lunes, 5 de enero de 2015

ESTABLECE TUS NECESIDADES Y HAZLAS EXPLÍCITAS



Cómo hacerle frente a la indiferencia de la pareja y no dejarte aplastar por el sufrimiento.

2. ESTABLECE TUS NECESIDADES Y HAZLAS EXPLÍCITAS

En muchas ocasiones nos quedamos callados en vez de expresar el malestar que sentimos para solucionar los problemas. El apego, el miedo a la autoridad o al abandono, nos hace actuar sumisamente y decir «sí», cuando queremos decir «no». Respetarse a uno mismo es reconocerse como merecedor de lo bueno, de lo sano, de lo que nos conduce a la felicidad y no a la humillación.

Y hay más: algunas personas, tratando de evitar el sufrimiento que produce la indiferencia, se mimetizan con el otro y se transforman en aletargados emocionales para «equilibrar» la relación. Su razonamiento es como sigue: «Como no puedo prescindir ni escapar del “verdugo afectivo”, me transformo en él». Cualquiera que tenga una pareja fría y distante puede caer en esta especie de síndrome de Estocolmo: una estrategia desesperada de supervivencia, donde la personalidad de uno se diluye en la del otro para evitar el sufrimiento. La víctima se ensambla con el depredador. Una mujer justificaba así su actitud: «El amor exige que uno se adapte a su pareja: es un acto de comprensión». La afirmación sería cierta si la «adaptación» no implicara la autodestrucción del yo: el buen amor no exige que seas infeliz. Antes de entregarte a una convivencia fría y deslucida, ten presentes tus deseos más íntimos, aquellos requerimientos sin los cuales no podrías vivir y comunícalos: «Esto es lo que quiero, esto es lo que necesito»; así de claro, así de simple.

Una buena táctica para reconocer cuáles son estas necesidades es escribirte una carta a ti mismo, como si lo hicieras con un amigo que sufre tu situación. ¿Qué le recomendarías? Escríbete una carta de verdad, comprometida y racional, distanciándote de tu problema hasta donde puedas. Échala al buzón, déjala descansar unos días y luego léela. Coloca en ella lo que realmente quieres, nada de «posiblemente», «a lo mejor» o «quién sabe». Nada de medias tintas. Lo categórico se impone cuando hablas de tu felicidad.

Extracto del libro: 
Manual Para No Morir de Amor 
Walter Riso
Fotografía de internet

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