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jueves, 20 de febrero de 2020

LO MANIFESTADO Y LO INMANIFESTADO SON UNO


4. Lo manifestado y lo inmanifestado son uno.

¿Es el "yo" una entidad sempiterna que aparece en niveles diferentes: manifestado y no manifestado? Esta pregunta se la plantean a menudo a Maharaj en formas diversas, con distintas palabras, diferentes personas, pero la esencia de la interrogante es siempre la misma. En ocasiones un visitante audaz puede haber llegado a formular la pregunta justo al principio de una sesión, al mencionar Maharaj, cosa que hace a menudo, que sus oyentes deben siempre tener presente que no está hablando como un individuo a otro, sino como la conciencia a la conciencia con respecto a la naturaleza de ella misma.

Según Maharaj, en el nivel mental el "yo" puede ser considerado bajo tres aspectos: 1) el impersonal, Avyakta (no manifestado), el Yo absoluto, más allá de toda percepción o experiencia sensorial e inconciente de sí mismo. 2) El suprapersonal, Vyakta (manifestado), el cual es el reflejo del Absoluto en la conciencia como "yo soy"; y 3) el personal, Vyakti, el cual es un complejo de procesos físicos y vitales, el aparato sicosomático en el que la conciencia se manifiesta.

No obstante, Maharaj hace esta observación para recordar reiteradamente que tal distinción es tan sólo teórica y no puede existir en la realidad. En esencia, no hay distinción entre lo manifestado (Vyakta) y lo no manifestado (Avyakta), así como no hay ninguna diferencia esencial entre la luz y la luz de día. El universo está lleno de luz pero esa luz sólo puede ser vista hasta que se refleja sobre una superficie como luz de día; y lo que revela la luz de día es la persona individual (Vyakti). El individuo en la forma de un cuerpo humano es siempre el objeto; la conciencia (en tanto testigo) es el sujeto y su relación de dependencia mutua (la conciencia no puede aparecer sin el aparato de un cuerpo y el cuerpo no puede tener sensibilidad sin la conciencia) es la prueba de su identidad básica con el Absoluto. Ambos son la misma conciencia; una en reposo y la otra en movimiento, cada una conciente de la otra.

El universo entero, explica Maharaj, existe sólo en la conciencia. La conceptualización de este proceso sería como sigue: la conciencia se origina en el Ser puro, por ninguna causa o razón particular que no sea el hecho de que es su naturaleza hacerlo así, al igual que las olas en la superficie del mar. El mundo aparece y desaparece en la conciencia; y cada uno de nosotros tiene derecho a decir: todo lo que existe forma parte de mí, todo lo que existe es mío, antes de todo principio, después de todo fin, estoy ahí para atestiguar todo lo que sucede. "Yo", "tú "y "él" son sólo apariencias en la conciencia; todo es básicamente Yo.

No es que el mundo no exista. En tanto apariencia en la conciencia, el mundo es la totalidad dé lo conocido en el potencial de lo desconocido. Puede decirse que el mundo aparece, pero no es. La duración de la apariencia, por supuesto, diferirá de acuerdo con las diferentes escalas de tiempo. Aparte del hecho de que el mundo desaparece en el sueño profundo y reaparece en el estado de vigilia, la duración de su aparición suele variar con el periodo del tiempo que dura nuestra vida; unas cuantas horas en el caso de un insecto y eones en el de la trinidad de Brahma, Vishnú y Maheshwara. Finalmente, sin embargo, todo lo que es apariencia en la conciencia debe tener un fin y no puede tener realidad alguna.

La forma en que expone Maharaj este conocimiento sublime es, en verdad, asombrosa por la diversidad de aspectos que presenta, mientras el tema central permanece anclado con firmeza. Dice que la conciencia en sí procede del Absoluto (Avyakta) y permea el yo interno (Vyakta). El yo externo (Vyakti) es la parte de nuestro ser de la que no nos damos cuenta, ya que, si bien podemos ser concientes (pues todo ser sensible tiene conciencia), es posible que no nos percatemos de ello. En otras palabras, el yo externo (Vyakti) está delineado por el cuerpo físico; el yo interno (Vyakta) por la conciencia y sólo puede tenerse contacto con lo Supremo (Avyakta) en la Conciencia Pura.

