lunes, 10 de junio de 2013

LO QUE REALMENTE ERES


DISTORSIONES COGNITIVAS


El realismo afectivo sugiere que debemos partir de lo que verdaderamente es nuestra vida amorosa. Lo que es, y no lo que nos gustaría que fuera. Si logramos comprender la relación en el aquí y el ahora, sin pretextos ni evasivas, podremos tomar las decisiones acertadas, generar soluciones o comenzar a despegarnos.

Algunas de las distorsiones cognitivas más comunes que impiden alcanzar la posición realista mencionada, y que fortalecen irracionalmente la conducta del apego: 
  • excusar el poco amor recibido,
  • minimizar los defectos de la pareja, 
  • creer que todavía hay amor donde no lo hay, 
  • persistir tozudamente en recuperar un amor perdido y 
  • alejarse, pero no del todo.
***En siguientes post se revisará cada distorsión cognitiva mencionada por Walter Riso.

Del libro:
AMAR O DEPENDER
Walter Riso

domingo, 9 de junio de 2013

TODO SER HUMANO PUEDE ENSEÑARTE ALGO

“Aunque creas que no te entienden, di lo mejor que piensas, y si hay algo bello en tu corazón, comunícalo: esas palabras producirán un beneficio al igual que el remedio que bebe un enfermo y que actúa sobre él aunque ignore su naturaleza”.

*
“Cuando escuches a alguien no te preocupes de que sea humilde o poderoso porque en la vía de la verdad, la pobreza o la riqueza no sirven para nada”.

“Un hombre sabio no es aquel que distingue el bien del mal; eso hasta los animales saben hacerlo. Un sabio es aquel que entre dos males elige el menor, y entre dos cosas buenas discierne cuál es la mejor”.

*
“Ve siempre la muerte ante tus ojos y recuerda, cuando estés acostado, que ella reposa bajo tu almohada. La vida disminuye cada día: aprovéchala”.

*
“Cuando encuentres a tu prójimo, no busques sus defectos sino mira bien en qué es superior a ti. Todo ser humano puede enseñarte algo”.

*
“El más bello de los actos es la práctica de la sinceridad”.

*
“Modera tus deseos: si no le pides nada a los demás, todos tendrán necesidad de ti”…

SÉ COMO UN MUERTO


Era un venerable maestro. En sus ojos había un reconfortante destello de paz permanente. Sólo tenía un discípulo, al que paulatinamente iba impartiendo la enseñanza mística. El cielo se había teñido de una hermosa tonalidad de naranja-oro, cuando el maestro se dirigió al discípulo y le ordenó:

--Querido mío, mi muy querido, acércate al cementerio y, una vez allí, con toda la fuerza de tus pulmones, comienza a gritar toda clase de halagos a los muertos.

El discípulo caminó hasta un cementerio cercano. El silencio era sobrecogedor. Quebró la apacible atmósfera del lugar gritando toda clase de elogios a los muertos. Después regresó junto a su maestro.

--¿Qué te respondieron los muertos? -preguntó el maestro.

--Nada dijeron.

--En ese caso, mi muy querido amigo, vuelve al cementerio y lanza toda suerte de insultos a los muertos.

El discípulo regresó hasta el silente cementerio. A pleno pulmón, comenzó a soltar toda clase de improperios contra los muertos. Después de unos minutos, volvió junto al maestro, que le preguntó al instante:

--¿Qué te han respondido los muertos?

--De nuevo nada dijeron -repuso el discípulo.

Y el maestro concluyó:

--Así debes ser tú: indiferente, como un muerto, a los halagos y a los insultos de los otros.

*El Maestro dice: Quien hoy te halaga, mañana te puede insultar y quien hoy te insulta, mañana te puede halagar. No seas como una hoja a merced del viento de los halagos e insultos. Permanece en ti mismo más allá de unos y de otros.

Tomado del libro:
101 CUENTOS CLÁSICOS DE LA INDIA 
LA TRADICIÓN DE UN LEGADO ESPIRITUAL 
Recopilación de Ramiro Calle

EL APEGO NUBLA LA VISTA Y LOS SENTIDOS

Un agradecimiento especial a Andrea Lusich por sus comentarios...Saludos.

P.R. era un hombre de cuarenta y un años, separado hacía ocho meses porque su mujer se había enamorado de otro y lo había abandonado con la frialdad de las mujeres que nunca han amado. Solo, bastante deprimido y profundamente herido, inició la típica persecución y conquista masculina: una mujer que se hiciera cargo de él y, de paso, que lo amara. Luego de salir con varias postulantes y de renegar de las opciones que el medio ofrecía, decidió orientar sus baterías hacia una mujer casa, compañera de oficina, confidente y terapeuta aficionada. La imperiosa urgencia de él por recuperar su estatus social y un pobre matrimonio de parte de ella, hicieron que rápidamente tejieran planes y proyectos de vida futura. Ella se iba a separar y él asumiría gustoso el papel de esposo en segundas nupcias y padre putativo de sus hijas.

El entusiasmo de mi paciente se acercaba a la euforia y, a veces peligrosamente, al delirio. Se veían hasta cuatro veces por semana, se llamaban a cada rato y no podían vivir el uno sin el otro. Sus afinidades, casi totales, incluían humor, valores altamente sincronizados, sexo desbordado con orgasmos múltiples y compatibilidad sobrada en actividades intelectuales, musicales y culinarias. La pareja perfecta.

