Mostrando las entradas con la etiqueta Albert Einstein. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Albert Einstein. Mostrar todas las entradas

jueves, 3 de noviembre de 2022

AÑOS DE MADUREZ


Vivo en una soledad que podría ser dolorosa 
para un joven, pero que es una delicia en los años de madurez.
Albert Einstein

Paulo Coelho dijo que «un guerrero de la luz usa la soledad, pero no es usado por ella». Nos han enseñado que lo normal y sano es vivir en pareja, formar una familia, pasar el tiempo con amigos y colegas. Pero vivir o pasar nuestro tiempo en soledad, de forma voluntaria, puede ayudarnos a descubrir una nueva forma de felicidad en nuestro interior.

La soledad es en realidad algo natural; como dijo un pensador, «al final todos estamos solos» y esto no es malo dado que nosotros somos la mejor compañía que podemos disfrutar. No estamos hablando de convertirnos en unos ermitaños. La vida social y compartir con los demás son totalmente necesarios, pero gozar de tiempo en soledad es igual de imprescindible.

Lo que resulta primordial es comprender que se está solo únicamente porque se tienen problemas. No te sientas culpable por no tener pareja o por vivir en soledad.

Vivimos a contrarreloj, pero cuando estamos solos podemos disfrutar de nuestros propios gustos, ritmos y pensamientos. Aprende a escuchar a tu voz interior, reflexiona y medita en paz, y descubrirás que la soledad es una gran compañera.

San Juan de la Cruz dijo que la soledad es lo más maravilloso, pero para la mayoría de las personas no lo es.

Hay que aprender a apreciarla, hay que saber estar solo, para luego ser una compañía fértil para los demás.

Volviendo a H. D. Thoreau, en su libro Walden o de la vida en los bosques, este pionero americano afirmaba lo siguiente sobre la soledad: «Encuentro saludable el hallarme solo la mayor parte del tiempo. Estar en compañía, aunque sea la mejor, se convierte pronto en fuente de cansancio y disipación. Me encanta estar solo. Nunca encontré una compañía tan compañera como la soledad. Casi siempre solemos estar más solos cuando estamos entre los hombres que cuando nos quedamos en nuestras habitaciones. Un hombre que piensa o trabaja está siempre solo, se encuentre donde se encuentre. La soledad no se mide por las millas espaciales que separan a un hombre de sus semejantes».



Tomado del libro:
Einstein para despistados
Allan Percy
Fotografía de Internet

viernes, 21 de octubre de 2022

SOBRE EL INTELECTO Y EL CARÁCTER


La mayoría de las personas dicen que el 
intelecto es lo que hace a un gran científico.

Están equivocadas: lo principal es el carácter.
Albert Einstein

Los expertos en autoestima creen que el carácter desarrolla de alguna forma el potencial que toda persona alberga en su interior. El talento es innato, pero el carácter es el vehículo que ayuda a que aflore y pueda mostrarse a los demás.

Grandes genios de la humanidad quedaron relegados a un segundo plano por la falta de un carácter que marcara la diferencia con el resto, pese a contar con capacidades para hacerse un hueco en la historia.

Goethe dejaba clara esta idea al decir: «El talento puede ser cultivado en la tranquilidad; el carácter, solamente en las corrientes trepidantes de la vida».

Y opiniones como las de John Davison Rockefeller no hacen más que recalcar la importancia del carácter para lograr el éxito: «Lo importante para un joven es establecer su carácter, una reputación y un crédito. Junto a hacer lo correcto, lo más importante es que la gente sepa que estás haciendo lo correcto [...] Por ello en lo que te debes enfocar no es en alcanzar cierta cifra de dólares, sino en construir las bases de tu éxito, esto es, edificar tu carácter, tu reputación profesional, tu crédito ante los demás [...] hacer lo correcto y labrarte buena fama».



Tomado del libro:
Einstein para despistados
Allan Percy
Fotografía de Internet

miércoles, 9 de marzo de 2022

DEDICAR TIEMPO PARA PENSAR TODO LO CONTRARIO A LO QUE PIENSAN TUS AMIGOS


Si quieres ser un gran científico, dedícate un 
cuarto de hora al día a pensar todo lo contrario a lo que piensan tus amigos.
(Albert Einstein)

Esta fue la respuesta que dio Einstein a uno de sus alumnos.