No puede haber ninguna "experiencia" como tal del Absoluto, por la simple razón de que no puede haber nada objetivo en el Absoluto, que es en esencia subjetividad pura. La conciencia del yo interno es el vehículo de toda experiencia. El Absoluto proporciona la potencialidad de la experiencia; el yo, la factibilidad.

El contacto de la persona individual con la conciencia del Absoluto sólo puede producirse cuando la mente se encuentra en "ayuno", por así decirlo, pues en ese momento cesa el proceso de conceptualización.

Cuando la mente está en calma, refleja la Realidad; cuando la mente está en reposo absoluto se disuelve y no queda más que la Realidad. Esta es la razón, nos dice Maharaj continuamente, por la que es necesario ser uno con la conciencia. Cuando la mente se deleita, desaparece la Realidad; cuando la mente ayuna, aparece la Realidad.

La conciencia en sí, señala Maharaj de otra manera más, cuando está en contacto con un objeto, una forma física, se vuelve testigo. Si al mismo tiempo se autoidentifica con el objeto, tal estado se convierte en "la persona". En la Realidad no hay más que un estado; cuando se corrompe y contamina a causa de la identificación con el "yo", puede denominarse persona (Vyakti); cuando se tiñe con un sentido de ser, la conciencia resultante se convierte en "el testigo"; cuando permanece en su pureza original, sin contaminación ni matiz alguno, es lo Supremo, el Absoluto.

Es necesario tener clara la diferencia, si bien teórica, entre la conciencia en sí del Absoluto y la conciencia en la que aparece el universo, nos advierte siempre Maharaj. Una es sólo reflejo de la otra. Pero el reflejo del sol en la gota de rocío no es el sol. En ausencia de la objetivación, como en el sueño profundo, no está el universo aparente, pero estamos nosotros. Es así porque lo que somos es lo que el universo aparente es, y viceversa -dual en la presencia, y no dual si está ausente; irreconciliablemente alejados en concepto, inviolablemente unidos en ausencia de toda concepción.


Tomado del libro:
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Puntos clave de la enseñanza de Nisargadatta Maharaj
Ramesh Balsekar
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domingo, 16 de febrero de 2020

FRENTE A LA MUERTE


3. Frente a la muerte.

Visitante: 
Mi único hijo murió hace unos días en un accidente automovilístico, y me resulta casi imposible aceptar su muerte con entereza filosófica. Sé que no soy la primera persona que sufre una pérdida semejante. También sé que todos tenemos que morir algún día. He buscado alivio en mi mente recurriendo a todas las tácticas usuales mediante las cuales nos consolamos y confortamos unos a otros en conflictos como éste. Y sin embargo, vuelvo al hecho trágico de que un destino cruel ha privado de todo a mi hijo en la flor de su vida. ¿Por qué? ¿Por qué?, me pregunto todo el tiempo. Maestro, no puedo superar mi dolor.

Maharaj (después de permanecer con los ojos cerrados durante un minuto o más): 
Es inútil y vano decir que estoy afligido, pues en ausencia de "yo" (de "mí" como individuo) no hay "otros", uno se ve a sí mismo reflejado en todos los demás. Obviamente, tú no has venido a mí buscando sólo compasión, la cual con seguridad has recibido en abundancia de tus familiares y amigos. Recuerda, uno va por la vida, año tras año, disfrutando los placeres habituales y sufriendo las penas normales, pero sin apreciar jamás la vida en su justo valor. ¿Y cuál es su justo valor? Es éste: No existe "mí" ni "tú "; no pueden existir tales entidades.

Todo hombre debe entender esto y tener valor para vivir la vida con esta comprensión.

¿Tienes ese valor, amigo mío, o tendrás que sumirte en lo que llamas tu pena?

Discúlpame, Maharaj, no entiendo del todo lo que me has dicho, me encuentro sorprendido y desconcertado. Me has expuesto la esencia de mi ser, y lo que has dicho en forma tan sucinta parece ser la regla de oro para vivir. ¿Podrías, por favor, explicar con más detalle lo que acabas de decir? ¿Qué es exactamente lo que debo hacer?

