viernes, 7 de agosto de 2015

LOS CIEN DÍAS DEL PLEBEYO*


Una bella princesa estaba buscando consorte. Nobles y ricos pretendientes llegaban de todas partes con maravillosos regalos: joyas, tierras, ejércitos, tronos... Entre los candidatos se encontraba un joven plebeyo que no tenía más riquezas que el amor y la perseverancia. Cuando le llegó el momento de hablar, dijo:

—Princesa, te he amado toda la vida. Como soy un hombre pobre y no tengo tesoros para darte, te ofrezco mi sacrificio como prueba de amor. Estaré cien días sentado bajo tu ventana, sin más alimentos que la lluvia y sin más ropas que las que llevo puestas. Esa será mi dote.

La princesa, conmovida por semejante gesto de amor, decidió aceptar:

—Tendrás tu oportunidad: si pasas esa prueba, me desposarás.

Así pasaron las horas y los días. El pretendiente permaneció afuera del palacio, soportando el sol, los vientos, la nieve y las noches heladas. Sin pestañear, con la vista fija en el balcón de su amada, el valiente súbdito siguió firme en su empeño sin desfallecer un momento.

PEQUEÑO ANTE EL UNIVERSO


jueves, 6 de agosto de 2015

EL ALIVIO QUE PRODUCE LA COMPRENSIÓN


Cuando estás enojado, deseas aliviar el sufrimiento que sientes, es una tendencia natural. Hay muchas formas de encontrar alivio, pero el mayor de ellos lo proporciona la comprensión. Cuando la comprensión está presente, la ira desaparece por sí sola. Cuando entiendes la situación de la otra persona, la naturaleza del sufrimiento, la cólera desaparece porque se transforma en compasión.

Observar profundamente la situación es la medicina más recomendable contra la ira. Si la observas, entenderás las dificultades del otro y la aspiración profunda que nunca ha podido alcanzar. La compasión nacerá entonces en ti y será el antídoto para la ira que sientes. Si dejas que la compasión brote en tu corazón, el fuego de la ira se extinguirá en el acto.

¿VIDA ABURRIDA?


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