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miércoles, 28 de julio de 2021

11. LA HISTORIA DE SHUNKAI


La exquisita Shunkai, también llamada Suzu, fue obligada a casarse e
n contra de su voluntad cuando era muy joven. Más tarde, después de que el matrimonio finalizara, fue a la universidad, donde estudió filosofía.

Ver a Shunkai era enamorarse de ella. Más aún, donde quiera que fuese, ella misma se enamoraba de los demás. El amor estuvo junto a ella en la universidad, y después, cuando la filosofía no la satisfizo y se fue a un templo para aprender zen, también los estudiantes de allí se enamoraron de ella. Toda la vida de Shunkai estaba repleta de amor.

Finalmente, en Kyoto se convirtió en una verdadera estudiante de zen. Sus hermanos del subtemplo de Kennin elogiaban su sinceridad.
Uno de ellos resultó ser un espíritu afín y la asistió en el estudio del zen.

El abad de Kennin, Mokurai, El Trueno Silencioso, era severo. Él mismo guardaba los preceptos y esperaba que sus sacerdotes hicieran lo mismo. En el Japón moderno, el interés que los monjes habían perdido por el budismo lo habían ganado para poseer esposas. Mokurai acostumbraba a coger una escoba y ahuyentar a las mujeres cuando las encontraba en cualquiera de sus templos, pero cuantas más esposas echaba, más parecían volver.

En este particular templo, la esposa del sacerdote principal tuvo celos de la aplicación y belleza de Shunkai. Escuchar a los estudiantes elogiar su seriedad en el zen hizo que esta esposa se retorciera de rabia.
Po ello, difundió un rumor sobre Shunkai y el joven que era su amigo.
Y, como consecuencia de esto, él fue expulsado y Shunkai fue trasladada del templo.

«Puedo haber cometido el error de amar», pensó Shunkai, «pero la mujer del sacerdote no debería permanecer tampoco en el templo si mi amigo va a ser tratado tan injustamente».

Esa misma noche, Shunkai prendió fuego al templo de quinientos años y lo quemó hasta los cimientos. Por la mañana, se encontró a sí misma en manos de la policía.

Un joven abogado se interesó en su caso e intentó ayudarla para reducir su condena. «No me ayudes», le dijo ella. «Puede que decida hacer algo que sólo llevaría a que me encarcelaran de nuevo».

Finalmente, tras cumplir una sentencia de siete años, Shunkai salió de prisión, cuyo guardián, que contaba sesenta años, se había enamorado de ella.

Pero ahora todo el mundo la miraba como a una «presidiaria».
Nadie quería verse relacionado con ella. Incluso la gente del mundo zen, que supuestamente cree en la iluminación en esta vida y con este cuerpo, se apartaba de ella. El zen, descubrió Shunkai, era una cosa, y los seguidores del zen, otra bien distinta. Sus familiares tampoco quisieron saber nada de ella. Y Shunkai enfermó, se empobreció y se debilitó.

Finalmente, encontró a un sacerdote de la secta Shinshu que le enseñó el nombre del Buda del Amor, y en éste halló Shunkai consuelo y paz. Murió cuando aún era exquisitamente hermosa y con apenas treinta años de edad.

Escribió su propia historia en un fútil intento por mantenerse, y parte de la misma se la contó a una escritora. De ese modo llegó a la gente de Japón. Aquellos que rechazaron a Shunkai, los que la difamaron y la odiaron, leen ahora su vida con lágrimas de remordimiento.



Extracto del libro:
Zen flesh. Zen bones
Paul reps y Nyogen senzaki
Fotografía de Internet

domingo, 4 de julio de 2021

9. LA LUNA NO PUEDE ROBARSE


Ryokan, un maestro zen, vivía del modo más sencillo en una pequeña 
choza al pie de una montaña. Una noche, un ladrón visitó la cabaña sólo para descubrir que en ella no había nada que robar.

Ryokan volvió y lo sorprendió. «Probablemente has hecho un largo camino para venir a visitarme», dijo al ladrón, «y no con las manos vacías. Te ruego te lleves mi ropa como presente».