Ver el mundo con múltiples perspectivas, purgando de nuestra vida aquellos hábitos que nos la complican, haciendo lo que realmente nos llena es la clave para una vida plena y feliz, aunque en muchas ocasiones debamos nadar contracorriente.

Muchos emprendedores de éxito, así como grandes inventores o descubridores, han sido personas que nadaban contracorriente y tenían ideas alejadas de su tiempo o su sociedad.

En su libro Ética para Amador, Fernando Savater hace al respecto la siguiente reflexión: «Hay que dejarse de órdenes y costumbres, de premios y castigos, en una palabra, de cuanto quiere dirigirte desde fuera, y tienes que plantearte todo este asunto desde ti mismo, desde el fuero interno de tu voluntad. No le preguntes a nadie qué es lo que debes hacer con tu vida: pregúntatelo a ti mismo. Si deseas saber en qué puedes emplear mejor tu libertad, no la pierdas poniéndote ya desde el principio al servicio de otro o de otros, por buenos, sabios y respetables que sean: interroga sobre el uso de tu libertad... a la libertad misma».



Tomado del libro:
Einstein para despistados
Allan Percy
Fotografía de Internet

jueves, 10 de febrero de 2022

¿ESTOY LOCO YO LO LOS LOCOS SON LOS DEMÁS?


Tengo una pregunta que a veces me tortura:
¿estoy loco yo o los locos son los demás?
(Albert Einstein)

En una de sus reflexiones más célebres, Buda afirmó que estar enfadado es como agarrar un pedazo de carbón candente para arrojarlo contra alguien. Al final eres tú quien se quema.

Albert Einstein vivió dos guerras mundiales y la consiguiente Guerra Fría, con lo que comprobó las consecuencias a gran escala de la hostilidad, lo cual lo llevó a hacerse la pregunta que encabeza este capítulo.

A nuestra escala cotidiana, este cuento de autor desconocido, citado por la coach Irene Orce, tiene como protagonista a un niño que estaba siempre malhumorado y cada día se peleaba con sus compañeros en el colegio.

Cuando se enfadaba, se abandonaba a la ira y decía y hacía cosas que herían a los demás niños.

Consciente de la situación, un día su padre le dio una bolsa de clavos y le propuso que, cada vez que discutiera o se peleara con algún compañero, clavase un clavo en la puerta de su habitación.

El primer día clavó treinta y tres. Terminó agotado, y poco a poco fue descubriendo que le era más fácil controlar la ira que clavar clavos en aquella puerta. Cada vez que iba a enfadarse se acordaba de lo mucho que le costaría clavar otro clavo, y en el transcurso de las semanas siguientes, el número de clavos fue disminuyendo. Finalmente, llegó un día en que no entró en conflicto con ningún compañero.

Había logrado apaciguar su actitud y su conducta. Muy contento por su hazaña, fue corriendo a decírselo a su padre, quien sabiamente le sugirió que cada día que no se enojase desclavase uno de los clavos de la puerta. Meses más tarde, el niño volvió corriendo a los brazos de su padre para decirle que ya había sacado todos los clavos. Le había costado un gran esfuerzo.

El padre lo llevó ante la puerta de la habitación.

—Te felicito —le dijo—. Pero mira los agujeros que han quedado en la puerta. Cuando entras en conflicto con los demás y te dejas llevar por la ira, las palabras dejan cicatrices como estas. Aunque en un primer momento no puedas verlas, las heridas verbales pueden ser tan dolorosas como las físicas. No lo olvides nunca: la ira deja señales en nuestro corazón.



Tomado del libro:
Einstein para despistados
Allan Percy
Fotografía de Internet

miércoles, 22 de diciembre de 2021

EL MIEDO A LA MUERTE ES EL MÁS INJUSTIFICADO


El miedo a la muerte es el más injustificado 
de los miedos, ya que no hay riesgo de sufrir un accidente cuando estás muerto. 
(Albert Einstein)

Desde que el ser humano tiene uso de razón, ha sufrido todo tipo de miedos, pero el más común siempre ha sido enfrentarse a la muerte.

Quizá solo los antiguos samuráis, siguiendo su código de conducta llamado bushido, aprendieron a aceptar la muerte como una consecuencia lógica de su propia vida.