Como de acuerdo con mi experiencia profesional los amantes que difieren en su estado civil no suelen llegar a ningún lado, le sugerí a P. R. moderación, prudencia y bastante realismo para no ser lastimado. Cuando uno de los implicados está casado y el otro plenamente disponible, el que sale perdiendo es el segundo. Aunque el sentimiento de amor suele ser considerado como un factor determinante para contraer nupcias, el desamor no es visto como un motivo necesario y suficiente para desbaratar un casamiento. Dicho de otra manera, para que hubiera causal válida de divorcio el esposo de la amante de mi paciente debería haber matado a alguien, violado a un niño o estar muerto.
Mi cliente insistía en mantener las expectativas. Frases como, “Ella se va a separar la próxima semana” o “Ya tenemos fecha”, se habían hecho comunes en las consultas. Sin embargo, a último momento siempre aparecía un “pero”. Una de las veces el marido había entrado en depresión; en otra ocasión, los negocios andaban mal, y en la última, el suegro agonizaba.

Aunque mis confrontaciones eran sistemáticas y firmes, P. R. no hacía más que disculpar las reiteradas dudas y retrocesos de su futura consorte. Por ejemplo, si él afirmaba: “Ella no es capaz de vivir sin mí”, y yo contestaba: “Parecería que tampoco es capaz de vivir sin el marido”, respondía con furia e indignación: “¡Eso no es así! ¡Usted no comprende!” . Nuestras citas eran una especie de lucha grecorromana, donde cada vez que trataba de concretarlo, él intentaba escabullirse mediante excusas de todo tipo: “No es tan fácil”, “A ella la educaron las monjas”. “Es la hija menor de ocho hermanos”, “El marido no la deja separarse”, “Es muy ansiosa”, “Si pudiera estaría conmigo”, “La mamá era alcohólica”. En fin, la lista era de nunca acabar. Pero ninguno de sus argumentos contemplaba la posibilidad de que ella no lo quisiera lo suficiente como para jugársela por él. A la hora de la verdad, poco importaba si era débil, insegura o tímida; lo importante para mi paciente era que la espera lo alejaba cada día más de la posibilidad de conocer a otras personas que sí estaban disponibles.

Por fin, al cabo de año y medio de tires y aflojes, la mujer se separó. El esposo se fue de la casa y ella decidió encarar valientemente el costo de estar con el hombre que amaba. Infortunadamente, y para sorpresa de muchos (incluído el esposo), su impulso duró apenas dos semanas. La culpa, las niñas, la mamá (sobre todo la mamá), la suegra, el psiquiatra y su mejor amiga, entre otros mediadores, la hicieron cambiar de opinión. Aunque hubo varios intentos posteriores, todos fueron infructuosos. El miedo la empujaba hacia atrás.

Hace unos días P. R. (quien sigue esperándola y asistiendo de vez en cuando a la consulta) y su amante de cabecera, cumplieron cuatro años de relación clandestina. Lo festejaron en un restaurante escondido de poca monta, pero bien ubicado y escondido. En la última sesión trajo una “buena nueva” difícil de creer: “Esta vez sí se va a separar”. Probablemente estemos ante la versión adulta de La historia sin fin. Un poco de realismo bastaría:

“Creo que te amo, pero no soy capaz de seguir adelante”; pero el apego nubla la vista y los sentidos.

Del libro:
AMAR O DEPENDER
Walter Riso

TE DESEO LO SUFICIENTE

Hermoso y conmovedor mensaje de una madre a su hija: Te deseo lo suficiente.

Recientemente, escuché a una madre y su hija en sus últimos momentos juntas en el aeropuerto mientras la salida de la hija se había anunciado. De pie cerca de la puerta de seguridad, se abrazaron y la madre dijo:

"Te amo y te deseo lo suficiente".

La hija respondió: "Mamá, nuestra vida juntas ha sido más que suficiente. Tu amor es todo lo que he necesitado. Te deseo lo suficiente, también, mamá." Se besaron y la hija se fue.

La madre se acercó a la ventana donde yo estaba sentado. Allí de pie, pude ver que quería y necesitaba llorar.
Traté de no entrometerme en su privacidad, pero ella me permitió involucrarme preguntándome: - "¿Alguna vez has dicho adiós a alguien sabiendo que era para siempre?" - "Sí", le contesté. - "Perdóneme por preguntar, pero ¿por qué es este un adiós para siempre?"

"Soy vieja y ella vive muy lejos. Tengo desafíos por delante y la realidad es que el próximo viaje de vuelta será para mi funeral", dijo.

Cuando usted estaba diciendo adiós, le oí decir: "Te deseo lo suficiente". ¿Puedo preguntar qué significa eso? "

Ella comenzó a sonreír. "Ese es un deseo que se ha transmitido de generación en generación. Mis padres solían decirlo a todo el mundo". Se detuvo un momento y miró hacia arriba como si tratara de recordarlo en detalle y sonrió aún más.

"Cuando dijimos 'Te deseo suficiente', estábamos deseando que la otra persona tenga una vida llena sólo de las cosas suficientemente buenas para sostenerlas". Luego, volviéndose hacia mí, ella compartió lo siguiente, recitándolo de memoria,

"Te deseo suficiente sol para mantener tu actitud brillante.

Te deseo suficiente lluvia para apreciar más el sol.

Te deseo suficiente felicidad para mantener tu espíritu vivo.

Te deseo suficiente dolor para que las pequeñas alegrías de la vida parezcan mucho más grandes.

Te deseo la suficiente ganancia para satisfacer tus deseos.

Te deseo la suficiente pérdida para apreciar todo lo que posees.

Te deseo los suficientes holas para ayudarte a superar el último adiós. "

Ella comenzó a llorar y se alejó.

Dicen que toma un minuto encontrar a una persona especial. Una hora para apreciarlos. Un día para amarlos. Y una vida entera para olvidarlos.

- Autor: Bob Perks
Leído de la web: 
http://www.unavidalucida.com.ar/2013/05/te-deseo-lo-suficiente-reflexion.html

UNO DEL OTRO


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