El ladrón se quedó perplejo. Cogió la ropa y se escabulló.

Ryokan se sentó, desnudo, observando la luna. «Pobre hombre», musitó, «ojalá hubiera podido darle esta hermosa luna».



Extracto del libro:
Zen flesh. Zen bones
Paul reps y Nyogen senzaki
Fotografía de Internet

viernes, 2 de julio de 2021

8. GRANDES OLAS


En los primeros días de la era Meiji vivía un luchador bien conocido 
llamado O-nami, Grandes Olas.

O-nami era inmensamente fuerte y conocía el arte de la lucha. En sus entrenamientos privados vencía incluso a su maestro, pero en público era tan tímido que sus propios discípulos le tiraban al suelo.

O-nami pensó que debía ir a pedir ayuda a un maestro zen. Hakuju, un maestro errante, se encontraba en un pequeño templo cercano, de modo que O-nami fue a verlo y le explicó su grave problema.

«Grandes Olas es tu nombre», dijo el maestro, «de modo que te quedarás en este templo esta noche. Imagina que eres esas olas. Ya no eres un luchador asustado. Eres esas grandes olas barriéndolo todo ante ellas, tragando todo lo que encuentran a su paso. Haz esto y serás el mejor luchador sobre la faz de la tierra».

El maestro se retiró. O-nami se sentó a meditar intentando imaginarse a sí mismo como unas olas. Para ello, pensó en muchas cosas diferentes. Entonces, de forma gradual, se acercó más y más a la sensación de ser como unas olas. A medida que la noche avanzaba, éstas se hacían más y más grandes. Se llevaron las flores con sus tiestos. Incluso se inundó el Buda en el altar. Antes del amanecer, el templo no era otra cosa que el flujo y reflujo de un inmenso mar.

Por la mañana, el maestro encontró a O-nami meditando, con una débil sonrisa en su rostro. Dio un golpecito en el hombro del luchador.

«Ahora nada podrá turbarte», le dijo. «Tú eres esas olas. Barrerás todo lo que tengas ante ti».

El mismo día, O-nami participó en los campeonatos de lucha y venció. Después de eso, no hubo nadie en Japón capaz de vencerlo.



Extracto del libro:
Zen flesh. Zen bones
Paul reps y Nyogen senzaki
Fotografía de Internet

jueves, 1 de julio de 2021

7. DECLARACIÓN


Tanzan escribió sesenta tarjetas postales en el último día de su vida 
y pidió a un ayudante que las enviara por correo. Entonces murió.

Las postales leían:

Parto de este mundo.
Ésta es mi última declaración.

Tanzan
27 de julio de 1892


Extracto del libro:
Zen flesh. Zen bones
Paul reps y Nyogen senzaki
Fotografía de Internet

domingo, 16 de mayo de 2021

6. AUSENCIA DE BENEVOLENCIA


Había una anciana en China que había ayudado a un monje durante 
más de veinte años. Había construido una pequeña cabaña para él y le había alimentado mientras él meditaba. Finalmente, se preguntaba qué progreso había hecho su protegido en todo ese tiempo.

Para averiguarlo, consiguió la ayuda de una muchacha muy ardiente.

«Ve y abrázalo», le dijo, «y entonces pregúntale de repente: “¿Y ahora qué?”».

La muchacha llamó al monje y sin muchos preliminares empezó a acariciarlo, preguntándole qué iba a hacer al respecto.

«Un viejo árbol crece en una fría roca en invierno», respondió el monje de un modo un tanto poético. «En ningún lugar hay calor».

La joven regresó y contó lo que él había dicho.

«¡Pensar que lo he estado alimentando durante veinte años!», exclamó la anciana con rabia. «No ha mostrado ninguna consideración hacia tu necesidad, ninguna disposición a explicar tu condición.

No tenía que responder necesariamente a la pasión, pero por lo menos podía haber mostrado algo de compasión».

Al momento se dirigió a la cabaña del monje y la incendió.



