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viernes, 25 de mayo de 2018

LA MENTE FLEXIBLE Y EL FUNCIONAMIENTO ÓPTIMO


COMENTARIOS FINALES

El funcionamiento óptimo es el perfeccionamiento constante de la mente humana por desarrollar sus fortalezas básicas. Entre otras cosas, implica pasar de un estado desorganizado a uno organizado, de un nivel simple a uno complejo, de una escasa autobservación a una mejor autorreflexión, de una mente estática y rígida a una mente más plástica y menos egocéntrica. Una mente que funcione bien estará siempre activa y comprometida con una transformación profunda del yo. Así como existe una evolución de la especie a nivel global, también existe un mejoramiento o crecimiento individual que hace que nuestras estructuras psicológicas adquieran mayor flexibilidad y mayores posibilidades de adaptarse a situaciones nuevas. El funcionamiento óptimo implica escasa o nula resistencia al cambio y una profunda capacidad de autocorrección. 

Como hemos visto a lo largo del libro, la propuesta básica es mover el dial hacia puntos de funcionamiento intermedios, tratando de no quedarse en los extremos nocivos que presenta la mentalidad rígida. En este sentido, ubicamos seis zonas básicas de flexibilidad mental.

Zona 1:

Alejarse del dogmatismo (creencias inamovibles) y adoptar convicciones racionales y abiertas a la crítica y a la revisión, sin caer en el «todo vale». A esto lo llamamos: pensamiento crítico

Zona 2:

Alejarse de las actitudes de solemnidad / amargura (tomarse demasiado en serio a uno mismo) y adoptar el buen humor y la disposición a la risa como forma de vida, sin caer en la estupidez risueña de la frivolidad. A esto lo llamamos: pensamiento lúdico.

Zona 3:

Alejarse de la normatividad (aceptación ciega de las normas) y adoptar una actitud inconformista inteligente y fundamentada (rebelde con causa), evitando caer en la filosofía del «dejar hacer» (laisser faire), según la cual la norma es vista como un tabú. A esto lo llamamos: pensamiento inconformista.

Zona 4:

Alejarse de toda forma de prejuicio y fanatismo y tratar de ser ecuánimes y justos en cada acto de la vida, dejando a un lado la inferencia arbitraria y la mala costumbre de catalogar a la gente. A esto lo llamamos: pensamiento imparcial / equilibrado

Zona 5:

Alejarse de la visión simplista del mundo (infantilismo / trivialidad) y adoptar una actitud acorde con la complejidad cognitiva o, si se quiere, una sencillez compleja (profunda, que no oscura), que no se contenta con lo superficial pero que tampoco pretende ser insondable. A esto lo llamamos: pensamiento complejo.

domingo, 22 de abril de 2018

EL PODER DEL PENSAMIENTO PLURALISTA


El autoritarismo, en cualquiera de sus formas, es una lacra psicológica y social. La mejor manera de oponerse a él es dejar que otras personas que no comparten nuestros puntos de vista se acerquen e intercambien ideas y costumbres con una crítica constructiva. De esta manera, al dar cabida a la diferencia, la democracia hará su aparición, y con ella, la destrucción de la mente totalitaria. ¿Un camino para vencer el abuso del poder? Vivir de acuerdo con los derechos humanos, ejercitarlos y defenderlos. 

El pensamiento pluralista te permite: 

  • No depender de la autoridad irracional en ninguna de sus formas.
  • Repartir democráticamente el poder, si lo tuvieras.
  • No seguir a nadie por obligación, sino por convicción.
  • Trabajar en equipo sin explotar ni atropellar a tus compañeros o colaboradores. 
  • Comprender que las personas que te contradicen te ayudan a crecer y que, por lo tanto, no necesitas excluirlos de tu vida. 
  • Discutir sin ofenderte y sin herir a las personas que no están de acuerdo contigo. 
  • No ver el mundo como un espacio de competencia desleal donde debes ganar o perder, sino como un lugar para llevar a cabo tus metas personales.
  • Ejercer el derecho a la desobediencia legítima o civil cuando tu conciencia así lo reclame.

viernes, 16 de marzo de 2018

EL ARTE DE CONVENCER AL SÚBDITO


Esta guerra psicológica por tener el control e imponer la soberanía personal a cualquier coste se sustenta en cuatro esquemas altamente nocivos y disfuncionales: inculpación: «Muerte al vil villano»; prerrogativa: «Debes tratarme siempre como yo quiero»; Argumentum ad hominen; y el arte de convencer al súbdito.

EL ARTE DE CONVENCER AL SÚBDITO 

No es más que un lavado de cerebro. De tanto oír que somos imbéciles podemos creernos el cuento y satisfacer a nuestros evaluadores. Ya no se trata de la obligación que genera la pirámide de mando, sino de un Disneyworld personalizado donde los subalternos son felices al asumir el papel que les asigna el poderoso. El sujeto autoritario busca que la ley del gallinero haga feliz a los de abajo, no importa cuántos excrementos reciban en honor a la causa. Dos premisas que se incrustan en el cerebro: «Te he elegido entre muchos» y «tienes el privilegio de servirme y de estar en mi equipo.» Es decir, ¡tienes la suerte de estar bajo mi mando! 