Prácticamente todo el mundo teme el momento de la propia muerte, o la de sus seres queridos, llegando incluso a suponer un importante trauma para aquellos a quienes el concepto los supera.

Según los expertos, es de vital importancia aceptar la muerte como un paso más, dedicando la vida a disfrutar de los seres queridos que merecen toda la atención. Debe aprovecharse el presente sin tener en cuenta el futuro, dado que solo en el ahora uno puede llegar a experimentar la felicidad.

Al mismo tiempo, es muy importante reconocer que la vida es limitada y que, por lo tanto, no hay tiempo que perder.

El miedo a la muerte se denomina tanatofobia, y toda la población lo sufre en mayor o menor medida. Quizá por ello siempre se recomienda hablar sobre ese asunto con amigos o allegados de confianza, para conocer de qué forma afrontan ellos ese temor.

Lo esencial es aceptar su existencia y pensar que todos pasamos por ese momento. De un modo u otro, todos seremos recordados por quiénes éramos y por quiénes nos han rodeado en nuestra vida. Debe considerarse, por tanto, que la muerte no borra nuestra presencia por completo, sino que la traslada a un plano más etéreo.

Marco Aurelio afirmaba que «no hay que temer a la muerte sino a no haber vivido», y Jim Morrison —el líder de The Doors— decía lo siguiente: «La gente tiene más temor a la muerte que al dolor. Es extraño que ellos teman a la muerte. La vida duele mucho más que la muerte. Cuando la muerte llega, el dolor termina».



Tomado del libro:
Einstein para despistados
Allan Percy
Fotografía de Internet

miércoles, 7 de julio de 2021

TAN SENCILLO COMO SEA POSIBLE, PERO NO MÁS SENCILLO


Se debe hacer todo tan sencillo como sea 
posible, pero no más sencillo.
(Albert Einstein)

En Simplifica tu vida, Elaine St. James explica que es necesario reducir la complejidad de nuestra vida para poder disfrutar realmente de ella.

Empezó su proyecto, junto a su marido, en el momento en que «finalmente habíamos comprendido que no íbamos a ser capaces de llevar a cabo todo lo que nos habíamos propuesto, de modo que nos sentamos e hicimos recuento de lo que podíamos hacer y, lo que es más importante, de aquello que realmente queríamos hacer. Comenzamos mediante la simplificación a organizar nuestras vidas de manera que pudiéramos dedicar el tiempo y la energía suficientes a aquellas cosas que más nos importaban y desprendernos del resto».

En su libro nos guía en un proceso de simplificación que ella empezó librándose de ciertas necesidades exteriores —reduciendo su hogar, sus necesidades económicas, sus actividades...— para luego hacer más sencilla su vida cotidiana.

El primer paso hacia la simplicidad está en darnos cuenta de que muchas de las cosas que hacemos son en realidad cosas que «creemos que debemos hacer», al igual que la mayoría de las cosas que poseemos son cosas que «creemos necesitar». Por ello, prescindir de muchas posesiones y analizar nuestros gastos —de tiempo, energía y dinero— nos ayudará a averiguar qué es realmente importante para nosotros a fin de concentrarnos en ello, descartando cuanto no nos aporta nada.

Entre sus consejos para simplificar la vida destacan los siguientes:

  • Reduce el desorden en tu vida. Líbrate de trastos y abrevia el tiempo que dedicas a tareas como limpiar o comprar.
  • No compres nada que no necesites. Nuevos objetos significan mantenimiento y limpieza, igual que nuevas prendas de ropa. Simplifica tu vestuario y tu mobiliario.
  • Vive en el espacio que necesites. Busca un piso más pequeño y cómodo.
  • Reduce tu agenda. Solo haz aquello que sea necesario y que te aporte algo. Haz que tu tiempo de trabajo cunda y que tu tiempo de ocio realmente sea libre.
  • Desconecta. Olvida el teléfono, el correo, los e-mails y el timbre. Atiende únicamente aquellas visitas o llamadas que quieras o debas atender.
  • Sanea tu economía. Salda tus deudas, replantéate tus hábitos de compra y vive con la mitad.
  • Dedícate a aquello que te haga disfrutar. Busca un trabajo que te permita aprender, crecer y dar lo mejor de ti mismo. No seas esclavo de tu trabajo, y trabaja en tu casa o cerca de ella.
  • Practica meditación y yoga. Y ríe y juega sin parar.
  • Sé tú mismo y confía en tu intuición. Elimina aquellas relaciones que no significan nada para ti.
  • Disfruta de la compañía, pero también de la soledad.



