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sábado, 18 de diciembre de 2021

Y LO IMPORTANTE...ES LA VIDA


 

ANIMARSE A VOLAR


Para Ioshúa que se animó a correr el riesgo y voló...
(publicado originalmente en Recuentos para Demián. 1991)

...Y cuando se hizo grande, su padre le dijo:

- Hijo mío, no todos nacen con alas. Y si bien es cierto que no tienes obligación de volar, opino que sería penoso que te limitaras a caminar teniendo las alas que el buen Dios te ha dado.

- Pero yo no sé volar - contestó el hijo.

- Ven - dijo el padre.

Lo tomó de la mano y caminando lo llevó al borde del abismo en la montaña.

- Ves hijo, este es el vacío. Cuando quieras podrás volar. Sólo debes pararte aquí, respirar profundo, y saltar al abismo. Una vez en el aire extenderás las alas y volarás...

El hijo dudó.

- ¿Y si me caigo?

- Aunque te caigas no morirás, sólo algunos machucones que te harán más fuerte para el siguiente intento - contestó el padre.

El hijo volvió al pueblo, a sus amigos, a sus pares, a sus compañeros con los que había caminado toda su vida.

Los más pequeños de mente dijeron:

- ¿Estás loco?

- ¿Para qué?

- Tu padre está delirando...

- ¿Qué vas a buscar volando?

- ¿Por qué no te dejas de pavadas?

- Y además, ¿quién necesita volar?

Los más lúcidos también sentían miedo:

- ¿Será cierto?

- ¿No será peligroso?

- ¿Por qué no empiezas despacio?

- En todo caso, prueba tirarte desde una escalera.

- ...O desde la copa de un árbol, pero... ¿desde la cima?

El joven escuchó el consejo de quienes lo querían.

Subió a la copa de un árbol y con coraje saltó...

Desplegó sus alas.

Las agitó en el aire con todas sus fuerzas...

pero igual... se precipitó a tierra...

Con un gran chichón en la frente se cruzó con su padre:

- ¡Me mentiste! No puedo volar. Probé, y ¡mira el golpe que me di!. No soy como tú. Miralas son de adorno... - lloriqueó.

- Hijo mío - dijo el padre - Para volar hay que crear el espacio de aire libre necesario para que las alas se desplieguen.

Es como tirarse en un paracaídas... necesitas cierta altura antes de saltar.

Para aprender a volar siempre hay que empezar corriendo un riesgo.

Si uno quiere correr riesgos, lo mejor será resignarse y seguir caminando como siempre...



Extracto del libro:
Cuentos para pensar
Jorge Bucay
Fotografía de Internet

viernes, 10 de diciembre de 2021

LA CIUDAD DE LOS POZOS


Esta historia representa para mí, el símbolo de la cadena que 
vincula a las personas a través de la sabiduría de los cuentos. Me la contó un paciente que la había escuchado, a su vez, de boca de un ser maravilloso, el curita criollo Mamerto Menapace. Así como la reproduzco ahora se la regalé una noche a Marce y a Paula.

Esta ciudad no estaba habitada por personas, como todas las demás ciudades del planeta.

Esta ciudad estaba habitada por pozos. Pozos vivientes... pero pozos al fin.

Los pozos se diferenciaban entre sí, no sólo por el lugar en el que estaban excavados sino también por el brocal (la abertura que los conectaba con el exterior).

Había pozos pudientes y ostentosos con brocales de mármol y de metales preciosos; pozos humildes de ladrillo y madera y algunos otros más pobres, con simples agujeros pelados que se abrían en la tierra.

La comunicación entre los habitantes de la ciudad era de brocal a brocal y las noticias cundían rápidamente, de punta a punta del poblado.

Un dìa llegó a la ciudad una "moda" que seguramente había nacido en algún pueblito humano:

La nueva idea señalaba que todo ser viviente que se precie debería cuidar mucho más lo interior que lo exterior. Lo importante no es lo superficial sino el contenido.