Una de las estrategias preferidas de las personas autoritarias es la aplicación de la gota malaya, que consiste en aplastar el yo de sus subordinados de manera lenta y sistemática, hasta que se convenzan de que no pueden aspirar a más. Destruir la autoestima y aniquilar la voluntad. Es la táctica de idiotizar a las multitudes o a las personas para consolidarse en el poder y seguir allí bajo los auspicios de aquellos que ya no ejercen el derecho de pensar libremente.

sábado, 10 de marzo de 2018

ARGUMENTUM AD HOMINEN


Esta guerra psicológica por tener el control e imponer la soberanía personal a cualquier coste se sustenta en cuatro esquemas altamente nocivos y disfuncionales: inculpación: «Muerte al vil villano»; prerrogativa: «Debes tratarme siempre como yo quiero»; Argumentum ad hominen; y el arte de convencer al súbdito.

ARGUMENTUM AD HOMINEN

Esta falacia o distorsión de la información consiste en negar la fuerza lógica de un argumento injuriando a quien lo expone para que la conducta del opositor, o su manera de ser, desvirtúe sus ideas. 

Cuando era estudiante, le comenté a un profesor que no creía en la validez de una de sus teorías psicológicas y le expliqué por qué pensaba de ese modo. El hombre se indignó muchísimo. Su respuesta se tiñó con el argumentun ad hominen: no se molestó en discutir mis opiniones sino en hacer interpretaciones sobre mi persona: «Usted se resiste... Habría que analizar su pasado para ver qué le ocurrió realmente en la infancia para que ahora muestre semejante negación...» En otras palabras, no estar de acuerdo con tal o cual teoría me ubicaba automáticamente del lado de los traumatizados o los enfermos. 

La premisa autoritaria es en definitiva irracional: «Si me caes mal o pones en peligro alguno de mis privilegios o valores, todo lo que digas será considerado estúpido o peligroso. Pero si me caes bien, si no eres amenazante para mi statu quo o mis creencias, todo lo que digas será tomado positivamente.» En conclusión, cuando se rechaza una tesis no por lo que se dice sino por quién lo dice, estamos siendo dogmáticos y autoritarios.

martes, 6 de marzo de 2018

PRERROGATIVA: «DEBES TRATARME SIEMPRE COMO YO QUIERO»


Esta guerra psicológica por tener el control e imponer la soberanía personal a cualquier coste se sustenta en cuatro esquemas altamente nocivos y disfuncionales: inculpación: «Muerte al vil villano»; prerrogativa: «Debes tratarme siempre como yo quiero»; Argumentum ad hominen; y el arte de convencer al súbdito.

DEBES TRATARME SIEMPRE COMO YO QUIERO:

Este esquema responde a la actividad de un yo desproporcionado que quiere ser el centro del universo intelectual y afectivo. No hay excusa: mis deseos son órdenes. Si respetas mi «rango», deberás adelantarte a mis deseos y complacerme en todo. A los tiranos hay que satisfacerlos a cualquier precio. Exigen discípulos que sean soplones, guardaespaldas, nodrizas o ayudantes multilingües. El sueño de los individuos autoritarios es poseer un ejército de colaboradores complacientes que se ufanen por estar a sus pies y compitan entre sí para saber quién es más capaz de anticipar mejor los deseos de su mandamás. Obviamente hay una diferencia clara entre contentar y actuar como un siervo. 

La prerrogativa autoritaria busca que siempre tenga la razón quien ostente el poder, no importa qué diga o haga. La prerrogativa parte de la siguiente creencia: «Debes tratarme siempre como yo quiero», lo que se apuntala a su vez en uno de los pensamientos típicos del narcisismo: «Soy especial.»

miércoles, 21 de febrero de 2018

EL BÚNKER DEFENSIVO DEL AUTORITARISMO: "Mis deseos son órdenes"


Las personas autoritarias se atrincheran en una compleja fortaleza cognitiva para mantener el poder y rechazar a los que pudieran ponerlo en duda, posiblemente debido a su inseguridad y para tratar de salvaguardar un autoconcepto endeble. Como si se tratara de un campo de batalla, los autoritarios despliegan todo tipo de estrategias de supervivencia, tratando de defender su posición y sus pensamientos de grandiosidad. Primitivo y peligroso a la vez. El gusto por el poder es una de las características principales de las mentes depredadoras. 

Esta guerra psicológica por tener el control e imponer la soberanía personal a cualquier coste se sustenta en cuatro esquemas altamente nocivos y disfuncionales: inculpación: «Muerte al vil villano»; prerrogativa: «Debes tratarme siempre como yo quiero»; Argumentum ad hominen; y el arte de convencer al súbdito.