Tomado del libro:
Einstein para despistados
Allan Percy
Fotografía de Internet

jueves, 25 de marzo de 2021

CONOCIMIENTO RACIONAL


 

UN NO CREYENTE PROFUNDAMENTE RELIGIOSO


Soy un no creyente profundamente religioso, lo cual viene a ser una nueva clase de religión.
(Albert Einstein)


Prácticamente todas las religiones marcan lo que debe hacerse y en lo que debe creerse sin opción de ponerlo en duda. Pero ¿por qué no creer en que el propio ser humano puede ser espiritual en sí mismo?

Existen muchas diferencias entre lo religioso y lo espiritual, pero entre todas ellas podría afirmarse que la espiritualidad es acercarse a algo internamente supremo, mientras que ser religioso implica seguir los preceptos y los dogmas impuestos por otros.

Quizá el problema sea que la fe se nos ha intentado inculcar tradicionalmente por la fuerza, sin permitirnos elegir nuestro propio camino. Usa el sistema de la negación de otras opciones, y coarta la fundamental curiosidad que desde pequeños poseemos, y que a medida que crecemos vamos olvidando mientras seguimos las pautas sociales.

Nos alejamos de nuestra propia espiritualidad para acercarnos a lo dictado por la religión.

El científico Carl Sagan dijo al respecto: «La vida es solo un vistazo a las maravillas de este asombroso universo, y es triste que tantos la desperdicien con fantasías espirituales».

Nuestro Albert Einstein trató la espiritualidad de una forma tan directa en afirmaciones como «cuanto más avanza la evolución espiritual de la humanidad, más seguro me parece que el camino hacia la genuina religiosidad no reside en el miedo a la vida, y el miedo a la muerte, y la fe ciega, sino a través del esfuerzo del conocimiento racional».


Tomado del libro:
Einstein para despistados
Allan Percy
Fotografía de Internet

domingo, 31 de enero de 2021

SIN ERRORES


Quien nunca ha cometido un error nunca ha 
probado algo nuevo.
(Albert Einstein)

El método de prueba y error es fundamental en la ciencia, así como en el aprendizaje. Sin cometer errores, sin enfrentarnos a lo desconocido, es imposible la evolución. El emprendedor y fundador de Microsoft, Bill Gates, dijo: «De los errores se aprende más que de los éxitos. Está bien celebrar el éxito, pero es más importante prestar atención a las lecciones del fracaso».

Según explicaba en una entrevista, el fracaso es un motor de la creatividad, porque te obliga a ir más allá de lo que habías pensado para solucionar las cosas.

El escritor y publicista Gabriel García de Oro nos explica en su libro Matrícula de error que la aceptación positiva de los errores y la capacidad de asumirlos nos da la posibilidad de mejorar las cosas. En palabras de este autor: «El camino del error es el más frecuente, por suerte, dicho sea de paso; desde los orígenes, ya lo escogieron Adán y Eva comiéndose la manzana, y con ello avanzaron y salieron a un nuevo mundo en el que aprendieron que el error se paga y es el que nos han legado. En definitiva, una búsqueda del acierto a través del error y la superación del “errorterror” que no nos deja ir más allá por el miedo al fracaso del que no podemos separarnos, porque en gran medida es cultural. Sin embargo, conseguirlo no solo nos hace más libres, porque nos ayuda a luchar por nuestras ilusiones y nuestros sueños, sino que en muchos casos es la verdadera opción de dar con lo tantas veces deseado».


Tomado del libro:
Einstein para despistados
Allan Percy
Fotografía de Internet

martes, 12 de enero de 2021

PREFERENCIAS


Por lo que a mí respecta, prefiero el vicio 
silencioso a la virtud ostentosa.
(Albert Einstein)

Un relato tradicional de Oriente señala las limitaciones del lenguaje para definir la realidad, motivo por el que muchos genios se entregan a un silencio que contiene, como embriones, todas las respuestas.

