Según los orientales, el sexo es la máxima expresión de la iluminación.
La iluminación es enunciada por los místicos como la disolución del yo. Esto es: ser un todo con el otro.
Durante ese instante donde yo pierdo el control, por un momento dejo de ser yo y puedo conseguir la fantasía de fundirme con el otro.
Fundirse con el otro es el deseo supremo del amor.
La mente vacía de pensamiento, el éxtasis de la aceptación del otro. La ausencia de expectativas y de memoria y la entrega total al presente son los hitos del camino que lleva al sexo como iluminación.
Si fuéramos capaces de llegar a esta vivencia, aunque sea de vez en cuando...