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viernes, 28 de febrero de 2020

INDESCRIPTIBLE


Un derviche preguntó un día a otro derviche si había visto a Dios. Éste respondió: 

«¿Cómo describirte lo indescriptible? Déjame contarte una historieta a modo de respuesta. A la izquierda se encuentra un incendio y a la derecha un río de vino. Entre la multitud de los hombres, los hay que tienden hacia el incendio y otros que se embriagan en el río. Pero el bien y el mal están invertidos. Los que tienden la mano hacia el incendio van a parar al río, mientras que los que se embriagan en el río son arrojados al fuego. Un hombre de cada mil conoce este secreto y por eso eligen el fuego tan pocos de ellos. ¡Los que se arrojan al fuego sin echar siquiera una mirada al río de vino son favorecidos por la fortuna! La multitud, ebria del placer presente, paga las costas de este juego. Y el fuego les dice: “¡Oh, ignorantes! ¡No os engañéis sobre mí! ¡En verdad, soy una fuente, una fuente escondida! ¡Oh, Abraham! ¡No hay aquí ni humo ni llamas si no son las de Nemrod! Si posees la sabiduría de Abraham, el fuego será como el agua para ti. Sé como la mariposa atraída por el fuego”. Su alma dice: “¡Aunque poseyese un millar de alas, las quemaría todas!”». 

¡El ignorante siente piedad de mí por mi estupidez y yo tengo lástima de él porque estoy en el secreto!




150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet

lunes, 10 de febrero de 2020

EL PAVO REAL


Ha llegado el momento de describir al pavo real que se pavonea. Su único cuidado es el de captar la atención del prójimo sin conocer siquiera la razón de esta manera de obrar. Es como una trampa que ignora todo de la caza, pues no es más que un instrumento y no conoce la finalidad. ¡Qué cosa tan curiosa es una trampa! Funciona, pero no saca de ello provecho alguno.

¡Oh, hermano mío! Has reunido alrededor de ti a todos tus amigos. Has pasado buenos ratos con ellos; ¡después los has matado! Desde que estás en el mundo, no haces más que eso. Intentas atrapar a la gente con la trampa de la amistad. Pero nada obtendrás de los que te rodean. Gran parte de tu vida ha pasado ya. ¡La noche está cayendo y tú piensas aún en poner tus trampas! Capturas un animal, liberas otro. Ese es el juego de un niño ignorante. Cuando llegue la noche, todas tus trampas estarán vacías. Todo esto no es más que un grillete, una traba que estorba tu marcha. ¡Caes en tu propia trampa y te privas de tus posibilidades! ¿Se ha sabido nunca de un cazador víctima de sus propias trampas?

La única caza interesante es el amor. Pero ¿cuál es la trampa que sirve para su captura? Más vale caer en las trampas del amor. Deja tus trampas y ve hacia las suyas.

En ese mismo instante, el amor me desliza al oído esta verdad: «¡Más vale ser la caza que el cazador!».



150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet

viernes, 7 de febrero de 2020

RISAS, OBJECIONES Y HUMILDAD


LA VIDA


EL ALIVIO


Un día, habiendo entrado en éxtasis, un sufí desgarró su túnica. Llamó a este vestido FERRACE (alivio). Esta denominación hizo fortuna y todos quisieron llevar tal vestido, pero sólo el precursor conoció el alivio. La multitud, por su parte, sólo tuvo el poso del vino. Una cosa puede ser pura en su interior, pero el nombre de la cosa es como el poso del vino para los seguidores. Si realmente deseas conocer la verdad, desgarra también tu túnica y conocerás el alivio.

Sufí es el que busca la pureza. ¡No creáis que es cuestión de atavío o asunto de sastre!


150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet

martes, 28 de enero de 2020

VIENTRE


«¡El infiel come con sus siete vientres, pero el creyente se contenta con uno solo!». (Hadiz - palabras del profeta).