Cuenta que dos monjes paseaban por el jardín de su monasterio, conversando sobre asuntos intrascendentales, cuando uno de ellos paró el pie un segundo antes de aplastar a un hermoso caracol que cruzaba por el húmedo sendero. Con delicada precisión tomó al desorientado animalito entre el pulgar y el índice y lo miró tiernamente. El monje se sentía feliz de no haber interrumpido el ciclo de vida y muerte de ese pequeño destino. Delicadamente, lo colocó encima de una fresca lechuga.

Sonriente, miró a su compañero buscando su complacencia, pero se encontró un rostro frío que arqueaba una ceja.

—¡Inconsciente! —le recriminó este—. Ahora, salvando a ese insignificante caracol, pones en peligro el huerto de lechugas que nuestro jardinero cultiva con tanto esmero.

Ambos monjes discutieron acaloradamente bajo la mirada curiosa de otro que se acercó a arbitrar la disputa. Como no conseguían ponerse de acuerdo, este último propuso contar lo sucedido al gran sacerdote. Él sería lo bastante sabio para decidir cuál de los dos tenía razón.

Se dirigieron, pues, los tres a ver al anciano, y el primer monje expuso el caso.

—Has hecho bien. Era lo que convenía hacer —contestó el sacerdote.

El segundo monje dio un brinco.

—¿Cómo? —exclamó—. ¿Salvar a un devorador de ensaladas?¿Eso es lo que convenía hacer? Deberíamos haber proseguido nuestro camino sin importarnos si aplastábamos aquel minúsculo caracol. Eso habría protegido el trabajo del jardinero, gracias al cual tenemos todos los días buenos alimentos para comer.

El gran sacerdote escuchó, movió pensativo la cabeza y dijo:

—Es verdad. Es lo que convendría haber hecho. Tienes razón.

El tercer monje, que había permanecido en silencio hasta entonces, se adelantó.

—Pero ¡si sus puntos de vista son diametralmente opuestos! —dijo—. ¿Cómo pueden tener razón los dos?

El gran sacerdote miró largamente al tercer interlocutor.

Reflexionó, movió la cabeza y con una cálida sonrisa en su rostro sentenció:

—Es verdad. También tú tienes razón.



Tomado del libro:
Einstein para despistados
Allan Percy
Fotografía de Internet

jueves, 17 de diciembre de 2020

ACEPTANDO LÍMITES


Una vez que aceptamos nuestros límites, 
podemos superarlos.
(Albert Einstein)

Anselm Grun, monje benedictino y escritor católico, es uno de los referentes espirituales de la actualidad, y trata esta cuestión en su obra Límites sanadores, estrategias de autoprotección.

Para Grun, debemos ponernos nuestros límites, reconociendo con humildad nuestras capacidades.

Delimitarnos a nosotros mismos «nos permite percibir nuestra propia persona y desarrollar armónicamente nuestra personalidad, sin sobreexigirnos, sin pretender ser o hacer aquello que no somos o que no nos corresponde en este tiempo y en estas circunstancias».

Este autor asegura que autolimitarnos nos ayuda a establecer relaciones sanas y sostiene que saber «decir que no» es la forma idónea para entablar una relación fructífera para todas las partes, precisamente porque somos sinceros los unos con los otros.

Para este místico, la cultura actual es adicta al trabajo, al consumo, al endeudamiento, al éxito y al poder. Vivimos bajo una exigencia desbordante porque no dejamos de compararnos con las capacidades de los demás. Nos exigimos según lo que otros han conseguido, y vivimos motivados por situaciones y características que no son las nuestras, y que por tanto nos frustran.

Volviendo al aforismo de Einstein, una vez acotamos nuestros límites y descubrimos los puntos débiles y los fuertes que nos caracterizan, es el momento de rebasarlos.

Pero no para emular a otros, sino para ampliar las fronteras mentales que nos hemos impuesto.



Tomado del libro:
Einstein para despistados
Allan Percy
Fotografía de Internet

miércoles, 4 de noviembre de 2020

VIDA CON SIGNIFICADO


Quien crea que su propia vida y la de sus 
semejantes está privada de significado no es solo infeliz, sino que ni siquiera es capaz de vivir.
(Albert Einstein)

A menudo oímos expresiones de desánimo como «el mundo no tiene remedio» o «todo es absurdo» por parte de personas que han perdido el horizonte de su existencia. En su travesía por el desierto, han olvidado la importancia de entregarse a una misión que dé sentido a su vida.