Así fue cómo los pozos empezaron a llenarse de cosas.

Algunos se llenaban de joyas, monedas de oro y piedras preciosas. Otros, más prácticos, se llenaron de electrodomésticos y aparatos mecánicos. Algunos más, optaron por el arte, y fueron llenándose de pinturas, pianos de cola y sofisticadas esculturas posmodernas. Finalmente los intelectuales se llenaron de libros, de manifiestos ideológicos y de revistas especializadas.

Pasó el tiempo.

La mayoría de los pozos se llenaron a tal punto que ya no pudieron incorporar nada más.

Los pozos no eran todos iguales, así que, si bien algunos se conformaron, hubo otros que pensaron que debían hacer algo para seguir metiendo cosas en su interior...

Alguno de ellos fue el primero: En lugar de apretar el contenido, se le ocurrió aumentar su capacidad ensanchándose.

No pasó mucho tiempo antes de que la idea fuera imitada, todos los pozos gastaban gran parte de sus energías en ensancharse para poder hacer más espacio en su interior.

Un pozo, pequeño y alejado del centro de la ciudad, empezó a ver a sus camaradas ensanchándose desmedidamente. El pensó que si seguían hinchándose de tal manera, pronto se confundirían los bordes y cada uno perdería su identidad...

Quizás a partir de esta idea se le ocurrió que otra manera de aumentar su capacidad era crecer, pero no a lo ancho sino hacia lo profundo. Hacerse más hondo en lugar de más ancho.

Pronto se dio cuenta que todo lo que tenía dentro de él le imposibilitaba la tarea de profundizar. Si quería ser más profundo debía vaciarse de todo contenido...

Al principio tuvo miedo al vacío, pero luego, cuando vio que no había otra posibilidad, lo hizo.

Vacío de posesiones, el pozo empezó a volverse profundo, mientras los demás se apoderaban de las cosas de las que él se había deshecho...

Un día , sorpresivamente el pozo que crecía hacia adentro tuvo una sorpresa.

Adentro, muy adentro , y muy en el fondo encontró agua...

Nunca antes otro pozo había encontrado agua...

El pozo superó la sorpresa y empezó a jugar con el agua del fondo, humedeciendo las paredes, salpicando los bordes y por último sacando agua hacia fuera.

La ciudad nunca había sido regada más que por la lluvia, que de hecho era bastante escasa, así que la tierra alrededor del pozo, revitalizada por el agua, empezó a despertar.

Las semillas de sus entrañas, brotaron en pasto, en tréboles, en flores, y en tronquitos endebles que se volvieron árboles después...

La vida explotó en colores alrededor del alejado pozo al que empezaron a llamar "El Vergel".

Todos le preguntaban cómo había conseguido el milagro.

-Ningún milagro - contestaba el Vergel - hay que buscar en el interior, hacia lo profundo...

Muchos quisieron seguir el ejemplo del Vergel, pero desanduvieron la idea cuando se dieron cuenta de que para ir más profundo debían vaciarse. Siguieron ensanchándose cada vez más para llenarse de más y más cosas...

En la otra punta de la ciudad, otro pozo, decidió correr también el riesgo del vacío...

Y también empezó a profundizar...

Y también llegó al agua...

Y también salpicó hacia fuera creando un segundo oasis verde en el pueblo...

- ¿Que harás cuando se termine el agua? - le preguntaban.

- No sé lo que pasará - contestaba - Pero, por ahora, cuánto más agua saco, más agua hay.

Pasaron unos cuantos meses antes del gran descubrimiento.

Un día, casi por casualidad, los dos pozos se dieron cuenta de que el agua que habían encontrado en el fondo de sí mismos era la misma...

Que el mismo río subterráneo que pasaba por uno inundaba la profundidad del otro.

Se dieron cuenta de que se abría para ellos una nueva vida.

