domingo, 14 de enero de 2018

SEMBRANDO LAS SEMILLAS DE LA FELICIDAD


En ti hay tanto semillas de felicidad como de infelicidad que han sembrado tus padres, tus antepasados o tus amigos. Cuando las semillas de la felicidad se manifiestan, te sientes muy contento. Pero cuando se manifiestan las semillas del sufrimiento, la ira y el odio, te sientes muy infeliz. La cualidad de nuestra vida depende de la cualidad de las semillas que hay en nuestra consciencia.

Cuando practicas el respirar, el sonreír y el contemplar las bellas cosas que hay a tu alrededor, estás sembrando las semillas de la belleza y la felicidad. Por eso hacemos la práctica de inspirar y vernos como una flor y de espiral y sentirnos frescos; de inspirar y vernos como una montaña y de espirar y sentirnos sólidos como una montaña. Esta práctica nos ayuda a sembrar las semillas de la estabilidad y el frescor en nosotros. Cada vez que caminamos con calma y tranquilidad, o que sonreímos y nos relajamos, estamos sembrando las semillas que fortalecerán nuestra felicidad. A cada paso feliz que damos, sembramos una semilla de la felicidad.

La felicidad no puede separarse del sufrimiento. Conocemos la felicidad porque conocemos el sufrimiento. Si no hubiéramos experimentado el hambre, no podríamos comprender lo felices que somos cuando tenemos algo para comer. Si no hubiéramos llevado la vida de una persona sin hogar, no podríamos valorar plenamente el hecho de tener una casa en la que vivir. Por eso la felicidad es inseparable del sufrimiento. Significa que si has sufrido, puedes ser feliz. Si no hubieras conocido el sufrimiento, no podrías ser una persona feliz.


Extracto del libro:
A la sombra del manzano rosal
El budismo explicado a los niños
Thich Nhat Hanh
Fotografía tomada de internet

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