domingo, 10 de septiembre de 2017

MODO INTELECTUAL


Naropa, un yogui indio del siglo XI, un día se encontró inesperadamente con una vieja bruja por la calle. Ella parecía saber que el era uno de los eruditos más importantes del budismo en India y le preguntó si entendía las palabras escritas en el gran libro que portaba en sus brazos. Él dijo que sí y ella se puso a cantar y a bailar alegremente. A continuación le preguntó si comprendía el significado de las enseñanzas que contenía el libro. Pensando en agradarla todavía más, volvió a decir que sí, pero en ese momento ella se puso furiosa y le gritó que era un hipócrita y un mentiroso. Aquel encuentro cambió la vida de Naropa. Sabía que la anciana le había pillado: en realidad sólo comprendía las palabras y no el significado interno profundo de las enseñanzas que podía exponer tan brillantemente. 

En ese mismo punto es donde también nosotros, en mayor o menor medida, nos encontramos. Podemos bromear con nosotros mismos durante cierto tiempo pensando que entendemos la meditación y las enseñanzas, pero en algún momento tenemos que enfrentar la realidad. Nada de lo que hemos aprendido parece muy relevante cuando nuestro amante nos deja, cuando nuestro hijo tiene una rabieta en medio del supermercado o cuando nos insulta un colega del trabajo. ¿Cómo nos trabajamos el resentimiento cuando el jefe entra en la habitación gritándonos? ¿Cómo reconciliamos esa frustración y humillación con nuestro anhelo de ser abiertos y compasivos y de no dañarnos a nosotros mismos ni a los demás? ¿Cómo, durante la meditación, combinamos nuestra intención de permanecer alerta y ser delicados con la realidad de que nos sentamos y nos quedamos dormidos inmediatamente? ¿Y las veces que nos sentamos y nos pasamos todo el rato pensando en cuánto deseamos algo o a alguien que hemos visto de camino a la sala de meditación? ¿O cuando nos sentamos y nos contorsionamos toda la mañana porque nos duelen las rodillas y la espalda y estamos hartos y aburridos? En lugar de estar calmados, despiertos y sin ego, nos encontramos más nerviosos, irritables y densos que de costumbre.

Éste es un lugar muy interesante en el que encontrarse. Para el practicante es un lugar extremamente importante.

Cuando Naropa, buscando el significado que estaba detrás de las palabras, se encaminó en busca de un profesor, se encontró constantemente en este mismo aprieto. Intelectualmente lo sabía todo sobre la compasión, pero cuando se encontraba con un perro sucio y pulgoso miraba hacia otro lado. Asimismo, lo sabía todo sobre el desapego y el no juzgar, pero cuando su profesor le pidió que hiciera algo que él no aprobaba, se negó.

Extracto del libro:
Cuando Todo Se Derrumba
Pema Chödron
Fotografía de Internet

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