No sólo podían comunicarse, de brocal a brocal, superficialmente, como todos los demás, sino que la búsqueda les había deparado un nuevo y secreto punto de contacto:

La comunicación profunda que sólo consiguen entre sí aquellos que tienen el coraje de vaciarse de contenidos y buscar en lo profundo de su ser lo que tienen para dar...



Extracto del libro:
Cuentos para pensar
Jorge Bucay
Fotografía de Internet

jueves, 2 de diciembre de 2021

BREVEDAD


He nacido hoy de madrugada
viví mi niñez esta mañana
y sobre el mediodía
ya transitaba mi adolescencia.

Y no es que me asuste
que el tiempo se me pase tan aprisa
sólo me inquieta un poco pensar
que tal vez mañana
yo sea
demasiado viejo
para hacer lo que he dejado pendiente.



Extracto del libro:
Cuentos para pensar
Jorge Bucay
Fotografía de Internet

domingo, 28 de noviembre de 2021

TU CAMINO ES UN ASUNTO EXCLUSIVAMENTE TUYO


 

JOROSKA


(publicado originalmente en Recuentos para Demián. 1991)

Siempre le habían gustado los enigmas...

Desde chico se había desafiado a sí mismo en cuanto crucigrama, laberinto, criptograma y problema de ingenio se le había presentado.

Con mayor o menor éxito, había usado gran parte de su vida y de su cerebro en resolver problemas que otros habían inventado.

Por supuesto que no era infalible, pasaron por sus manos muchos acertijos que eran demasiado complicados para él.

Frente a ellos, Joroska había repetido una secuencia casi ritual: los miraba un rato largo y definía de un vistazo, como experto que era, si este problema pertenecía o no, al grupo de los insolubles.

Si su mirada confirmaba que lo era, Joroska tomaba aire y de todas maneras se abocaba a la resolución.

Comenzaba entonces la etapa de la frustración (por psicologizar el análisis del ritual).

Aparecían las preguntas imposibles, los caminos cerrados, los símbolos intrincados, las palabras desconocidas, los planteos imprevisibles.

Joroska había descubierto, hacía tiempo, su actitud exitista frente a la vida.

¿Sería por eso que estos enigmas terminaban por enojarlo?

El caso es que poco tiempo después de la tentativa, se aburría cósmicamente y abandonaba el problema, criticando en el fondo de su subconsciente al estúpido hacedor de problemas que él no podía resolver...

Creo que fue debido a que también se aburría con los planteos demasiado fáciles, que llegó a la conclusión de que hay un enigma a la medida de cada "resolvedor", y sólo uno mismo puede saber cuál es su medida.

Lo ideal - se dijo - sería crear los propios acertijos a la propia medida.

Pero inmediatamente se dió cuenta de que eso haría perder interés al enigma mismo. El creador tendría la solución a medida que planteaba el problema.

Un poco jugando y un poco animado por la idea de servir a otros a que pudieran resolver en el futuro estos enigmas, empezó a crear dilemas, juegos de palabras, de números, problemas de lógica y planteos de pensamiento abstracto...

Pasaron años, todos sus acertijos eran compartidos con amigos, revistas especializadas y algunas últimas páginas de diarios locales.

Joroska se transformó en un famoso diseñador de enigmas y acertijos...

Pero su gran obra fue, sin lugar a dudas, la construcción del laberinto.

En el fondo de su casa enorme, empezó, los días de solcito y paz, a levantar paredes, ladrillo por ladrillo, para armar a escala natural un enorme laberinto.

Todos sus trabajos podían editarse, imprimirse y distribuirse, todos, menos ese.

El laberinto no se publicaba ni se trasladaba.

El laberinto sólo crecía y crecía en el fondo de la casa.

Joroska lo complicaba más y más. Casi sin darse cuenta, el intrincado acertijo tenía cada vez más caminos sin salida.

La construcción se transformó en parte de su vida. No había un día en el que Joroska no agregara algún ladrillo, tapara una salida o prolongará una curva para hacer más difícil su recorrido.