¿Hacer? Nada, absolutamente nada: sólo ve lo transitorio como transitorio, lo irreal como irreal y lo falso como falso, y te darás cuenta de cuál es tu verdadera naturaleza. Has hablado de tu pena, ¿pero alguna vez has mirado de frente el "dolor" y has intentado comprender lo que es en realidad?

La perdida de alguien o algo que has amado mucho inevitablemente causará dolor. Y puesto que la muerte es aniquilación total, con irrevocabilidad absoluta, el dolor que causa es profundo.

Con todo, ni siquiera este dolor agobiante puede durar demasiado si lo analizas intelectualmente. ¿Qué es exactamente lo que te aflige? Volvamos al principio: ¿tú y tu esposa acordaron con alguien que tendrían un hijo -un cuerpo particular- y que tendría un destino determinado? Que el feto haya sobrevivido a muchos peligros en el vientre fue otra casualidad. Que ese bebé fuera un niño también fue azaroso. En otras palabras, lo que llamas tu "hijo" no fue más que un acontecimiento fortuito, un suceso sobre el cual no tuviste control en ningún momento, y ese suceso ha llegado ahora a su fin.

¿Qué es exactamente lo que lamentas? ¿Lamentas acaso las pocas experiencias placenteras y las muchas dolorosas que se ha perdido tu hijo en los años venideros? ¿O en realidad te afligen los placeres y ventajas que no podrás recibir ya más de él?

¡Ten cuidado, todo esto parte desde el punto de vista de lo falso! Pero, ¿me sigues hasta aquí?

Estoy asustado y me sigo sintiendo aturdido. Sí te sigo en lo que acabas de decir, sólo que no alcanzo a comprender qué querías decir cuando hablaste de que todo esto se encuentra en el nivel de lo falso.

¡Ah! Pasaremos ahora a lo verdadero. Entiende por favor como verdadero el hecho de que no eres un individuo, una "persona". La persona, lo que uno cree ser, es tan sólo un producto de la imaginación y el yo es víctima de esta ilusión. La "persona" en sentido estricto no existe. Es el yo, la conciencia, el que erróneamente cree que existe una persona y es conciente de ser ésta. Cambia tu punto de vista. No mires el mundo como algo externo a ti. Ve a la persona que imaginas ser como parte del mundo -un mundo soñado en realidad- al cual percibes como una apariencia en tu conciencia y mira todo el espectáculo desde fuera. Recuerda, no eres la mente, la cual no es sino el contenido de la conciencia. En tanto te identifiques con el complejo, cuerpo-mente, serás vulnerable al dolor y al sufrimiento. Más allá de la mente está sólo el ser, no el ser padre o hijo, esto o aquello.

Tú te encuentras más allá del espacio y el tiempo, sólo estás en contacto con ellos en el aquí y ahora, pero por lo demás eres atemporal, ilimitado e invulnerable a cualquier experiencia. Comprende esto y no te aflijas más. Una vez que te des cuenta de que no hay nada en este mundo que puedas o necesites llamar tuyo, mirarás éste desde fuera, como ves un juego en el estadio o una película en la pantalla, admirando y disfrutando, quizá también sufriendo, pero, en el fondo, impasible por completo.



Tomado del libro:
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Ramesh Balsekar
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martes, 14 de enero de 2020

LA CONCIENCIA, EL ÚNICO "CAPITAL"


2. La conciencia, el único "capital".

Maharaj expresa a menudo la idea de que la conciencia es el único "capital" con que nace un ser sensible.

Esto, dice, es así sólo en apariencia. La situación real, empero, es que lo que nace es la conciencia, la cual necesita de un organismo para manifestarse, y ese organismo es el cuerpo físico.

¿Qué es lo que da sensibilidad a un ser sensible, es decir, lo que le permite tener sensaciones, responder a estímulos? ¿Qué es lo que distingue a una persona viva de una muerta? Es, claro está, el sentido de ser, el conocimiento de estar presente, la conciencia, el espíritu vitalizante que anima la estructura física que es el cuerpo.

En verdad es la conciencia lo que se manifiesta en formas particulares y da a éstas una existencia aparente. De dicha manifestación surge en los seres humanos la idea de un "yo" separado. En cada individuo el Absoluto se halla reflejado como conciencia y, por lo tanto, la Conciencia en sí pura se convierte en autoconciencia, o conciencia.