Un grupo de infieles llegó un día a la mezquita. Dijeron al profeta:

«¡Oh, tú, que eres generoso con todos! Venimos a pedirte hospitalidad. Nuestro viaje ha sido largo. ¡Ofrécenos la luz de tu sabiduría!».

El profeta se dirigió entonces a la concurrencia:

«¡Oh, amigos míos! ¡Repartid a estos invitados entre todos vosotros, pues mis atributos deben también ser los vuestros!».

Cada uno de los miembros que rodeaban al profeta se encargó, pues, de un invitado. Sólo quedó uno, un hombre de gran corpulencia. Nadie lo había invitado y permanecía en la mezquita como queda el poso en un vaso de vino. Fue, pues, el profeta quien se ocupó de él y lo llevó a su morada. Pues bien, el profeta poseía siete cabras que le proporcionaban leche. Tenían la costumbre de acercarse a la casa a la hora de las comidas para ser ordeñadas. El infiel, sin vergüenza, absorbió la leche de las siete cabras, así como todo lo que pudo encontrar como pan y otros alimentos. La familia del profeta se entristeció mucho al ver así devorada la parte de todos. Este hombre extraño, con vientre de timbal, había devorado la comida de dieciocho personas. Cuando llegó la hora de acostarse, el hombre se retiró a su habitación. Una sirvienta, encolerizada con él, lo encerró en ella.

A media noche, el infiel sintió un violento dolor de vientre. Se precipitó hacia la puerta, pero ¡ay! la encontró cerrada, con un cerrojo por fuera. Intentó como un loco abrirla, pero en vano. La presión que habitaba en su vientre le hacía el espacio de la habitación cada vez más estrecho. Como último recurso, volvió a acostarse. En sus sueños, se vio a sí mismo en medio de las ruinas. En efecto, su corazón caía también en ruinas. Esta sensación fue tan fuerte que rompió sus abluciones y ensució su cama.

Al despertar, casi se volvió loco de pesar al ver el desastre. «La tierra entera, se decía, no bastaría para cubrir tal vergüenza. Este sueño ha sido peor que una noche en vela. ¡Lo que como por un lado, lo echo por otro para ensuciar! ¿En qué situación me he puesto?».

Como un hombre en el umbral de la tumba, esperó, lamentándose, el amanecer y la apertura de la puerta. Era como una flecha en un arco tenso, listo para huir corriendo de modo que nadie viese su estado. Por la mañana, el profeta vino a abrirle la puerta y después se ocultó tras una cortina por delicadeza. Aunque estaba al corriente del contratiempo de su huésped, no quería mostrarlo, pues eran la sabiduría y la voluntad de Dios las que habían puesto al hombre en aquella situación. Estaba en su destino conocer semejante contratiempo. La animosidad puede engendrar la amistad y los edificios acaban por caer en ruinas.

Un importuno trajo el lecho sucio al profeta y le dijo:

«¡Mira lo que ha hecho tu invitado!».

El profeta respondió sonriendo:

«¡Tráeme una cántara de agua para que yo limpie esto enseguida!

—¡Oh, don de Dios! exclamaron entonces sus allegados, ¡que seamos sacrificados por ti…! A nosotros es a los que corresponde ocuparnos de esto. ¡No te preocupes! Este trabajo está hecho para la mano y no para el corazón. Ponemos nuestra felicidad en ser tus servidores. Si haces tú mismo el servicio, ¿cuál será nuestra utilidad?

—Comprendo, dijo el profeta, ¡pero hay en todo esto una sabiduría oculta!».

Cada uno esperó, pues, la revelación de este secreto. El profeta limpió el lecho de su huésped con un gran cuidado.

Pues bien, el infiel poseía una estatuilla heredada de sus antepasados. En su camino, advirtió de repente que la había perdido. Lleno de angustia, se dijo: «Seguramente la he olvidado en mi habitación».