¿Cuándo fue? Diría yo que alrededor de 20 años después.

El fondo del terreno ya no alcanzaba para seguir construyendo y entonces el laberinto empezó, casi naturalmente a incluirse en su propia casa.

Para ir del dormitorio al baño había que dar 8 pasos al frente, girar a la izquierda, dar 6 pasos, luego a la derecha, bajar 3 escalones, caminar 5 pasos, doblar otra vez a la derecha, saltar un obstáculo y abrir una puerta...

Para ir a la terraza había que inclinar el cuerpo sobre la pared izquierda, rodar unos metros y subir por una escalera de soga hasta el piso alto...

Así, de a poco, su casa se fue transformando en un gran laberinto en tamaño natural...

Al principio esto lo llenó de satisfacción.

Era divertido transitar esos pasillos que lo conducían, también a él, a veces a rutas sin salida ya que era imposible recordar todos los caminos en la memoria.

Era un laberinto a medida.

A su medida.

Desde entonces, Joroska invitó mucha gente a su casa, a su laberinto; pero aún los más interesados terminaban, como él en otros acertijos, defraudados, desbordados y aburridos.

Joroska se ofrecía a guiarles por su casa, pero la gente después de un rato decidía irse.

Poco más o poco menos todos le decían lo mismo:

- No se puede vivir así!!

Finalmente, Joroska no aguantó su eterna soledad y se mudó a una casa sin laberintos donde pudo recibir a la gente sin problemas.

Sin embargo, cada vez que conocía a alguien que le parecía lúcido, lo llevaba a su verdadero lugar. (Como hacía aquel niño que fue el aviador de "El principito" con sus dibujos de las boas cerradas y las boas abiertas, así, Joroska abría su laberinto a los que le parecían merecedores de tal "distinción").

... Pero Joroska nunca encontró nadie que quisiera vivir con él en ese lugar.




Extracto del libro:
Cuentos para pensar
Jorge Bucay
Fotografía de Internet

domingo, 14 de noviembre de 2021

HABIA UNA VEZ


Había una vez.

(... o de la frágil frontera entre el cuento y la realidad)

Había una vez... "una vez"

Que a fuerza de ser contada

Se repitió tantas veces...

Que se volvió realidad



Extracto del libro:
Cuentos para pensar
Jorge Bucay
Fotografía de Internet

jueves, 4 de noviembre de 2021

OBSTACULOS


Este texto que reproduzco aquí no es en realidad un cuento, sino 
más bien una meditación guiada, diseñada en forma de ensueño dirigido, para explorar las verdaderas razones de algunos de nuestros fracasos. Me permito sugerirte que lo leas lentamente, intentando detenerte unos instantes en cada frase, visualizándote en cada situación.

Voy andando por un sendero.

Dejo que mis pies me lleven.

Mis ojos se posan en los árboles, en los pájaros, en las piedras.

En el horizonte se recorta la silueta de una ciudad.

Agudizo la mirada para distinguirla bien.

Siento que la ciudad me atrae.

Sin saber cómo, me doy cuenta de que en esta ciudad puedo encontrar todo lo que deseo.

Todas mis metas, mis objetivos y mis logros.

Mis ambiciones y mis sueños están en esa ciudad.

Lo que quiero conseguir, lo que necesito, lo que más me gustaría ser, aquello a lo cual aspiro, lo que intento, por lo que trabajo, lo que siempre ambicioné, aquello que sería el mayor de mis éxitos.

Me imagino que todo eso está en esa ciudad.

Sin dudar, empiezo a caminar hacia ella.

A poco de andar, el sendero se hace cuesta arriba.

Me canso un poco, pero no importa.

Sigo.

Diviso una sombra negra, más adelante, en el camino.

Al acercarme, veo que una enorme zanja me impide mi paso.

Temo... dudo.

Me enoja que mi meta no pueda conseguirse fácilmente.

De todas maneras decido saltar la zanja. Retrocedo, tomo impulso y salto...

Consigo pasarla.