INCULPACIÓN: «MUERTE AL VIL VILLANO»

Las personas autoritarias ven adversarios por todas partes. Una noción acomodaticia del bien («lo bueno es lo que me conviene») los lleva a descalificar y censurar cualquier contradicción. Es una mezcla entre egocentrismo e infantilismo moral: «El que no me apoya es culpable de conspiración.» Ver la supuesta perversidad ajena y no la propia es la esencia de la inculpación. La creencia que la sustenta es que cierta clase de gente es vil, malvada o infame y, por lo tanto, debe ser seriamente culpabilizada y castigada por su maldad.117

Recuerdo a un señor que parecía salido de la película La letra escarlata: especialmente cerrado en los temas morales y un fustigador implacable de la gente que consumía droga. Los últimos cinco años de su vida los había pasado señalando e incriminando a los drogodependientes y pidiendo castigos para todo el mundo. Eso le había dado fama de «hombre de hierro» que de manera implacable «luchaba contra el vicio». Obviamente, su autoritarismo crecía como la espuma cada vez que lo invitaban a dar una conferencia o cuando salía por televisión.

lunes, 12 de febrero de 2018

FLEXIBILIDAD: NO AUTORITARISMO


Para ser flexible

  • Entre el abuso del poder que ejerce el autoritarismo y el abuso de la libertad que predica el libertinaje, están los derechos humanos.
  • Las personas flexibles no siguen ciegamente a los maestros de turno o a los expertos. Primero piensan; luego, se confrontan a sí mismas, y finalmente deciden qué hacer. Por eso irritan tanto a los autoritarios. 
  • ¿Obedecer y seguir instrucciones? Siempre y cuando no se atente contra tu libertad. Si la racionalidad está presente, la convivencia no se ve amenazada y la dignidad sale bien librada. En otras palabras: respetar lo que sea respetable. ¿Recuerdas a la señora afrodescendiente que un buen día se sentó en un transporte público en Estados Unidos, cuando la gente como ella tenía prohibido hacerlo? ¿Recuerdas el impacto que tuvo ese simple hecho de desobediencia legítima en el movimiento por la defensa de los derechos de los afroamericanos? Una mariposa bate las alas en Nueva Zelanda y al cabo de unas semanas puede haber un huracán en Latinoamérica. 

lunes, 5 de febrero de 2018

EN BUSCA DE LA AUTONOMÍA Y EL PLURALISMO


Los griegos utilizaban la palabra «autarquía» para definir la capacidad de hacerse cargo de uno mismo. Según Aristóteles, gobernarse a sí mismo mediante leyes morales o políticas conformes con la racionalidad era el ideal de felicidad. Cuando digo «bastarse a sí mismo» o «ser eficiente» no estoy exaltando un mundo esquizoide donde perdamos contacto con los otros o nos enemistemos con el prójimo; sino que me refiero a la posibilidad de actuar en consonancia con lo que considero justo, valioso o necesario. Epicuro,115 uno de los mayores defensores de la autoarquía, decía en dos de sus escritos: 

«El fruto más importante de la autarquía es la libertad.» (Sentencias Vaticanas, 77) 

«La autarquía la tenemos como un gran bien, no porque debamos siempre conformarnos con poco sino para que, si no tenemos mucho, con este poco nos baste, pues estamos convencidos de que de la abundancia gozan con mayor dulzura aquellos que mínimamente la necesitan...» (Cartas a Meneceo, 130) 

La autonomía nos permite poner en funcionamiento nuestros planes de vida y activar aquellas metas que nos permitan desarrollar nuestras fortalezas. Si no eres autónomo, pudiendo serlo, eres esclavo de algo o de alguien. Es el atributo más fundamental del ser humano. Es la libertad de realizar cualquier conducta que no perjudique a terceros. La autonomía, por definición, se opone a toda forma de autoritarismo.

¿Qué caracteriza a una persona autónoma y no autoritaria? El pensamiento pluralista. Si uno no acepta que la gente sea independiente (autárquica), si le disgusta el intercambio libre de ideas y si no permite que los demás participen en las decisiones y puedan criticarlo a él o a su grupo (democracia), estamos ante un dictador en potencia. Es mejor mantenerse lejos y, obviamente, no obedecerle. 

¿Qué persigue el autoritarismo? Al igual que el totalitarismo (o como una expresión de él), lo que persigue es el dominio total. En Los orígenes del totalitarismo, Hannah Arendt lo pone en estos términos:116 

jueves, 1 de febrero de 2018

¿OBEDECER O DESOBEDECER? LA LECCIÓN DE ANTÍGONA


La tragedia Antígona, de Sófocles,114 permite que nos cuestionemos en profundidad la controversia obediencia / rebeldía. La obra trata sobre una mujer que decide sepultar a su hermano y rendirle honras fúnebres contraviniendo una orden proferida por el rey Creonte, tío de Antígona. La historia se centra en una profunda reflexión del derecho a la desobediencia cuando la dignidad de las personas se ve afectada. La heroína le responde a Creonte que no podía encontrar «más gloriosa gloria que enterrando a mi hermano» (aunque viole la prohibición), y luego agrega:

«Todos éstos te dirían que mi acción les agrada, si el miedo no les tuviera cerrada la boca; pero la tiranía tiene, entre otras muchas ventajas, la de poder hacer y decir lo que le venga en gana.» (p. 93) 