Le repugnaba volver al lugar de su vergüenza, pero la avidez fue más fuerte y volvió sobre sus pasos. Llegado a la morada del profeta, vio que éste estaba lavando con sus propias manos el lecho sucio. Inmediatamente, olvidó su estatuilla y se lamentó amargamente. Se golpeó el rostro con las dos manos y la cabeza contra la pared, hasta el punto de que su cara se cubrió de sangre. El profeta quiso calmarlo, pero, alertada por sus gritos, acudió la multitud. El hombre se prosternó ante el profeta diciendo:

«¡Oh, quintaesencia del universo! ¡Tú obedeces las órdenes de Dios! ¡Yo, que no soy más que una ínfima parcela, expreso mi vergüenza ante ti!».

A la vista de esta efusión, el profeta lo tomó en sus brazos y lo calmó. Abrió los ojos de su alma.

Si no lloviera, no resplandecería la hierba. Si el niño no llorase, no le darían leche. Se necesita el ojo que llora. No comas excesivamente pues el pan, por su esencia, no hace sino aumentar la sed.

Emocionado por la ternura del profeta, el hombre se despertó como si saliese de un largo sueño. El profeta le roció el rostro con agua y dijo:

«Ven a mí para encontrar la verdad, porque tienes mucho trecho que recorrer en este camino».





150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet

lunes, 27 de enero de 2020

SACRIFICIO


SACRIFICIO (Comentario del versículo: "Sacrifica cuatro aves...")

¡Oh, tú! Eres el Abraham de nuestro tiempo. También tú tienes que degollar cuatro aves que, como salteadores, obstaculizan tu camino. Ellas saltan los ojos de los hombres sensatos. Hay en el cuerpo humano cuatro atributos correspondientes a estas aves. Si se sacrifican, se libera el camino del alma.

¡Oh Abraham! Degüéllalas, si quieres que se liberen tus pies. ¡Si deseas resucitar al pueblo y hacerlo eterno, tendrás que degollarlas vivas! Estas aves son el pavo real, el pato, el cuervo y el gallo. Simbolizan cuatro tipos de caracteres.

El gallo representa el deseo carnal, el pavo real la vanidad, el cuervo el deseo de longevidad y el pato la avidez.


150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet

miércoles, 22 de enero de 2020

LA CALDERA DE ESTE MUNDO


Los deseos de este mundo son como una caldera y los temores de aquí abajo son como un baño. Los hombres piadosos viven por encima de la caldera en la indigencia y en la alegría. Los ricos son los que aportan excrementos para alimentar el fuego de la caldera, de modo que el baño esté bien caliente. Dios les ha dado la avidez. 

Pero abandona tú la caldera y entra en el baño. Se reconoce a los del baño por su cara, que es pura. Pero el polvo, el humo y la suciedad son los signos de los que prefieren la caldera. 

Si allí no ves suficientemente bien como para reconocerlos por su rostro, reconócelos por el olor. Los que trabajan en la caldera se dicen: «Hoy, he traído veinte sacos de boñiga de vaca para alimentar la caldera». 

Estos excrementos alimentan un fuego destinado al hombre puro y el oro es como esos excrementos. 

El que pasa su vida en la caldera no conoce el olor del almizcle. Y si, por azar, lo percibe, se pone enfermo.



150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet

domingo, 19 de enero de 2020

LA INCITADORA


Un día, un sufí volvió a su casa de improviso. Ahora bien, su mujer recibía a un extranjero, procurando incitarlo.

El sufí llamó a la puerta. No era su costumbre abandonar la tienda y regresar tan pronto a la casa, pero, dominado por un presentimiento, había decidido regresar ese día por sorpresa. La mujer por su parte, estaba muy segura de que su marido no volvería tan pronto. Dios pone un velo sobre tus pecados para que un día te avergüences de ellos. Pero ¿quién puede decir hasta cuándo dura este privilegio? En la morada del sufí no había escondrijo alguno ni otra salida que la puerta principal. Ni siquiera había una manta bajo la cual habría podido ocultarse el extranjero. Como último recurso, la mujer vistió al extranjero con un velo para disfrazarlo de mujer. Después abrió la puerta.

El extranjero con su disfraz parecía un camello en una escalera. El sufí preguntó a su mujer:

«¿Quién es esta persona con la cara velada?».