Me repongo y sigo caminando.

Unos metros más adelante, aparece otra zanja.

Vuelvo a tomar carrera y también la salto.

Corro hacia la ciudad: el camino parece despejado.

Me sorprende un abismo que detiene mi camino.

Me detengo. Imposible saltarlo

Veo que a un costado hay maderas, clavos y herramientas.

Me doy cuenta de que está allí para construir un puente.

Nunca he sido hábil con mis manos.

... Pienso en renunciar.

Miro la meta que deseo... y resisto.

Empiezo a construir el puente.

Pasan horas, o días, o meses.

El puente está hecho.

Emocionado, lo cruzo.

Y al llegar al otro lado... descubro el muro.

Un gigantesco muro frío y húmedo rodea la ciudad de mis sueños...

Me siento abatido...

Busco la manera de esquivarlo.

No hay caso.

Debo escalarlo.

La ciudad está tan cerca...

No dejaré que el muro impida mi paso.

Me propongo trepar.

Descanso unos minutos y tomo aire...

De pronto veo, a un costado del camino, un niño que me mira como si me conociera.

Me sonríe con complicidad.

Me recuerda a mí mismo... cuando era niño.

Quizás por eso, me animo a expresar en voz alta mi queja:

- ¿Por qué tantos obstáculos entre mi objetivo y yo?

El niño se encoge de hombros y me contesta:

- ¿Por qué me lo preguntas a mí?

Los obstáculos no estaban antes de que tú llegaras...

Los obstáculos los trajiste tú.



Extracto del libro:
Cuentos para pensar
Jorge Bucay
Fotografía de Internet

martes, 26 de octubre de 2021

CEREMONIA DEL TE


Te encuentro...

Te escucho...

Te hablo...

Te abrazo...

Te beso...

Te tengo...

Te aprieto...

Te atrapo...

Te absorbo...

Te asfixio...

¿Te quiero?



Extracto del libro:
Cuentos para pensar
Jorge Bucay
Fotografía de Internet

sábado, 23 de octubre de 2021

SOLO POR AMOR


Camino por mi camino.

Mi camino es una ruta con un solo carril, el mío.

A mi izquierda un muro eterno, separa mi camino del camino de alguien que transita a mi lado, del otro lado del muro.

De vez en cuando en este muro hay un agujero, una ventana, una hendidura...
y puedo mirar hacia el camino de mi vecino o vecina.

Un día mientras camino, creo ver, del otro lado del muro, una figura que pasa a mi ritmo, en mi misma dirección.

Miro esa figura: es una mujer, es hermosa.

Ella también me ve. Me mira.

La vuelvo a mirar.

Le sonrío... y me sonríe.

Un momento después ella sigue andando su camino y yo apuro la marcha porque espero ansiosamente la próxima oportunidad de cruzarme con esa mujer.

En la próxima ventana me detengo un minuto.

Cuando ella llega, nos miramos a través de la ventana.

Parece tan encantada conmigo como yo con ella.

Le digo por señas lo mucho que ella me agrada.

Me contesta por señas. No sé si significan lo mismo que las mías, pero intuyo que ella entiende lo que quiero decirle.

Siento que me quedaría un largo rato mirándola y dejándome mirar, pero sé que mi camino continúa...

Me digo que más adelante en el camino, habrá seguramente una puerta y quizás pueda yo cruzar a encontrarme con ella.

Nada da más certeza que el deseo, así que me apuro por encontrar la puerta que imagino.

Empiezo a correr con la vista clavada en el muro.

Un poco más adelante la puerta aparece.

Allí está del otro lado, mi ahora deseada y amada compañera, esperando, esperándome.

Le hago un gesto, ella me devuelve un beso en el aire.

Me hace una seña como llamándome. Es todo lo que necesito.

Emprendo contra la puerta para reunirme con ella, de su lado del muro.

La puerta es muy estrecha, paso una mano, paso el hombro, hundo un poco la panza, me retuerzo un poquito sobre mí mismo, casi consigo pasar mi cabeza pero mi oreja derecha se queda trabada.

