sábado, 20 de mayo de 2017

POR UNOS SEGUNDOS DUDA DE LA SOLIDEZ Y VERDAD DE TUS OPINIONES


Tener aunque sólo sea unos segundos de duda respecto a la solidez y la verdad absoluta de nuestras opiniones, incluso el simple hecho de tomar conciencia de que tenemos opiniones, nos introduce a la posibilidad de la ausencia de ego. No tenemos que hacer desaparecer nuestras opiniones y no tenemos que criticarnos por tenerlas. Simplemente hemos de ser conscientes de lo que nos decimos a nosotros mismos y ver cuánto de ello no es más que nuestra percepción personal de la realidad, que puede ser compartida o no por los demás.

Dejamos ir estas opiniones y volvemos a la inmediatez de nuestra experiencia. Volvemos a ver el rostro de alguien que está inmediatamente frente a nosotros, volvemos a saborear nuestro café, a cepillarnos los dientes, a hacer lo que estemos haciendo. Si podemos ver nuestras opiniones como opiniones y dejarlas pasar aunque sólo sea por un momento, para volver a la inmediatez de la experiencia, quizá descubramos que estamos en un mundo muy nuevo, que tenemos nuevos ojos y nuevos oídos. 

Cuando hablo de percibir las opiniones, me refiero a ello como la forma más simple de comenzar a prestar atención a lo que hacemos y pensamos, y a toda la energía que dichas funciones implican. A continuación, podemos empezar a darnos cuenta de lo sólidas que hacemos las cosas y de lo fácil que nos resulta entrar en una guerra en la que nuestras opiniones tienen que prevalecer sobre las de los demás; esto es particularmente tentador cuando estamos implicados en una acción social. 

LA PRÁCTICA DE LA COMPASIÓN


viernes, 19 de mayo de 2017

CONOCE TU SER


Meditación 
Iluminación 
Trascendencia 
Mente

La meditación no puede ser una parte. O bien es todo, o no es. Es una ocupación de veinticuatro horas. No puedes hacerla y de­jarla. No es un fragmento, como ir a la iglesia o al templo, meditar algunos minutos y después terminar con eso. No es un acto que puedas ejecutar y luego dejarlo. No es un acto; eres tú. ¿Cómo puedes hacerlo y terminar? Es por vein­ticuatro horas. La meditación es un modo de vi­da. No es una actividad; es tu ser mismo. Tiene que ser constante, tiene que ser continua; tiene que serlo. Mientras estás caminando, comiendo, o incluso cuando estás durmiendo, tiene que estar allí. Debe transformarse en una continui­dad cristalizada. Sólo entonces se produce la iluminación; nunca antes.

Un meditador real se vuelve auténticamente un forastero. Se queda fuera. Se queda a una distancia tan grande que puede observarse a sí mismo como si estuviera observando a otra per­sona. Las preocupaciones estarán allí, igual que las olas están en la superficie del océano, pero en las capas más profundas del océano no hay olas. Si te identificas con las olas, habrá proble­mas. Esta identificación es la causa radical de toda desdicha. Cuanto más te alejas, más se di­suelve la identificación: se quiebra, cae. De re­pente, estás en el mundo pero no eres parte del mundo. De repente, has trascendido.

PALABRAS


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