Creonte actúa como un dictador cruel al prohibir la sepultura del finado, pues conocía el sentido que daban los griegos al acto funerario. Para Antígona, simplemente era inaceptable aunque le costara la vida. Pero el rey no da su brazo a torcer. Su hijo Hemón, prometido de Antígona, increpa y apela a la razón de su padre tratando de salvar a su amada: 

«Para un hombre que sea prudente, no es nada vergonzoso si no se mostrase en exceso intransigente; mira en invierno, a la orilla de los torrentes acrecentados por la lluvia invernal, cuántos árboles ceden para salvar su ramaje; en cambio, el que se opone sin ceder acaba desaguado. [...] Por lo tanto, no me extremes tu rigor y admite el cambio.» (p. 100) 

Pero el rey hace oídos sordos y provoca la muerte de Antígona e, indirectamente, la de su propio hijo, quien luego se suicida. La intransigencia de los dictadores no tiene límites porque para ellos el cambio de parecer es síntoma de debilidad o inferioridad. Es mejor morir con las botas puestas. 

La buena autoridad, la que es flexible y dialogante, respeta la autonomía y los derechos de los demás. La mala autoridad, la que es rígida e impositiva, la que es incapaz de revisarse a sí misma y crear excepciones a las reglas, restringirá al extremo la autonomía de los demás. No estoy diciendo que debamos pasarnos los semáforos en rojo cada vez que nos venga en gana para defender el «desarrollo libre de la personalidad». Lo que propongo es moverse entre estas dos preguntas existenciales: ¿Cómo he de vivir? (ética) y ¿qué debo hacer? (moral). La primera es más personal; la segunda, más social: derechos y deberes. Sin reglas de convivencia, el mundo sería un caos, pero si no pudiéramos elegir o decidir con libertad, el mundo sería una experiencia psicológicamente aterradora.

Tanto en la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano (París, 1789) como en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (Nueva York, 1948) se resalta explícitamente el «derecho a rebelarse contra la tiranía y a resistir a la opresión». Este derecho a la resistencia (el que ejerce Antígona) encuentra su mejor manifestación en el concepto de «desobediencia civil o legítima», que consiste en negarse a cumplir una ley cuando se piensa que hay suficientes razones morales para abolirla. Una vez agotados los recursos legales tradicionales para inhabilitar la norma jurídica en cuestión, queda el camino que utilizaron personas no violentas como Ghandi o Martin Luther King, entre muchos otros.

domingo, 21 de enero de 2018

EVITAR CAER EN EL AUTORITARISMO


Para ser flexible

No te confíes demasiado. Dentro de cada ser humano puede permanecer oculto un tirano dispuesto a imponer su voluntad. Una manera de evitar caer en el autoritarismo es identificar en uno mismo la actitud dogmática y comprender que es una vulnerabilidad que se activará cuando la rigidez no te deje pensar. 

Si tratas de doblar un riel de acero no cederá un milímetro; y si lo hace, se romperá. Esa misma incapacidad la tiene la mente rígida. Si alguien sacara a relucir alguna contradicción profunda en tu manera de pensar, ¿qué harías si tuvieras el poder? ¿Aceptarías el dilema o el error con humildad? ¿Lo enmendarías tranquilamente o harías uso del poder para arrinconar al otro y hacerle callar?

Los buenos líderes no necesitan la imposición o el castigo para defender sus ideas: la fuerza de los argumentos es suficiente. No seguirte en una idea no implica estar contra ti, sino manifestar un desacuerdo. ¿Por qué te ofendes entonces? ¿Acaso no eres mucho más que tus creencias, tus reglas o tu supuesto saber? ¿No te parece estúpido molestarse tanto porque alguien no piensa igual que tú? El tirano que llevamos dentro es como un Mr. Hyde que desplaza al bueno del Dr. Jekyll, especialmente cuando la rigidez nos trastorna. Darle a un dogmático el poder total es como activar una bomba. Antes o después explotará. ¿La solución? Flexibilidad y aprender a perder. O mejor, autocontrol para valientes: «Entrego el poder porque haré mal uso de él; existe “otro yo” en mí, que es mejor dejarlo quieto.»

viernes, 12 de enero de 2018

EL TIRANO QUE LLEVAMOS DENTRO


La premisa es: si acorralas a un dogmático, se volverá autoritario. O dicho de otra forma: una persona rígida, cuando se siente presionada, sacará a relucir al tirano que lleva dentro.112, 113 

Hace unos años, en una prestigiosa Universidad privada hubo un incidente entre un grupo de estudiantes que asistían a una carrera técnica. Fui invitado por el vicerrector al comité disciplinario para analizar los hechos y aportar el punto de vista psicológico. El problema fue el siguiente: En la cafetería de la Universidad, a una hora de máxima asistencia, uno de los estudiantes (al cual llamaré Juan) agredió físicamente a dos de sus compañeros y les causó lesiones menores. El altercado se debió a una discusión entre un pequeño grupo «progresista» y el estudiante agresor, debido a que este último era miembro activo del Opus Dei y hacía abierto proselitismo de sus ideas. Durante los últimos dos años, había sido blanco de críticas y burlas por varios de sus compañeros y estudiantes de otros cursos. Ese día en especial, el «grupo disidente» rayó sus cuadernos, abrió su mochila y rompió unos pasquines en los que se promocionaba la imagen del líder de la organización. Uno de ellos le empujó, otro le pegó un coscorrón y finalmente Juan, que era un joven bastante corpulento, pegó a ambos. De inmediato, la gente intervino tratando de apaciguar los ánimos, hasta que las autoridades universitarias se hicieron cargo del asunto.