Los siguientes seis principios de un autor anónimo estadounidense pueden servir de brújula en estos casos:

  • La vida es demasiado corta para levantarte cada día con reproches.
  • Ama a aquellas personas que te tratan bien.
  • Olvida a aquellas que te han herido.
  • Cree que todo sucede por una razón.
  • Si te ofrecen una segunda oportunidad, tómala.
  • Nadie dijo que la vida fuera un asunto fácil; solo sabemos que merece la pena vivirla.

Debemos estar atentos a lo que sucede a nuestro alrededor, donde florecen los cambios y las oportunidades, y al mismo tiempo escuchar nuestros deseos más profundos.

De la intersección entre ambos surgirá el mapa que conduce a una vida con sentido.

Volviendo a la frase de Einstein, no es que la vida carezca de significado, sino que nosotros a veces lo extraviamos y nos corresponde, por lo tanto, recuperarlo.



Tomado del libro:
Einstein para despistados
Allan Percy
Fotografía de Internet

miércoles, 22 de julio de 2020

EL CAMINO MÁS SIMPLE


Dios siempre elige el camino más simple.
(Albert Einstein)

La naturaleza ha inspirado a genios de todas las disciplinas y épocas, y Einstein no fue una excepción. La silenciosa aventura de las plantas y la armonía de los animales en estado salvaje lo maravillaban en contraposición con los esfuerzos humanos por complicarlo todo.

Décadas antes, Henry David Thoreau y el arquitecto Antoni Gaudí hicieron del mensaje natural y del regreso a la simplicidad de la vida su caballo de batalla.

Thoreau incluso llegó a sentir en su propio ser la vida de la naturaleza, pasando dos años inmerso en un bosque cerca de Walden Pond, y Gaudí lo hizo creando toda su obra bajo las enseñanzas de los árboles, las flores y el entorno natural.

Como decía Thoreau: «Cuando un hombre ha conseguido lo que es necesario para vivir, hay para él otra alternativa que la de ir en pos de lo superfluo, o sea, correr la aventura de la vida, toda vez que ha comenzado su emancipación del esfuerzo más humilde».

Fue un hombre que al integrarse en la naturaleza nos dejó enseñanzas tan puras como la expuesta en la siguiente frase: «Me fui a los bosques porque quería vivir sin prisa. Quería vivir intensamente y sorber todo su jugo a la vida. Abandonar todo lo que no era la vida, para no descubrir, en el momento de mi muerte, que no había vivido». O: «La mayoría de los lujos y muchas de las llamadas comodidades de la vida no solo no son indispensables, sino que resultan un obstáculo evidente para la elevación espiritual de la humanidad».

Pero la naturaleza no nos educa únicamente en el arte de la sencillez, como apunta Einstein. También nos enseña la magia de lo provisional, el cambio constante al que están sometidos los ciclos de la vida, el valor de cada instante. La naturaleza es un libro abierto en el que, si aparcamos las prisas, encontraremos las inspiraciones necesarias para hallar las respuestas que buscamos.




Tomado del libro:
Einstein para despistados
Allan Percy
Fotografía de Internet

lunes, 6 de julio de 2020

RECORTAR Y MOLDEAR EL EGO


Recortas y moldeas tu cabello pero casi siempre olvidas recortar y moldear el ego.
(Albert Einstein)

El ego es un mecanismo de defensa que afianza nuestra identidad y nos mantiene con vida. Pero una vez que lo consigue, la siguiente meta del ego es la comodidad, y para ello antepone nuestros deseos y necesidades a los de los demás.

Por ese motivo, no es posible erradicar el ego, pero sí controlarlo para que sea nuestro compañero de viaje y no nuestro dueño.

Según el maestro budista Thich Nahn Hahn, «la arrogancia o el orgullo injustificado son dos formas de autoengaño. La persona arrogante se engaña a sí misma al creerse más capacitada, poderosa, íntegra, popular o atractiva de lo que es realmente». Pero no solo el arrogante tiene un problema con su ego, sino también el que se autodesprecia, puesto no son más que dos caras de la misma moneda, teniendo en común que, en ambos casos, la persona está totalmente obsesionada consigo misma.