La mujer respondió:
«Es una mujer conocida en la ciudad por su piedad y su riqueza».

«¿Hay algún favor que podamos hacerle?» —preguntó el sufí.

La mujer dijo:
«Quiere emparentar con nosotros. Tiene un carácter noble y puro. Venía a ver a nuestra hija, que, desgraciadamente, está en la escuela. Pero esta señora me lo ha dicho: “¡Sea o no hermosa, quiero tenerla como nuera!” pues tiene un hijo incomparable por su belleza, su inteligencia y su carácter».

El sufí dijo entonces:
«Somos gente pobre y esta mujer es rica. Semejante matrimonio sería como una puerta hecha mitad de madera y mitad de marfil. Ahora bien, un vestido hecho a medias de seda y de paño avergüenza a quien lo lleva».

«Es justamente lo que acabo de explicarle —dijo la mujer— pero me ha respondido que no le interesan los bienes ni la nobleza. No ambiciona acumular bienes en este bajo mundo. ¡Todo lo que desea es tratar con gente honrada!».

El sufí invocó otros argumentos, pero su mujer afirmó haberlos expuesto ya a su visitante. A creerla, aquella señora no tomaba en cuenta su pobreza, aunque ésta fuese extremada. Finalmente, dijo a su marido:

«Lo que busca en nosotros es la honradez».

El sufí añadió:

«¿No ve nuestra casa, tan pequeña que no podría esconderse en ella ni una aguja? En cuanto a nuestra dignidad y nuestra honradez, es imposible ocultarlas pues todo el mundo está al corriente. ¡Tiene, pues, que suponer que nuestra hija no tiene dote!».

Te cuento esta historia para que dejes de argumentar. Pues nosotros conocemos tus vergonzosas actividades. Tu creencia y tu fe se parecen, hasta confundir a cualquiera, a los discursos de esta mujer. Eres un mentiroso y un traidor como la mujer de este sufí. Te avergüenzas incluso ante gente que no tiene rostro limpio. ¿Por qué no habrías de avergonzarte, por una vez, ante Dios?


150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet

domingo, 12 de enero de 2020

ABANDONAR LA CÓLERA


Un día, alguien preguntó a Jesús:

"¡Oh, profeta! ¿Cuál es la cosa más terrible en este mundo?"

Jesús respondió:
"¡La cólera de Dios, pues incluso el infierno teme esta cólera!"

El que había hecho la pregunta dijo entonces: "¿Existe algún medio para evitar la cólera de Dios?"

Jesús respondió: "¡Sí! ¡Hay que abandonar la propia cólera! Pues los hombres malvados son como pozos de cólera. Así es como se convierten en dragones salvajes."

Es imposible que este mundo ignore los atributos contrarios. Lo importante es protegerse de las desviaciones. En este mundo, la orina existe. Y la orina no podrá convertirse en agua pura sin cambiar de atributos.



150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet

miércoles, 8 de enero de 2020

EL PREDICADOR


Había un predicador que, cada vez que se ponía a rezar no dejaba de elogiar a los bandidos y desearles toda la felicidad posible. Elevaba las manos al cielo diciendo: "¡Oh, Señor: ofrece tu misericordia a los calumniadores, a los rebeldes, a los corazones endurecidos, a los que se burlan de la gente de bien y a los idólatras!"

Así terminaba su arenga, sin desear el menor bien a los hombres justos y puros. Un día, sus oyentes le dijeron:
"No es costumbre rezar así! Todos estos buenos deseos dirigidos a los malvados no serán escuchados."

Pero él replicó:
"Yo debo mucho a esa gente de la que habláis y por esa razón ruego por ellos. Me han torturado tanto y me han causado tanto daño que me han guiado hacia el bien. Cada vez que me he sentido atraído por las cosas de este mundo, me han maltratado. Y todos esos malos tratos son la causa por la que me he vuelto hacia la fe."



