martes, 17 de enero de 2017

¡NO LO PUEDES PERDER!


Metas 
Futuro 
Atención 
Revelación 
Iluminación

La meta no es algo que termina en algún punto; la meta es el recorrido. La meta es cada momento.

Aquí tú eres un siddha para mí, un ser ilumi­nado. Aquí has tenido éxito. Aquí eres lo más perfecto que puedes, igual que un Buda, un Ma­havira o un Krishna. No hay nada más que con­seguir. En este mismo momento, todo está allí, sólo que no estás atento. Y no estás atento por­que tu mente está en el futuro. No estás aquí. No eres consciente de lo que te está sucedien­do en este preciso momento. Y esto es lo que ha ocurrido siempre. Esto ha venido ocurriendo para muchos, muchos millones de vidas. En to­do momento has sido un Buda. No ha dejado de ocurrir ni por un solo momento. Esto no puede dejar de ocurrir; así es la naturaleza misma, así son las cosas. ¡No te lo puedes perder!

Pero no eres consciente, y no puedes serlo, a causa de tener una meta en algún lado, algo que conseguir. A causa de la creación de esa barrera y de la pérdida de lo que eres. Una vez que descubres esto, una vez que te das cuenta, una vez que tomas conciencia de ello, se te revela el misterio más grande de la existencia: que todos somos perfectos. Eso es lo que queremos decir cuando afirmamos que cada uno es Brahma: cada uno es el alma, el alma final, divina.

ARRAIGADO A SU INTERIOR


lunes, 16 de enero de 2017

TAO TE KING: PRINCIPIO 14


Se le llama invisible porque mirándole no se le ve.

Se le llama inaudible porque escuchándole no se le oye.

Se le llama impalpable porque tocándole no se le siente.

Estos tres estados son inescrutables y se confunden en uno solo.

En lo alto no es luminoso, en lo bajo no es oscuro.

Es eterno y no puede ser nombrado, retorna al no-ser de las cosas.

Es la forma sin forma y la imagen sin imagen.

Es lo confuso e inasible.

De frente no ves su rostro, por detrás no ves su espalda.

EL MIEDO


domingo, 15 de enero de 2017

SÍMBOLOS


Sylvia Murninkas estaba patinando por la costa de Montevideo, una serena tarde de luces, cielo sin nubes, aire sin viento, cuando escuchó ruidos de guerra. Se asomó al hotel Rambla y retrocedió espantada.

El combate aéreo ocurría en la planta baja. La planta baja del hotel, en plena remodelación, estaba en escombros, y sobre la basura de cascotes y de astillas de vidrios y maderas, había una alfombra de blancas plumas ensangrentadas. Las dos últimas guerreras se estaban matando a picotazos: se lanzaban en ráfaga, se trenzaban en el aire, se estrellaban contra los ventanales y bañadas en sangre volvían al ataque.
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