El vicerrector era un hombre joven, amable y bastante exitoso en su gestión. Tenía fama de ser inflexible y algo dogmático en sus ideas, pero también de ser justo y recto en sus decisiones. En la primera reunión del comité disciplinario, todo el mundo tuvo una disposición flexible y abierta. Los asistentes fueron: un profesor, una trabajadora social, el jefe de estudios, el vicerrector y yo mismo. Sin embargo, en el segundo encuentro el ambiente cambió debido a una diferencia de criterios entre el vicerrector, por un lado, y el profesor y yo por otro. El desacuerdo fue a causa del tipo de sanción propuesta por la Universidad (la directiva quería expulsar a todos los implicados). La opinión del profesor y la mía era que la expulsión era una medida exagerada y que, de alguna manera, se estaban dejando a un lado los atenuantes que podían explicar y hacer más comprensiva la reacción de Juan. Él había sido víctima de discriminación por sus ideas religiosas, independientemente de que las compartiéramos o no. ¿Había que evaluar a todos con el mismo rasero? 

martes, 2 de enero de 2018

PARA SER FLEXIBLE (AUTORITARISMO)


Para ser flexible

  • Queda claro que la personalidad autoritaria es una enfermedad psicológica o una calamidad social.
  • El verdadero líder no se impone. Si te gusta mandar, hazlo con decoro. Busca amigos y no prisioneros. No subestimes a la gente; ellos nunca te aceptarán si violas sus derechos. No te confundas: a un autoritario no lo aman ni siquiera los esclavos. 
  • Ser flexible es comprender que el buen ejercicio del poder es una virtud que nace de la aceptación del otro como ser humano. Además, hoy mandas tú y mañana será otra persona. ¿Te gustaría quedar bajo las órdenes de un autoritario?

viernes, 15 de diciembre de 2017

EL DISCRETO ENCANTO DEL AUTORITARISMO


No es fácil aceptar y funcionar adecuadamente bajo la dirección de una persona autoritaria, porque el miedo y la rabia van echando raíces: el primero inmoviliza y el segundo produce indignación. 

Recuerdo que cuando estudiaba ingeniería, para pagarme los estudios trabajaba de dibujante proyectista de ascensores. Mi jefe era un hombre exigente y autoritario y sus normas, extremadamente rígidas: no podíamos dejarnos el pelo largo o tenerlo caído sobre la frente, los zapatos tenían que coincidir con el color del cinturón, pasaba revista para ver si las batas tenían alguna mancha de tinta y establecer turnos para que limpiáramos la oficina. A mí me tocaba los jueves: había que barrer, fregar suelos y paredes, desempolvar los tableros de dibujo y hacer el café, entre otras tareas. Pero lo más insoportable era la ironía y la manera humillante de mostrar su desagrado. Cuando un trabajo no le gustaba, simplemente rasgaba la hoja, hacía una bola con el papel y la tiraba a la basura. Después nos decía, entre sarcástico y furioso: «¡Míreme, míreme a los ojos, inútil! ¿Usted piensa que soy estúpido o qué? ¡O lo hace bien o se larga!»

Lo perverso era que no nos decía qué hacíamos mal. Así que cuando iniciábamos un nuevo plano, la incertidumbre nos producía verdaderos ataques de ansiedad. Además, en ese régimen fascista no podía existir la mínima conversación, murmullo o comentario. Había que levantar la mano para todo, mientras él se paseaba entre los tableros como un verdugo hambriento. Todo esto era soportado por unos treinta dibujantes que necesitábamos el trabajo y que nos moríamos de miedo. 

Un día, ya hartos del maltrato y animándonos unos a otros, decidimos protestar. Entonces, tras la hora del almuerzo decidimos no entrar en nuestro lugar de trabajo y acordamos quedarnos en la parte de abajo de la fábrica, ante la mirada sorprendida y solidaria de la mayoría de los obreros. Nada más enterarse, el jefe se puso hecho un energúmeno, y bajó acompañado por algunas personas de seguridad. Nos gritó, nos amenazó e incluso empujó a unos cuantos, pero, aunque asustados, resistimos valientemente la provocación. Nunca olvidaré la expresión de furia e impotencia de aquel hombre. La indignación era tal, que se le hinchaban las venas de la frente y los labios se le ponían morados. Parecía un toro furioso dispuesto a embestirnos. Pero nosotros, animados no sé por qué, seguíamos firmes en nuestra consigna: «¡Queremos hablar con el gerente!» Finalmente, nos recibieron los altos mandos e hicimos una catarsis con todo lujo de detalles. Al oír el relato, el gerente nos pidió que le diéramos otra oportunidad al «pequeño Mussolini» (así lo llamábamos a sus espaldas), pero la mayoría no quería saber nada. Uno de mis compañeros se animó a decir lo esencial: «Ya no le creemos... No lo respetamos como jefe. Necesitamos a alguien que nos trate bien y al que no le tengamos miedo.»