Empujo.

No hay caso, no pasa.

Y no puedo usar mi mano para torcerla, porque no podría poner ni un dedo allí...

No hay espacio para pasar con mi oreja, así que, tomo una decisión...

(Porque mi amada está allí, y me espera...).

(Porque es la mujer que siempre soñé y me llama...)

... Saco una navaja de mi bolsillo y de un sólo tajo rápido, me animo a darme un corte en la oreja para que mi cabeza pase por la puerta.

Y tengo éxito, mi cabeza consigue pasar...

Pero después de mi cabeza, veo que es mi hombro el que queda trabado.

La puerta, no tiene la forma de mi cuerpo.

Hago fuerza, pero no hay remedio, mi mano y mi cuerpo han pasado, pero mi otro hombro y mi otro brazo no pasan...

Ya nada me importa, así que...

Retrocedo, y sin pensar en las consecuencias, tomo envión y fuerzo mi paso por la puerta.

Al hacerlo, el golpe desarticula mi hombro y el brazo queda colgando como sin vida, pero ahora, afortunadamente, en una posición tal que no puedo atravezar la puerta...

Ya casi... casi, estoy del otro lado.

Justo cuando estoy a punto de terminar de pasar por la hendidura, me doy cuenta de que mi pie derecho se ha quedado enganchado del otro lado.

Por mucho que fuerzo y me esfuerzo, no puedo pasarlo.

No hay caso, la puerta es demasiado angosta para que mi cuerpo entero pase por ella.

Demasiado angosta, no pasan mis dos pies...

No lo dudo. Estoy ya casi al alcance de mi amada.

No puedo echarme atrás... Así que, agarro el hacha, y apretando los dientes, doy el golpe y desprendo la pierna.

Ensangrentado, a los saltos, apoyado en el hacha y con el brazo desarticulado, con una oreja y una pierna menos, me encuentro con mi amada.

Le digo:

- Aquí estoy. Por fin he pasado. Me miraste, te miré, me enamoré. He pagado todos los costos por ti... Todo vale en la guerra y el amor. No importan los sacrificios... valían la pena si eran para encontrarse contigo... para poder seguir juntos... juntos para siempre...

Ella me mira, se le escapa una mueca y me dice:

- Así no, así no quiero... A mí me gustabas cuando estabas entero.



Extracto del libro:
Cuentos para pensar
Jorge Bucay
Fotografía de Internet

martes, 12 de octubre de 2021

EL OSO


Hay cuentos que son particularmente significativos para mí.
Uno de ellos es ésta antiquísima historia que me contó alguna vez mi abuelo y que quiero contarte, tal como hoy la recuerdo.
Esta es la historia de un sastre, un zar y su oso.

Un día el zar descubrió que uno de los botones de su chaqueta preferida se había caído.

El zar era caprichoso, autoritario y cruel (cruel como todos los que enmarañan por demasiado tiempo en el poder), así que, furioso por la ausencia del botón mandó a buscar al sastre y ordenó que a la mañana siguiente fuera decapitado por el hacha del verdugo.

Nadie contradecía al emperador de todas la Rusias, así que la guardia fue hasta la casa del sastre y arrancándolo de entre los brazos de su familia lo llevó a la mazmorra del palacio para esperar allí su muerte.

Al atardecer, cuando un guardiacárcel le llevó al sastre la última cena, éste meneó la cabeza y musitó:

- Pobre Zar.

El guardia no pudo evitar la carcajada:

- ¿Pobre del zar?. Pobre de ti. Tu cabeza quedará bastante lejos de tu cuerpo mañana mismo.

- Tú no entiendes - dijo el sastre - ¿Qué es lo más importante para nuestro zar?

- ¿Lo más importante? - contestó el guardia - No sé. Su pueblo.

- No seas estúpido. Digo algo realmente importante para él.

- ¿Su esposa?