150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet

lunes, 30 de diciembre de 2019

LLAMAR


Un hombre se había enamorado locamente de una mujer, pero su unión era imposible. Se lamentaba noche y día, sin comer ni dormir. El amor lo había transformado en un vagabundo. Y sus tormentos eran interminables.

¿Por qué se presenta el amor al principio como un verdadero asesino? Es para que se pueda distinguir a los que no son realmente enamorados.

Cada vez que nuestro hombre intentaba enviar un mensaje a su amada, el portador del mensaje, dominado por los celos, omitía entregarlo a su destinataria. Había intentado también atar una carta al cuello de una paloma, pero el calor de sus palabras había quemado las alas del ave.

Esta situación duró siete años. Soñaba sin cesar con el instante de su unión. El profeta dijo: "¡Si llamas, se te abrirá!" Y nuestro enamorado llamaba a la puerta con todo su corazón.

Una noche, cuando había entrado en el jardín y se ocultaba para no ser descubierto por el guarda, encontró a su amada. Se puso entonces a rogar a Dios que colmase de favores a ese guarda que le había ayudado a encontrar a su amada.

Cuando las piernas se han roto, Dios nos ofrece alas. Puede, incluso, abrir una puerta en el fondo de un pozo. Si miras con Dios una cosa desagradable, esa cosa se convertirá en un favor para ti.


150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
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lunes, 23 de diciembre de 2019

EL VIENTO


Un día, llegó un mosquito ante el profeta Salomón para quejarse:

"¡Oh, Salomón el Justo! Los hombres y los genios obedecen tus órdenes. El ave y el pez confían en tu justicia. No hay nadie hasta hoy que no pueda atestiguarlo. Ayúdanos, pues eres el que vuela en socorro de los débiles. Nosotros, los mosquitos, somos el símbolo mismo de la debilidad." El profeta Salomón le dijo:

"¡Oh, tú que deseas justicia! Dime de quién tienes queja. ¿Quién te tortura? Es extraño que tal verdugo haya podido escapar a mi justicia. Pues, a mi nacimiento, murió la injusticia igual que la oscuridad desaparece al nacer el día."

El mosquito:

"¡Me quejo del viento! Sus manos de verdugo son las que sacuden mi cuerpo en todos los sentidos."

Salomón le dijo:

"Dios me ha dado la orden siguiente: No escuches a un demandante si su enemigo no está presente.

Aunque ese demandante exponga todos sus agravios, en ausencia de su adversario sus quejas no son aceptables. Tráeme a tu adversario si quieres pedir justicia."

El mosquito:

"Dices verdad. El viento es mi adversario y tú eres el único que puede infundirle respeto."

Salomón dijo entonces:

"¡Oh, viento! ¡Ven aquí! Porque el mosquito se queja de ti y de las torturas a que lo sometes."

Al instante, el viento obedeció la orden de Salomón y vino a presentarse ante el profeta. El mosquito huyó al momento. Y Salomón lo llamó:

"¿Por qué huyes así? Ven si quieres que resolvamos tu problema."

El mosquito respondió:

"¡Oh, sultán mío, ayúdame! El representa la muerte para mí. Cuando viene, no puedo quedarme. ¡No me queda más que una solución: la huida!"

Cuando la luz de Dios se manifiesta, no queda otra cosa más que esa luz. Mira las sombras que buscan la luz. Cuando ésta llega, ellas desaparecen.



150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
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viernes, 20 de diciembre de 2019

LA YEGUA Y SU POTRO



Una yegua y su potro bebían juntos en el abrevadero. De pronto, el palafrenero se puso a silbar para impedírselo. El potro, asustado por aquel ruido, dejó instantáneamente de beber. Pero su madre le dijo:

"¡Oh, potro mío! ¿Por qué dejas de beber?"

El potro respondió:

"Me ha asustado el ruido de esa gente que silba. Mi corazón tiembla de miedo ante la idea de que se pongan a gritar todos juntos."

La yegua le dijo:

"El mundo está hecho así. Todos hacen algo. ¡Oh hijo mío! ¡Haz tú lo que tienes que hacer! ¡Trenza tu barba antes de que te la corten! El tiempo es limitado y el agua corre. ¡Alimenta tu alma antes de ser separado de ella!"