Extracto del libro:
Zen flesh. Zen bones
Paul reps y Nyogen senzaki
Fotografía de Internet

sábado, 15 de mayo de 2021

5. SI AMAS, AMA ABIERTAMENTE


Veinte monjes y una monja, cuyo nombre era Eshun, practicaban 
meditación con cierto maestro zen.

A pesar de que su cráneo estaba afeitado y de que su vestimenta era muy sencilla, Eshun era muy hermosa y varios monjes se enamoraron de ella en secreto. Uno de ellos le escribió una carta de amor, insistiendo en un encuentro privado.

Eshun no respondió. Al día siguiente, el maestro dio una lección al grupo y, cuando acabó, Eshun se levantó. Dirigiéndose al que le había escrito, dijo: «Si realmente me amas tanto, ven y abrázame ahora».



Extracto del libro:
Zen flesh. Zen bones
Paul reps y Nyogen senzaki
Fotografía de Internet

lunes, 5 de abril de 2021

4. OBEDIENCIA


A las charlas que daba el maestro Bankei no sólo asistían los estudiantes 
de zen, sino personas de todo rango y credo. Nunca citaba sutras ni se enzarzaba en largas y embrolladas discusiones escolásticas. Por el contrario, sus palabras salían directamente desde su corazón hacia los corazones de sus oyentes.

Sus largas audiencias irritaban a un sacerdote de la secta Nichiren porque sus adeptos lo habían abandonado para oír hablar de zen. Por ello, el egocéntrico sacerdote de Nichiren fue al templo con la determinación de debatir con Bankei.

«¡Eh, maestro zen!», gritó. «Espera un momento. Quienquiera que te respete, obedecerá lo que digas, pero un hombre como yo no te respeta.

¿Cómo puedes hacer que te obedezca?».

«Ven a mi lado y te lo mostraré», dijo Bankei.

Orgullosamente, el sacerdote se abrió paso entre la multitud hasta llegar al maestro.

Bankei sonrió. «Ponte a mi izquierda».

El sacerdote obedeció.

«No», dijo Bankei, «hablaremos mejor si te colocas a mi derecha.

Ponte aquí.»

El sacerdote se dirigió altivamente hacia la derecha.

«Lo ves», observó Bankei, «estás obedeciéndome y yo pienso que eres una persona muy dócil. Ahora siéntate y escucha».



Extracto del libro:
Zen flesh. Zen bones
Paul reps y Nyogen senzaki
Fotografía de Internet

3. ¿ES ASÍ?


El maestro zen Hakuin era conocido entre sus vecinos por llevar 
una vida pura.

Cerca de su casa vivía una hermosa muchacha japonesa, cuyos padres regentaban una tienda de comida. De pronto, los padres descubrieron que estaba embarazada y se enfadaron mucho. Ella no quería confesar quién era el padre, pero, tras mucho hostigamiento, al final nombró a Hakuin. 

Terriblemente irritados, los padres fueron a ver al maestro. «¿Es así?», fue todo lo que dijo.

Cuando el niño nació, lo llevaron ante Hakuin. Para entonces, éste había perdido su reputación, lo cual no le preocupaba, pero cuidó muy bien al niño. Consiguió leche de sus vecinos y todo cuanto el pequeño necesitaba.

Un año más tarde, la joven madre no pudo soportarlo más y confesó la verdad a sus padres: que el verdadero padre del niño era un joven que trabajaba en la pescadería.

Una vez sabido esto, la madre y el padre de la muchacha fueron inmediatamente a ver a Hakuin para pedirle perdón, para deshacerse en disculpas y para recuperar al niño.

Hakuin no se negó. Es más, al entregar al niño, todo lo que dijo fue: 

«¿Es así?».



Extracto del libro:
Zen flesh. Zen bones
Paul reps y Nyogen senzaki
Fotografía de Internet

martes, 17 de noviembre de 2020

2. HALLAR UN DIAMANTE EN EL BARRO DEL CAMINO


Gudo era el maestro del emperador de su época. Sin embargo, acostumbraba a viajar solo como un mendigo errante. En una ocasión, yendo de camino hacia Edo, corazón cultural y político del shogunado, se acercó a la pequeña aldea de Takenaka. Había anochecido y 
llovía copiosamente. Gudo estaba completamente empapado. Sus sandalias de paja estaban deshechas. En una granja cercana a la aldea, vio cuatro o cinco pares de sandalias en una ventana y decidió comprar unas.