- ¡¡Más importante!!

- ¡¡Los diamantes!! - creyó adivinar el carcelero.

- ¿Qué es lo que más le importa al zar en el mundo?

- ¡¡Ya sé!!!. Su oso.

- Eso. Su oso.

- ¿Y?

- Mañana, cuando el verdugo termine conmigo, el zar perderá su única oportunidad para conseguir que su oso hable.

- ¿Tú eres entrenador de osos?.

- Un viejo secreto familiar... - dijo el sastre - Pobre del zar...

Deseoso de ganarse los favores del zar, el pobre guardia corrió a contarle al soberano su descubrimiento:

¡¡El sastre sabía enseñarle a hablar a los osos!!

El zar estaba encantado. Mandó a buscar inmediatamente al sastre y cuando lo tuvo frente a sí le ordenó:

- ¡¡Enséñale a mi oso nuestro lenguaje!!

El sastre bajó la cabeza y dijo:

- Me gustaría complacerte ilustrísima, pero enseñar a hablar a un oso es una tarea ardua y lleva tiempo... y lamentablemente, tiempo es lo que menos tengo...

- ¿Cuánto tiempo llevaría el aprendizaje? - preguntó el zar.

- Depende de la inteligencia del oso...

- ¡¡El oso es muy inteligente!! - interrumpió el zar - De hecho es el oso más inteligente de todos los osos de Rusia.

-Bien, si el oso es inteligente... y siente deseos de aprender... yo creo... que el aprendizaje duraría... duraría... no menos de...... DOS AÑOS.

El zar pensó un momento y luego ordenó:

- Bien, tu pena será suspendida por dos años, mientras tanto tú entrenas al oso. ¡Mañana empezarás!

- Alteza - dijo el sastre - Si tú mandas al verdugo a ocuparse de mi cabeza, mañana estaré muerto, y mi familia se las ingeniará para sobrevivir. Pero si me conmutas la pena, yo tendré tiempo para dedicarme a tu oso... deberé trabajar de sastre para mantener a mi familia...

- Eso no es problema - dijo el zar - A partir de hoy y durante dos años tú y tu familia estarán bajo la protección real. Serán vestidos, alimentados y educados con el dinero del zar y nada que necesiten o deseen les será negado... Pero, eso sí... Si dentro de dos años el oso no habla... te arrepentirás de haber pensado en esta propuesta... Rogarás haber sido muerto por el verdugo...

¿Entiendes, verdad?.

- Si, alteza.

- Bien... ¡¡Guardias!! - gritó el zar - Que lleven al sastre a su casa en el carruaje de la corte, denle dos bolsas de oro, comida y regalos para sus niños.

Ya... ¡¡Fuera!!.

El sastre en reverencia y caminando hacia atrás, comenzó a retirarse mientras musitaba agradecimientos.

- No olvides - le dijo el zar apuntándolo con el dedo directamente a la frente -

Si en dos años el oso no habla...

...Cuando todos en la casa lloraban por la pérdida del padre de familia, el sastre apareció en la casa en el carruaje del zar, sonriente, eufórico y con regalos para todos.

La esposa del sastre no cabía en su asombro. Su marido que pocas horas antes había sido llevado al cadalso volvía ahora, exitoso, acaudalado y exultante...

Cuando estuvo a solas el hombre le contó los hechos.

- Estás LOCO - chilló la mujer - enseñar a hablar al oso del zar. Tú, que ni siquiera has visto un oso de cerca. ¡Estás, loco! Enseñar a hablar a un oso...

Loco, estás loco...

- Calma mujer, calma. Mira, me iban a cortar la cabeza mañana al amanecer, ahora... ahora tengo dos años... En dos años pueden pasar tantas cosas.

En dos años... - siguió el sastre - se puede morir el zar... me puedo morir yo...
y lo más importante... por ahí el oso habla!!!



Extracto del libro:
Cuentos para pensar
Jorge Bucay
Fotografía de Internet
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