Para vencer al ego enfermizo, Tich Nahn Hahn recomienda cultivar la humildad y la ecuanimidad, es decir, ser capaz de valorar las cosas con tranquilidad y templanza, alejando de nuestra vida sentimientos como el odio. «El cultivo de las virtudes morales no admite que nos repleguemos en nuestro propio yo, nos cerremos a los demás y vivamos en un laberinto de odio, resentimiento, depresión y ansiedad.»

Algunos trucos para reducir el ego:

  • No te lo tomes a pecho. Resta importancia a las cosas, porque si quieres sentirte ofendido, siempre podrás encontrar motivos.
  • ¿Quién tiene la razón? No existen verdades absolutas, así que no luches por imponerte ante los demás y aprende de otros puntos de vista.
  • Renuncia a ambiciones absurdas. Lo fundamental es crecer y ser mejores cada día, sin importar a qué nos dediquemos o qué coche tengamos.
  • Libérate de la necesidad de gustar. Rompe con la adicción a las opiniones ajenas y vive tranquilo disfrutando de tus pasiones.




Tomado del libro:
Einstein para despistados
Allan Percy
Fotografía de Internet

viernes, 5 de junio de 2020

AUTENTICIDAD


Pocos son los que ven con sus propios ojos y sienten con su propio corazón.
(Albert Einstein)

Tener una visión propia es sinónimo de autenticidad, lo cual no está reñido con aprender de los demás y seguir el ejemplo de aquellos a quienes admiramos. Significa vivir conscientemente lo que decidimos y hacemos, así como tomar responsabilidad de las consecuencias.

Según el psiquiatra Enrique Rojas, la persona auténtica es aquella que tiene en sí misma su propio fundamento, que lucha por ser coherente —de pensamiento, palabra y acto—;es decir, que «la persona auténtica vive como piensa: es lo contrario de la doble vida o moral. Es rectitud, vivir con responsabilidad, ser capaz de ir contracorriente cuando el entorno social se vuelve permisivo y asoma el todo vale, el haz lo que quieras, o lo que se expresa en el lenguaje de la calle como “vive el momento y no pienses más”».

Una persona con su propia visión es sencilla y natural, sin trampas ni máscaras, pues se muestra tal como es. Esto no es fácil, puesto que la sencillez es un ejercicio de humildad que requiere esfuerzo y constancia.

Según Enrique Rojas, la autenticidad va ligada a:

  • Ser verdadero con uno mismo. «Su comportamiento es claro, nítido, y cuando dice una cosa dice lo que siente y lo hace siendo responsable de esa afirmación.»
  • Poner la verdad por delante. «El que es auténtico llama a las cosas por su nombre y es capaz de ir contracorriente aunque la mayoría diga otra cosa, evita la mentira y la personalidad múltiple, así como el cambio de chaqueta y la psicología del rumor malintencionado.»
  • Eliminar las contradicciones. «No hay verdadero progreso personal sin lucha, sin esfuerzo por limar y pulir lo que estorba, lo que no va bien. Se tarda en llegar a ser auténtico, no es un camino carretero sino empinado, pero al final del mismo se encuentra la alegría.»
  • Saber hacia dónde vas. «Tiene una orientación general en cada circunstancia para vivir desde sí mismo. Depende poco de lo de fuera y mucho de lo de dentro, de sus propios criterios. La presión externa le influye poco, y no dice que algo es verdad porque lo digan la mayoría o las estadísticas».
  • Ser íntegro. «Huye de la apariencia de dar una imagen hacia fuera y una distinta hacia dentro, sabe defender en cualquier ambiente sus ideas y creencias, aunque caigan mal, o no estén de moda, o no sean políticamente correctas. Esa es su grandeza y también su exigencia.»

Llegar a nuestro propio punto de vista, a la autenticidad a pesar de lo que los demás puedan pensar o decir, es un camino difícil y largo, pero que aporta paz mental, autonomía y la alegría de ser coherentes con nosotros mismos, dedicados a lo que nos da sentido realmente.




Tomado del libro:
Einstein para despistados
Allan Percy
Fotografía de Internet
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...