplaude como a un héroe.

Pau Garcia-Milà Pujol, innovador del mundo digital. Extracto de una entrevista en La Vanguardia.

SUS PROBLEMAS PSICOLÓGICOS, LE IMPIDEN AMARME



Distorsión cognitiva: Excusar o justificar el poco o nulo amor recibido, impiden alcanzar la posición realista mencionada, y fortalece irracionalmente la conducta del apego.

SEGUNDA EXCUSA . “Los problemas psicológicos que tiene, le impiden amarme 

La mayoría de las personas dependientes que no se sienten amadas tienden a justificar el desamor de su pareja mediante causas psicológicas o traumas infantiles. Las razones más comunes abarcan timidez, introversión, miedo a entregarse, problemas de personalidad, mala crianza, o el famoso Edipo no resuelto. Un número considerable de mujeres y hombres rechazados afectivamente inician una romería de especialista en especialista, para hallar algún tipo de alteración (ojalá curable) que explique la indiferencia de su pareja.

Es cierto que algunos desórdenes psicológicos pueden producir un descenso transitorio en la capacidad de amar, como es el caso de la depresión. También es verdad que existen trastornos de la personalidad que bloquean todo contacto afectivo (por ejemplo, los esquizoides). Incluso hay alteraciones de origen hormonal/metabólico que merman el placer del intercambio afectivo. Sin embargo, la mayoría de las veces no se llega al desamor por una afección orgánica o psicológica, sino por puro desgaste. Un buen día, el amor, supuestamente inalterable y ultrarresistente, se derrumba sobre sí mismo; sencillamente se acaba o nunca existió. Aunque nos resistamos a creerlo, si el afecto se descuida puede extinguirse para siempre.

Como es obvio, es menos doloroso creer que el alejamiento de la persona amada se debe a una anomalía y no al desafecto. Decir, “Está enfermo”, no duele tanto como decir, “Se cansó de mí”. Al menos en el primer caso queda la posibilidad de alguna droga milagrosa (quizás un Viagra afectivo), y en el segundo, si somos dignos, sólo queda hacer mutis por el foro.

Si los problemas psicológicos que tiene tu pareja le impiden brindarte el cariño que necesitas, ayúdala. Si pese a saber tu sufrimiento no pide ayuda, cuestiona su amor o su cordura. Y si no hay alteraciones evidentes a la vista, acércate con discreción: e posible que la causa del desamor no sea más que desamor.

Del libro:
AMAR O DEPENDER
Walter Riso

jueves, 13 de junio de 2013

MIRANDO EN LA OSCURIDAD


A veces, cuando entras en tu habitación parece oscura. Pero entonces te sientas y descansas, y poco a poco la oscuridad desaparece. La habitación está llena de luz. No es que haya sucedido algo. Lo que pasa es que tus ojos se han acostumbrado a mirar en la oscuridad.

Se dice que los ladrones empiezan a ver en la oscuridad con más claridad que cualquiera porque deben trabajar en la oscuridad. Tienen que entrar en casas desconocidas y a cada paso hay peligro. Pueden tropezar con algo. Poco a poco, comienzan a ver en la oscuridad. Esta no es tan oscura para ellos. Así que no tengas miedo. Se como los ladrones. Siéntate con los ojos cerrados y mira en la oscuridad lo más profundamente que te sea posible. Que esa sea tu meditación. 

Todos los días, durante treinta minutos, siéntate en un rincón, cierra los ojos y crea oscuridad -tan oscura como puedas imaginar- y luego mira en esa oscuridad. Si te resulta difícil, simplemente piensa en una pizarra ante ti, muy oscura y negra. Poco a poco podrás imaginar más oscuridad. Quedarás tremendamente sorprendido de que cuanto más mires en la oscuridad, más claros serán tus ojos. 

Y si hay miedo, permítelo. De hecho, deberías disfrutarlo. Deja que esté ahí; empieza a temblar. Si el temor inicia una cierta vibración en ti, déjalo  tiembla. Asústate todo lo que puedas. Casi permite que te posea... y ve lo hermoso que es. Es prácticamente un baño... y con él se desvanecerá mucho polvo. Cuando salgas de ese temblor, te sentirás muy vivo, vibrante de vida, palpitando con una nueva energía, rejuvenecido.