domingo, 3 de diciembre de 2017

PENSAMIENTO AUTORITARIO VS PENSAMIENTO PLURALISTA


 (INICIO DEL CAPÍTULO 7)

«YO MANDO AQUÍ Y EN TODAS PARTES»
DE UN PENSAMIENTO AUTORITARIO A UN PENSAMIENTO PLURALISTA

«No trates de imponer la autoridad donde sólo se trata de la razón.»
VOLTAIRE

¿Quién dijo que toda autoridad es buena y respetable? La autoridad en manos de un delirante termina convirtiéndose en una secta; y en manos de un estúpido, en vientos de guerra. El arte de ejercer el poder democráticamente es un don que no todos ostentan. ¿Quién no ha sentido alguna vez el impulso de decirle al jefe de turno que no es merecedor del mando o del poder que tiene? Creo que nadie está en contra de la sana autoridad o del buen dirigente que organiza eficiente y humanamente los recursos disponibles.
El poder está para usarlo bien.

Durante una consulta, una niña de seis años que asistía a un parvulario posmoderno, manejado por profesoras posmodernas con un criterio educativo posmoderno, le reclamaba a su madre en tono airado: «¡Tú no eres igual a las otras mamás! ¡Tú no sabes mandar!» Al oír esto, la señora me miró pidiendo ayuda. Entonces le dije: «Intentemos educar a su hija con algo más de autoridad y disciplina, ¿le parece?», mientras la niña asentía con la cabeza y esbozaba una sonrisa de oreja a oreja. A veces no ejercer el poder cuando se dispone de él es tan contraproducente como abusar del mismo.

Erich Fromm104 hacía una diferenciación interesante entre autoridad racional (legítima, genuina) y autoridad irracional (autoritarismo). Respecto de la primera decía:

«La autoridad racional no solamente permite constantes escrutinios y críticas por parte de los individuos a ella sujetos sino que requiere de ellos; es siempre de carácter temporal y la aceptación depende de su funcionamiento.» (p. 21)

Sobre el despotismo de la autoridad irracional, afirmaba: 

«Tal sistema no se basa en la razón y en la sabiduría, sino en el temor a la autoridad y en el sentimiento de debilidad y dependencia del sujeto.» (p. 22)

Un buen ejemplo de autoridad racional lo encontramos en la película El club de los poetas muertos, en la que los alumnos respetaban y admiraban al maestro por su manera de ser. Los mejores líderes no hablan tanto. Impacta más la coherencia de sus actos que el discurso. Recordemos una de las máximas de François de la Rochefoucauld:105

«Es característico de los grandes ingenios dejar entender muchas cosas con pocas palabras; las mentes estrechas, al contrario, tienen el don de hablar demasiado sin decir nada.» (p. 77)

lunes, 27 de noviembre de 2017

EL PODER DEL PENSAMIENTO COMPLEJO


Pensamiento simplista VS pensamiento complejo.

Las personas que hacen uso de un pensamiento complejo son investigadores de la vida. Aproximarse a la verdad desde diversas perspectivas e integrarlas en un todo dinámico es la meta de una mente flexible. Existe una actitud saludable en aquellos que emplean el pensamiento complejo, que es rastrear en el conocimiento disponible; un ir y venir, en momentos diferentes, de la misma información con el objeto de sacarle el mayor provecho posible. Una mente compleja no se conforma con lo aparente. 

El pensamiento complejo te permite: 

  • Totalizar la información y ampliar tu perspectiva.
  • Profundizar en las temáticas y enriquecer tu mente para tomar las mejores decisiones. 
  • Ser más lúcido y aproximarte a la sabiduría a través de la virtud de la sencillez. 
  • Cultivar la autobservación no sólo para conocerte a ti mismo sino para involucrarte en tu entorno.
  • Acercarte a otros puntos de vista para descubrir qué tienes en común con ellos y en qué te diferencias.
  • No perder tu capacidad de asombro ante lo desconocido.
  • Afrontar la controversia y no subestimar el valor de otros argumentos simplemente porque no son los tuyos.
  • Ser más creativo y desarrollar tu inventiva.

jueves, 16 de noviembre de 2017

MEJOR CAMBIEMOS DE TEMA» O «YA ES SUFICIENTE»


Continuación

Señalaré tres modos cognitivos que emplean las mentes simples para reafirmar su insoportable levedad: atribuciones incompletas o infantilismo mental; la vida en blanco y negro; y «mejor cambiemos de tema» o «ya es suficiente»


«Evitar el tema le sirve a las mentes simples para no seguir ahondando en algo que no les gusta o no les conviene. Cuando ven que sus argumentos empiezan a ser insuficientes, deciden evitar la discusión por puro miedo a la contradicción. 