Las palabras de los hombres de Dios son una fuente de vida. ¡Oh, sediento ignorante! ¡Ven! Aunque no veas el arroyo, haz al menos como los ciegos que echan su cántara al río.


150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet

viernes, 13 de diciembre de 2019

GARBANZOS


¡Mira! ¡Y observa cómo suben a la superficie los garbanzos que hierven en la olla cuando son vencidos!

Se les ve agitarse sin cesar en la olla y se dicen:

"¿Por qué nos han comprado? ¿Para torturarnos haciéndonos hervir así?"

Y el cocinero, removiendo la olla con su cucharón, les responde:

"¡Mi objeto es coceros! Estáis crudos y tenéis que estar cocidos por el fuego de la separación para que toméis sabor. Sólo así podréis mezclaros con el alma. Esta cocción no tiene la finalidad de torturaros.

Mientras estabais en el huerto, absorbisteis agua y os volvisteis verdes. ¡Esta bebida que habéis recibido y vuestra floración, todo eso estaba destinado al fuego!"

Los garbanzos replican:

"Si es así, ¡oh, maestro! ¡ayúdanos para que estemos bien hervidos! En este hervor en el que estamos, tú eres nuestro arquitecto. Golpea nuestras cabezas con tu cucharón si eso es bueno. Golpea nuestras cabezas para que no seamos rebeldes como un elefante que sueña con la India."

El cocinero:

"También yo era como vosotros: un trozo de tierra. Pero, combatiendo este fuego, he adquirido valor.

También yo he hervido en la olla de este mundo y en la olla de mi cuerpo. Por estas dos cocciones me he acercado a la significación verdadera. Así es como he adquirido un espíritu. ¡Yo me he convertido en un espíritu, pero a ti hay que cocerte una vez más si se quiere que escapes a tu estado animal!"

¡Mejor pide a Dios que te haga comprender el sentido de sus sutilezas!




150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet

jueves, 5 de diciembre de 2019

LA CIUDAD DEL AMOR


Una amada preguntó a su amante:

"¡Oh, amado mío! Tú has visitado muchas ciudades cuando estabas solo. Dime la que prefieres entre todas!"

Y el enamorado respondió:

"La ciudad en la que vive mi amada. ¡Aunque sea pequeña, nos parece la más vasta!"



150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet

jueves, 28 de noviembre de 2019

TAMBORES


Un niño estaba encargado de tocar el tambor para espantar a los cuervos que venían a picotear las semillas. Las semillas estaban protegidas de las aves por el sonido de su tambor. Pues bien, un día, el sultán Mahmud llegó con todo su ejército y millares de soldados invadieron el pueblo. El mismo sultán marchaba a la cabeza, encaramado en un camello que llevaba dos grandes tambores. Cuando vio que este camello penetraba en su campo, el niño tocó su tambor para expulsarlo. Un hombre sensato le dijo:

"¡Qué ridículo es tu tambor comparado con los enormes tambores que lleva el camello! ¡Pierdes el tiempo haciendo ruido porque ese camello ya está acostumbrado a otros sonidos!"



150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
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lunes, 25 de noviembre de 2019

LA MEZQUITA OCULTA


En la ciudad de Rey había una pequeña mezquita. Nadie podía permanecer en ella durante la noche y los que lo intentaban dejaban hijos huérfanos tras ellos. Muchos solitarios tomaron así el camino del cementerio al amanecer de una noche pasada en esta mezquita. Es que los genios se habían apoderado del lugar y exterminaban a todos sus huéspedes. Tanto que se había puesto en la puerta un letrero que decía:

"¡Nadie permanezca aquí durante la noche!" Algunos habrían querido incluso que se pusieran cadenas a la puerta para evitar que un inocente pereciese por inadvertencia.

Una noche llegó un extranjero. Había oído rumores referentes a esta mezquita y quería verificarlos. Era valeroso y estaba cansado de vivir. Se decía:

"Dios mismo nos dijo que los fieles deseaban la muerte. ¡Y yo soy un fiel!"