El universo objetivo está en continuo flujo, constantemente se crean y se disuelven un sinnúmero de formas. Siempre que se crea una forma y se infunde vida (Prana) en ella, aparece la conciencia (Chetana) de manera simultánea y automática, como reflejo del Absoluto en la superficie de la materia, lo cual produce un sentido de dualidad. En tanto algo distinto de la materia, la Conciencia en sí pura, el estado Absoluto, no tiene principio ni fin, no necesita ningún soporte a no ser ella misma. La Conciencia en sí se vuelve conciencia únicamente cuando tiene un objeto en el cual reflejarse. Entre la Conciencia en sí pura y la Conciencia en sí reflejada como conciencia, dice Maharaj, hay un abismo que la mente no puede traspasar. ¡El reflejo del sol en la gota de rocío no es el sol!

La conciencia manifestada está atada al tiempo, ya que desaparece tan pronto como llega a su fin la estructura física que habita. No obstante según Maharaj, es el único "capital" con que nace un ser sensible.

Y dado que la conciencia manifestada es su único vínculo con el Absoluto, se convierte en el único medio por el cual el ser sensible puede esperar conseguir una liberación ilusoria del "individuo" que cree ser.

Siendo uno con su conciencia y tomándola como su Atma, su Dios, el ser sensible puede confiar en alcanzar lo que considera inalcanzable.

¿Cuál es la sustancia real de esta conciencia animante? Debe ser, claro está, un material físico, pues no puede sobrevivir en ausencia de una forma de este tipo. La conciencia manifestada puede existir sólo mientras su morada, el cuerpo, se conserve sana y habitable. Aunque la conciencia es un reflejo del Absoluto, está atada al tiempo y requiere para su sostén del alimento material, compuesto por los cinco elementos, que forman el cuerpo físico.
Maharaj dice a menudo que podemos observar la naturaleza y función de la conciencia en nuestros estados cotidianos de sueño profundo, sueño y vigilia. En el sueño profundo, la conciencia se recoge, por así decirlo, en un estado de reposo. Cuando se encuentra ausente la conciencia, no hay sentido de la existencia o presencia de uno mismo, mucho menos de la existencia del mundo y sus habitantes, ni idea alguna de liberación y esclavitud. Esto sucede porque el concepto mismo de "yo" se halla ausente. En el estado de sueño, comienza a moverse una chispa de conciencia -uno no está del todo despierto aún- y entonces, en una fracción de segundo, se crea en esa chispa de conciencia un mundo entero de montañas, valles, ríos, lagos, ciudades y pueblos con construcciones y gente de edades diversas, Un mundo en que aparece la persona misma que sueña. Y, lo que es más importante, ¡el que sueña no tiene control sobre lo que hacen las imágenes que ve en su sueño! En otras palabras, en una fracción de segundo se crea un nuevo mundo viviente producto tan sólo de la memoria y la imaginación con un solo movimiento de esa chispa de conciencia. Imagínense, dice Maharaj, por lo tanto, el extraordinario poder que tiene esta conciencia, una sola chispa de la cual puede contener y proyectar un universo entero. Cuando despierta el que sueña, desaparecen el mundo y los personajes soñados.

¿Qué sucede cuando terminan tanto el estado de sueño como el de sueño profundo y reaparece la conciencia? La sensación inmediata es entonces la de existencia y presencia, pero no de "mi" presencia sino de la presencia como tal. Empero, en seguida se hace cargo la mente y crea el "yo", concepto que da lugar a la conciencia del cuerpo.

Maharaj dice con frecuencia que estamos tan acostumbrados a concebirnos como cuerpos con conciencia que nos resulta muy difícil aceptar, o al menos entender, la condición real. En realidad, es la conciencia la que se manifiesta en un sinfín de cuerpos. Por consiguiente, es esencial percatarse de que nacimiento y muerte no son sino el principio y el fin de una serie de movimientos de la conciencia, los cuales se interpretan como sucesos en el tiempo y el espacio. Si podemos darnos cuenta de esto, podremos darnos cuenta también de que somos Ser, Conciencia y Bienaventuranza puros en nuestro estado original, y cuando estamos en contacto con la conciencia, sólo somos testigos, completamente separados, de los diversos cambios que en ella se operan. Este es un hecho indiscutible, pues es obvio que no podemos ser lo que percibimos; el que percibe tiene que ser distinto de lo que percibe.