Una madre se negaba a hablar sobre sexo con su hija de doce años porque pensaba que podía crear en la niña «necesidades» que aún no tenía. Cuando le pregunté de dónde había sacado esa idea, me respondió: «Eso está más que comprobado... La sexualidad no es un juego de niños.» Entonces volví a preguntar: «¿Tiene alguna revista o algún dato que pueda facilitarme o la fuente de esas comprobaciones? Me interesaría leerlas...» A lo que ella replicó con firmeza: «¡Pero si eso es de sentido común!» 

Es decir: una decisión tan importante para ella, como era la educación sexual de su hija, la dejaba a expensas de un rumor en vez de investigar el tema seriamente. Se podría pensar que la mujer no quería acercarse a otro tipo de información porque temía que la hicieran cambiar de parecer, pero no. En las siguientes consultas me di cuenta de que estaba realmente a gusto con la teoría que se había montado junto a unas amigas: «Ya es suficiente.» Lo que «sé» me basta y me sobra, aunque esté equivocado.

miércoles, 25 de octubre de 2017

LA VIDA EN BLANCO Y NEGRO

Continuación

Señalaré tres modos cognitivos que emplean las mentes simples para reafirmar su insoportable levedad: atribuciones incompletas o infantilismo mental; la vida en blanco y negro; y «mejor cambiemos de tema» o «ya es suficiente». 

LA VIDA EN BLANCO Y NEGRO 

Es considerar las cosas en categorías absolutas: o blanco o negro. Es más «económico» y menos complejo para una mente simple decir «sí» o «no». Como hemos visto, el todo o nada adopta diferentes formas en la mentalidad rígida. Aquí, el pensamiento dicotómico está al servicio de la simplificación o de evitar ampliar y revisar las posturas asumidas. 

Para una mente que busca afanosamente la certeza, los términos medios son fuente de estrés. Entre otras cosas, porque los grises requieren muchas veces un cálculo de probabilidades que el estilo rígido rechaza con tozudez. Por ejemplo, afirmar que «todas las personas de derechas son autoritarias y fundamentalistas» es un claro error cognitivo, ya que no sólo las investigaciones muestran que no es así sino que la experiencia cotidiana no lo avala: hay personas de derechas que no son autoritarias ni dogmáticas. Por lo tanto, deberíamos cambiar la palabra «todas» por «algunas», flexibilizar la afirmación y hacerla menos categórica. Con todo, es posible que el ajuste no sea del agrado de un político de izquierdas obstinado, porque implicaría aceptar que no toda persona de derechas es fascista. 

Lo mismo ocurriría con la afirmación: «Todas las personas de izquierdas son autoritarias y fundamentalistas.» Un político de ultraderecha no aceptaría cambiar «todas» por «algunas», porque implicaría aceptar que existen personas de izquierdas con un pensamiento democrático. Pero es evidente que hay personas de izquierdas que no son autoritarias ni fundamentalistas. En política, la rigidez afecta tanto a los de derechas como a los de izquierdas. Las mentes totalitarias se hallan tanto en un bando como en el otro. 

Veamos dos ejemplos de dicotomía simplista: 

martes, 17 de octubre de 2017

INFANTILISMO MENTAL

El búnker defensivo de la simplicidad: trivialidad e infantilismo 

Señalaré tres modos cognitivos que emplean las mentes simples para reafirmar su insoportable levedad: atribuciones incompletas o infantilismo mental; la vida en blanco y negro; y «mejor cambiemos de tema» o «ya es suficiente». 

ATRIBUCIONES INCOMPLETAS O INFANTILISMO MENTAL

Las mentes rígidas y simples parecen haberse quedado ancladas en ciertas etapas iniciales del desarrollo infantil. Como señalan algunos autores, las personas que muestran simplicidad mental se encuentran en una etapa de desarrollo preoperacional. Esta etapa, bautizada así por el psicólogo suizo Jean Piaget,100,101 está caracterizada, entre otras cosas, por un pensamiento inmaduro, un razonamiento con escaso nivel de abstracción y esquemas rígidos o primitivos.102 

¿Mentes infantiles en cuerpos adultos? Eso parece. Mentes que cuando están en situaciones estresantes o difíciles procesan la información como niños y recurren a explicaciones fragmentarias o superficiales. Un ejemplo típico lo encontramos en el moralismo infantil, que hace referencia a cómo las personas evalúan lo bueno y lo malo tanto en ellas mismas como en los demás.103 Veamos dos casos típicos de atribuciones incompletas: realismo moral y justicia inminente. 

Realismo moral

La idea es que podemos calificar la maldad de una persona exclusivamente por sus acciones, sin tener en cuenta las intenciones que la mueven a actuar. Pero no es lo mismo atropellar con el coche a un peatón sin querer, que hacerlo a propósito. Una moral cruda o extremadamente realista nunca tendrá en cuenta los atenuantes. Si robó, es un ladrón, y punto. 