La gente le dijo:

"¿Quieres dormir aquí? ¡Es la muerte segura! Toda persona que ha intentado pasar la noche aquí ha muerto. Y no es una coincidencia, lo hemos confirmado cien veces. El profeta dijo que la fe trae consejo.

Sabe bien que no tenemos ningún deseo de ocultarte la verdad. ¡Vamos, sé razonable!"

Pero el enamorado respondió:

"¡Oh, amigos que me aconsejáis! No lamento nada de lo que hago pues, de todos modos, ya estoy harto de la vida. Estoy cansado y debilitado. Pero la salud apenas me atrae. Ciertamente, soy un ocioso, pero no de esos ociosos que buscan la muerte. No soy de los que se agrupan o mendigan en los bazares. ¡No! ¡No!

Soy un perezoso que ofrece cuanto posee. Para mí, morir y abandonar estos parajes será tan agradable como es dulce, para un pájaro, salir de su jaula. Cuando se lleva su jaula al jardín, el pájaro ve las rosas y los árboles. Ve también otros pájaros que vuelan alrededor de su jaula. Está rodeado de verdor, pero está prisionero. Por esta razón es por la que ha perdido el apetito y se ha vuelto perezoso. ¡El que abriera su jaula sería su salvador! Pero si la jaula está en el interior, en una habitación llena de gatos, seguro que el pájaro no deseará salir. Preferiría incluso estar prisionero en millares de jaulas."

La gente replicó:

"¡Oh tú, que pasas por aquí, ven! No pierdas la vida. Lo que dices es fácil de palabra, pero se hará más duro cuando se trate de pasar a los actos. Muchos temerarios han perdido todo su orgullo en el instante fatídico. Acabarás por lamentar todo esto. Los hombres adoptan aires de héroes, pero en el momento del combate, se convierten en mujeres de casa. El profeta dijo: "¡Oh, héroe! No hay lugar para el heroísmo antes del combate" No aparentes ser un héroe. ¡A cuántos hemos visto que hablaban como tú! ¡Renuncia a tu idea y no atraigas sobre ti una desgracia de la que seríamos responsables!"

El enamorado dijo:

¦¦Esta noche dormiré en esta mezquita, aunque vuestros consejos serían tan útiles como los del ángel Gabriel. Abraham no esperaba ninguna ayuda del fuego."

Permaneció, pues, en la mezquita pero no pudo dormir pues el sueño de los que aman es como el de los pájaros y el de los peces. A media noche se dejó oír una voz espantosa que decía:

"¡Ya estoy aquí! ¡Ya llego!"

Esto se repitió cinco veces y la fuerza de esta voz habría hecho temblar a cualquiera. Pero el enamorado apenas se alteró. Se decía:

"Es el ruido de los tambores que redoblan para anunciar la fiesta. Pero, puesto que es a los tambores a los que golpean, que tengan miedo ellos."

Se levantó como un guerrero y exclamó:

"¡Estoy dispuesto! ¡Puedes venir!"

En ese mismo instante, cesó la magia de esta voz y el oro se puso a caer por todas partes. Hasta tal punto que el enamorado tuvo que transportar enormes cargas de oro para conseguir, al amanecer, alcanzar la puerta de la mezquita. Enterró una parte de él y puso el resto en sacos.

Jugándose la vida, este hombre obtuvo un tesoro. Si tú eres ciego y miedoso, abandona esa altiva apariencia.


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Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
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sábado, 23 de noviembre de 2019

LA CIUDAD


Un servidor del sultán de Bujara había sido desterrado por su amo a consecuencia de una denuncia calumniosa. Durante diez años, el pobre hombre había vagado de país en país, abrasado por el fuego de la nostalgia. Un día, habiendo perdido la paciencia, decidió volver a Bujara. Se puso en camino diciendo:

"¡La ciudad de Bujara es la fuente de la ciencia!"