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martes, 24 de diciembre de 2019

EL ORGULLO DEL ÉXITO


1. El orgullo del éxito.

"He trabajado duro y considero que soy en este momento un hombre exitoso. Mentiría si no admitiera que me siento muy satisfecho y, sí, muy orgulloso de lo que he logrado. ¿Hago mal?"

Cierta tarde, un visitante extranjero se dirigió a Sri Nisargadatta con estas palabras. Era un hombre de cuarenta y tantos años, soberbio, seguro de sí y un poco agresivo. La conversación se desarrolló entonces sobre las siguientes líneas:

Maharaj: Antes de que consideremos qué "está bien" y qué "está mal", dime por favor quién hace esta pregunta.

Visitante (un poco sorprendido): ¿Cómo? "Yo", desde luego.

¿Y quién es ése?

Yo. Este "yo", quien está sentado frente a ti.

¿Y tú crees que eso eres?

Me ves. Yo me veo. ¿En qué puede haber duda?

¿Te refieres a este objeto que tengo frente a mí? Retrocede en tu memoria tanto como te sea posible; ¿cuál es el recuerdo más antiguo que guardas de lo que crees ser?

(Después de un par de minutos): ...Quizá el primer recuerdo que tengo sea el de verme cuidado y abrazado por mi madre.

Como un niño muy pequeño, quieres decir. ¿Tú dirías que el hombre triunfador de la actualidad es ese mismo niño desvalido, o alguien distinto?

Sin duda es el mismo.

Bien. Ahora, si vuelves la vista más atrás, estarás de acuerdo en que ese niño, al cual recuerdas, es el mismo al que dio a luz tu madre, el cual alguna vez fue tan desvalido que no se daba cuenta siquiera de lo que sucedía cuando su cuerpo realizaba las funciones físicas naturales, y sólo podía llorar al sentir dolor o hambre.

Sí, yo era ese niño.

Y antes de que ese bebé adquiriera un cuerpo y nacieras, ¿qué eras?

No entiendo.

Sí entiendes. Piensa. ¿Qué sucedió en el vientre de tu madre?, ¿qué fue lo que se desarrolló hasta convertirse en un cuerpo con huesos, sangre, médula, músculos, durante un periodo de nueve meses?, ¿no fue un espermatozoide combinado con un óvulo en el vientre femenino donde se inició una nueva vida, pasando además durante el proceso por numerosas contingencias? ¿Es acaso ese espermatozoide infinitesimalmente pequeño el que se enorgullece ahora de sus logros? ¿Quién te esperaba particularmente a ti? ¿Tu madre, tu padre?, ¿ellos te querían en especial a ti como hijo? ¿Tiene algo que ver contigo el hecho de haber nacido de estos padres en particular?

Estoy asombrado, en realidad nunca había pensado en ello.

Precisamente. Reflexiona a este respecto. Luego tal vez puedas hacerte una idea de tu verdadera identidad. Medita más tarde sobre si puedes enorgullecerte de lo que has "logrado".

Creo que empiezo a entender lo que quieres decir.

Si ahondas más en esto, te darás cuenta de que el origen del cuerpo -el espermatozoide y el óvulo- es, en sí, la esencia del alimento que consumieron los padres; que la forma física está compuesta, y se alimenta, de los cinco elementos que constituyen el alimento; te darás cuenta también de que, con mucha frecuencia, el cuerpo de una criatura se convierte en el alimento de otra.

Pero seguramente yo, como tal, debo de ser una cosa distinta de este cuerpo-alimento.

En realidad lo eres, pero no una "cosa". Indaga qué es lo que da sensibilidad a un ser sensible, aquello sin lo cual no sabrías siquiera de tu existencia, y mucho menos de la del mundo exterior. Y, por último, ve más a fondo aún y analiza si esta cualidad de ser, esta conciencia, no está sujeta al tiempo.

Por supuesto profundizaré en las diversas cuestiones que me has planteado, aunque confieso que nunca antes había explorado estos terrenos y me siento un poco aturdido a causa de mi ignorancia en estos nuevos campos a los que me has abierto. Vendré a verte en otra ocasión, maestro.

Serás siempre bienvenido.




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