En cierta ocasión, presencié cómo un niño de la calle robaba unas manzanas. El comerciante afectado y un policía que se sumó al «operativo de búsqueda» salieron corriendo tras él. Los gritos alentaban a los perseguidores: «¡Deténganlo!», «¡deténganlo!», «¡ahí va!», «¡no lo dejen escapar!». No digo que hubieran tenido que dejarlo ir, pero no es lo mismo perseguir a un niño que ha robado unas frutas que a un vendedor de drogas. Ambas acciones son delitos, pero las causas son distintas. En el caso del muchacho existen muchas variables que inducen al robo: el hambre, el abandono de los padres, el no tener hogar..., en fin. Cuando lo atraparon, el dueño de la verdulería no podía disimular su satisfacción: «Si todos actuáramos así, se acabaría la inseguridad en este país», y muchos asintieron complacidos. Una mujer dijo con preocupación: «¡Pero si sólo es un niño!». «Mejor —replicó el damnificado—: Es más fácil agarrarlos ahora que cuando crezcan.» 

La conclusión moral de los «vigilantes» quedó clara: hay gente que es inherentemente mala, y sus delitos no tienen ninguna otra explicación que esa maldad que traen de fábrica. No había atenuantes. El código moral de una mente rígida simplista es: «Si en alguna ocasión te comportas mal, eres malo.»

jueves, 12 de octubre de 2017

CREATIVIDAD Y MENTES FLEXIBLES


Para ser flexible

• Los creativos son flexibles porque utilizan el pensamiento divergente sin miedo al cambio y la novedad. A las mentes rígidas les pasa como al bobo al que le muestran la Luna y se queda mirando el dedo. 

• La creatividad es juego, inversión de energía e imaginación. Volar de un extremo al otro sin quedarse con ninguno de los extremos. ¿Cómo podrías usar tu imaginación si tienes prohibiciones internas? ¿Cómo ser creativo si tienes que pedir permiso a «los que saben»?

• Además, las mentes flexibles son creativas porque son rebeldes y les encanta desacomodarse y desacomodar. ¿Cómo ser flexible y creativo sin ser irreverente?, ¿sin coquetear con cierto desequilibrio que se equilibra a sí mismo, con cierto caos que se organiza sin presiones y libremente? 

martes, 26 de septiembre de 2017

PENSAMIENTO DIVERGENTE Y CREATIVIDAD


Para salirse del molde y romper esquemas, el creativo también necesita un pensamiento divergente98 además de sentirse profundamente implicado en la tarea (lo que se denomina «experiencia óptima» o «fluir»99) y, quizá, tener una «chispa» de locura genial. 

Mientras el pensamiento convergente busca establecer acuerdos basados en la razón, el pensamiento divergente lo que busca es jugar con las ideas y crear nuevos esquemas. Supone la capacidad de cambiar de perspectiva sin caer en el pánico y generar una buena cantidad de ideas e impresiones, siendo original y práctico a la hora de elegirlas y conectarlas. El pensamiento divergente funciona saltando de un extremo al otro, tratando de comprender los opuestos.

Uno de mis pacientes era exageradamente perfeccionista y ordenado en su vida diaria. Cualquier cosa que no estaba en su sitio le producía malestar e irritabilidad. Debido al estrés que le generaba el desorden, le sugerí que viviera como una persona desordenada deliberadamente para que sintiera la ansiedad y que, además, tratara de descubrir, a partir de esa experiencia extrema, posibles soluciones para la vida diaria (son las técnicas que se conocen con el nombre de la intención paradójica y el rol fijo). La idea era que esa vivencia le permitiera observar las ventajas y desventajas del estilo obsesivo. Aunque al principio le fue muy difícil, al cabo de la primera semana la «alteración del hábitat» se hizo más soportable. En términos más concretos, le sugerí lo siguiente: «A partir de esta experiencia, trate de buscar alternativas creativas que sean beneficiosas para usted y su familia. Intente elaborar acuerdos sobre el “orden” que no sean nocivos para nadie.» Después de estar hundido casi un mes en el desorden, el hombre propuso, en una extensa y polémica asamblea hogareña en la que intervinieron hijos, esposa, empleada doméstica y psicólogo, una serie de soluciones, muchas de las cuales fueron aceptadas por el grupo. Por ejemplo: que en determinados lugares «muy personales» solamente él se haría cargo de la limpieza; que algunos objetos decorativos de la casa sí podrían moverse de sitio o de posición (un sistema «decorativo rotatorio»); que cuando algún tipo de desorden le molestara, en vez de ir con la típica regañina, dejaría plasmada su queja por escrito en una pizarra ubicada en la biblioteca, y en la que se podía leer: «Quejas justas de un hombre obsesivo»; que su hija revisara una vez por semana la limpieza general de la casa de acuerdo al criterio de ella (antes, él pasaba revista cuatro o cinco veces al día) y, por último, que el hijo fuera el encargado de controlar la gasolina del automóvil. 
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