Después:

"Necesito ir allí pues, para mí, es el único medio de reunirme con mi amada. Quiero volver a verla y decirle: "¡Ya estoy aquí! Hazme eterno pero no tengas piedad alguna por mí, pues prefiero morir a tu lado a vivir al lado de los demás. Lo he intentado cien veces, pero sin ti, nada tiene ya sabor." ¡Oh, músicos! ;Cantad y despertad mi corazón! ¡Oh, camello mío! ¡Mi viaje ha terminado! ¡Oh, tierra, bebe mis lágrimas! ;Oh, amigos míos! ;Me voy! Voy a reunirme con Aquel a quien se obedece. Mi corazón añora Bujara. ¡He aquí lo que es el amor de la patria para un enamorado!"

Sus amigos le dijeron:

"¡Oh, insensato! Reflexiona un poco sobre las consecuencias de todo esto. Sé razonable. No te destruyas como la mariposa que se acerca al fuego. Si realmente vas a Bujara, entonces eres un loco y mereces ser encarcelado. El sultán te espera allí, lleno de cólera, con la espada afilada. Dios te dio la ocasión de escapar de la situación aquella y tú buscas el camino de la cárcel. Aunque el sultán hubiera enviado decenas de soldados para que te condujesen a Bujara, deberías haber intentado esquivarlos. Pero nada semejante te amenaza. ¿Cómo es que te sientes ligado de este modo?"

Estaba bajo el dominio de un amor secreto, pero los que lo aconsejaban así no lo sabían. Y el enamorado les respondió:

"¡Callad! De nada me sirven vuestros consejos, pues el lazo que me ata es demasiado sólido. Todas vuestras palabras no hacen sino reforzarlo. Ningún sabio puede comprender este amor. Cuando la pena de amor se instala en un lugar, ningún imán nos puede ya enseñar cosa alguna. No intentéis asustarme con vuestros presagios de muerte, pues el enamorado bordea miles de muertes en cada momento. Lo sé por experiencia: mi vida está en mi muerte. ¡Oh, buenos amigos! ¡Matadme! ¡Matadme! ¡Matadme!"

El no creía sin embargo ir a Bujara para seguir la enseñanza de un maestro. Pues la verdadera enseñanza para un enamorado es la belleza del Amado. Las lecciones, los cuadernos y los libros son Su rostro. Es un torbellino y un estremecimiento.

Así pues, el enamorado tomó el camino de Bujara y la arena del desierto se transformó en seda bajo sus pies. El gran río se mudó en arroyo y el desierto en jardín de rosas. Habría podido ser igualmente atraído por la ciudad de Samarkanda, pero lo que lo atraía era Bujara. Y cuando vio a lo lejos dibujarse los contornos de las murallas, perdió el conocimiento. Le aplicaron agua de rosas a la cara para reanimarlo y, lleno de alegría, entró en Bujara. Todos los que encontró le dijeron:

"¡No te muestres así! ¡El sultán te busca! ¡Quiere vengarse de ti, después de diez años! ¡En el nombre de Dios, no te arriesgues! Tú eras el amado del sultán, su visir, su consejero. Fuiste reconocido culpable y desterrado. Puesto que has escapado de esto, ¿por qué vuelves?"

El enamorado respondió:

"Estoy sediento. ¡Sé que el agua puede matarme pero, aunque mis manos y mis pies se inflamen, nada saciará la sed de mi fogoso corazón! Y a quien me pida explicaciones, responderé: "¡Lo que lamento es no poder beber el océano!" Si el sultán quiere derramar mi sangre, gozaré como la tierra goza con la lluvia."

Y el enamorado fue a prosternarse ante el sultán, con los ojos llenos de lágrimas. El populacho se reunió, curioso por saber si el sultán iba a ahorcarlo o quemarlo.

El sultán mostró entonces a aquellos tontos lo que el tiempo revelará a los desdichados. Como las mariposas, se han precipitado hacia el fuego tomándolo por luz. Pero el fuego del amor no es como la llama de una vela: es una luz entre las luces.


150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet
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