Del libro:
DÍA A DÍA
Osho
Día 143

ME QUIERE PERO NO SE DA CUENTA

Distorsión cognitiva: Excusar o justificar el poco o nulo amor recibido, impiden alcanzar la posición realista mencionada, y fortalece irracionalmente la conducta del apego.

PRIMER EXCUSA: Me quier pero no se da cuenta.
Este pensamiento está sustentado en una idea totalmente irracional. Cuando una persona está enamorada lo sabe, lo siente, lo vive en cada pulsación, porque el organismo se encarga de avisarle. No pasa desapercibido. El amor llega como un huracán que rompe todo a su paso. Los síntomas son evidentes, tanto a nivel fisiológico como psicológico. Si alguien no se diera cuenta de que el amor lo está atravesando de lado a lado, deberíamos pensar en algún daño neurológico incapacitante, quizás una esquizofrenia catatónica, un autismo avanzado o algún tipo de mongolismo enmascarado. El amor nunca es ignorante. Si alguien no sabe que te quiere: no te quiere.

Del libro:
AMAR O DEPENDER
Walter Riso

ESTO TAMBIÉN PASARÁ


Un antiguo relato sufi dice que vivía en algún país del Medio Oriente un rey cuya existencia oscilaba permanentemente entre la felicidad y el abatimiento. Se enojaba o reaccionaba intensamente frente a la más mínima cosa, y su felicidad se convertía rápidamente en desilusión y desesperación. Llegó el día en que el rey se cansó finalmente de sí mismo y de lavida y comenzó a buscar una salida. Hizo llamar a un sabio que habitaba en su reino y que tenía fama de iluminado. Cuando se presentó el sabio, el rey le dijo, "deseo ser como tú. ¿Podrías darme algo que traiga equilibrio, serenidad y sabiduría a mi vida? Te pagaré lo que pidas".

A lo que el sabio respondió: "es probable que pueda ayudarte, pero el precio es tan alto que no sería suficiente todo tu reino para pagar por él. Por tanto, te haré un regalo, siempre y cuando te hagas digno de él". El rey prometió que así sería, y el sabio se fue.
A las pocas semanas regresó y le entregó al rey un cofre de jade tallado. Al abrirlo, el rey encontró solamente un anillo de oro en el cual había grabadas unas letras. La inscripción decía: También esto pasará.

"¿Qué significa esto?" preguntó el rey. Y el sabio le dijo, "Lleva siempre este anillo y antes de que califiques de bueno o malo cualquier acontecimiento, toca el anillo y lee la inscripción. De esa forma estarás siempre en paz".

También esto pasará. ¿Qué hay en estas palabras tan sencillas que las hace tan poderosas? A primera vista parecería que sirvieran para darnos consuelo en situaciones difíciles y que también podrían privarnos de los goces de la vida. "No seas demasiado feliz, porque esa felicidad no durara". Eso parecerían decir en una situación percibida como buena.


miércoles, 12 de junio de 2013

EXCUSAR EL POCO AMOR RECIBIDO


Excusar o justificar el poco o nulo amor recibido

Es duro aceptar que no nos quieren con todas las ganas. Y no me refiero solamente al placer que produce el sentirse amada, sino a la autoestima implicada. Cuando la persona que amamos nos quiere a medias, con limitaciones y dudas, la sensación que queda es más de agradecimiento que de alegría, como si estuvieran haciéndonos un favor.

Una buena relación no permite reparos afectivos. Cuando el sentimiento vale la pena, es tangible, incuestionable y casi axiomático. No pasa desapercibido, no requiere de terapias especializadas ni de reflexiones profundas. Se destaca y se nota. Como decía Teilhard de Chardin: “¿En qué momento llegan los amantes a poseerse a sí mismos plenamente, si no es cuando están perdidos el uno en el otro?”.

Si hay dudas, el afecto está enfermo. Sanarlo implica correr el riesgo de que se acabe; dejarlo como está es hacer que el virus se propague. La persona apegada siempre prefiere la segunda opción.

Del libro:
AMAR O DEPENDER
Walter Riso
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