La mujer que le ofreció las sandalias, viendo cuán empapado estaba, le invitó a pasar la noche en su casa. Gudo aceptó, dándole las gracias.

Entró y recitó un sutra ante el oratorio familiar. Hecho esto, la mujer le presentó a su madre y a sus hijos. Al darse cuenta de que toda la familia estaba afligida, Gudo preguntó qué ocurría.

«Mi marido es un jugador y un borracho», contestó la mujer.

«Cuando tiene suerte y gana, empieza a beber y se vuelve agresivo.

Cuando pierde, pide dinero prestado a los demás. Algunas veces, cuando está completamente borracho, ni siquiera vuelve a casa. ¿Qué puedo hacer?».

«Yo le ayudaré», dijo Gudo. «Toma este dinero. Consígueme un galón de vino y algo apetitoso para comer. Después retírate. Yo me quedaré meditando frente al altar».

Cuando el hombre de la casa regresó borracho, alrededor de la medianoche gritó: «Eh, esposa, estoy en casa. ¿Tienes algo de comer para mí?».

«Yo tengo algo para ti», dijo Gudo. «La lluvia me sorprendió y tu mujer me invitó amablemente a pasar aquí la noche. A cambio, he comprado algo de vino y pescado, de modo que puedes comer».

El hombre se mostró encantado. Inmediatamente, bebió el vino y se tumbó en el suelo. Gudo se sentó a su lado en postura de meditación.

Por la mañana, cuando el marido despertó, había olvidado lo sucedido la noche anterior. «¿Quién eres? ¿De dónde vienes?», preguntó a Gudo, que continuaba meditando.

«Soy Gudo, de Kioto, y voy camino de Edo», respondió el maestro zen.

El hombre se sintió completamente avergonzado, y se deshizo en disculpas al maestro de su emperador.

Gudo sonrió. «Todo en este mundo es perecedero», explicó. «La vida es muy breve. Si sigues jugando y bebiendo, no tendrás tiempo de hacer nada más, y además causarás sufrimiento a tu familia».

La percepción del hombre despertó como si saliera de un sueño.

«Tienes razón», declaró. «¿Cómo podré pagarte por esta maravillosa enseñanza? Permíteme que te acompañe y lleve tus cosas durante un trecho».

«Si así lo deseas», asintió Gudo.

Ambos partieron. Tras haber recorrido tres millas, Gudo le dijo que regresara. «Sólo cinco millas más», suplicó a Gudo y continuaron.

«Puedes volver ahora», sugirió Gudo.

«Después de otras diez millas», replicó el hombre.

«Vuelve ahora», dijo Gudo cuando hubieron pasado las diez millas.

«Voy a seguirte durante el resto de mi vida», declaró el hombre.

Los profesores de zen en el Japón actual proceden del linaje de un famoso maestro que fue el sucesor de Gudo. Su nombre era Mu-nan, El Hombre que nunca volvió.



Extracto del libro:
Zen flesh. Zen bones
Paul reps y Nyogen senzaki
Fotografía de Internet

sábado, 7 de noviembre de 2020

1. LA TAZA DE TÉ


Nan-in, un maestro japonés de la era Meiji (1868-1912), recibió en 
una ocasión la visita de un profesor de la universidad que acudió a preguntarle acerca del zen.

Nan-in sirvió el té. Colmó por completo la taza de su huésped y continúo vertiendo té.

El profesor observó el desbordamiento hasta que no pudo contenerse más. «¡Está rebosando. ¡No cabrá nada más!».

«Igual que esta taza», dijo Nan-in, «estás lleno de tus propias opiniones y especulaciones. ¿Cómo puedo enseñarte lo que es el zen a menos que vacíes primero tu taza?».



Extracto del libro:
Zen flesh. Zen bones
Paul reps y Nyogen senzaki
Fotografía de Internet
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